Casi todos pasamos alguna noche sin dormir y es sabido que los trastornos del sueño son muy prevalentes a nivel mundial, especialmente en las personas mayores. Pero no todas las afecciones que influyen en nuestro descanso tienen el mismo impacto sobre el cerebro, ya que un equipo de investigadores de Jülich en Alemania realizó un metaanálisis que demostró que las regiones cerebrales implicadas en las alteraciones del sueño a corto y largo plazo difieren significativamente.
La falta de sueño es uno de los factores de riesgo más importantes, aunque modificables, para las enfermedades mentales en adolescentes y personas mayores, señaló el Dr. Masoud Tahmasian, investigador de Jülich y profesor particular que coordinó el estudio. Por el contrario, los trastornos patológicos del sueño a largo plazo, como el insomnio, la apnea obstructiva del sueño, la narcolepsia y la privación del sueño a corto plazo, se localizan en diferentes partes del cerebro.

Gerion Reimann, uno de los autores principales del estudio afirma que los síntomas de la falta de sueño son similares durante el día. Cualquiera que haya dormido mal o no haya dormido lo suficiente sabrá que a menudo se siente un poco malhumorado o incapaz de realizar bien las tareas debido a una disminución significativa de la atención y el tiempo de reacción.
La privación repetida del sueño puede tener consecuencias mucho más graves. Estudios demuestran que la privación frecuente del sueño tiene un efecto adverso en el desarrollo cerebral, reduce la eliminación de sustancias nocivas, disminuye la estabilidad emocional y causa un deterioro considerable de la memoria de trabajo, así como del rendimiento académico o laboral. Los trastornos crónicos del sueño y la falta continua de sueño también son factores de riesgo para diversas enfermedades mentales, afirma Reimann.
Terapias más específicas y medidas preventivas para la falta de sueño
Los investigadores de Jülich analizaron datos de 231 estudios cerebrales. Los estudios examinaron y compararon varios grupos: por ejemplo, pacientes con trastornos crónicos del sueño con individuos sanos o sujetos de prueba sanos y bien descansados con personas con privación del sueño. Los resultados muestran claras diferencias neuronales entre los grupos.
Las personas con trastornos crónicos del sueño mostraron cambios en una región del cerebro conocida como corteza cingulada anterior, así como en la amígdala derecha y en el hipocampo, uno de los núcleos cerebrales. Estas regiones participan, por ejemplo, en el procesamiento de emociones, recuerdos, decisiones y sensaciones.
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Reimann explicó que esas anomalías reflejan síntomas comunes que se presentan durante el día con diversos trastornos del sueño, como agotamiento, problemas de memoria, cambios de humor e incluso depresión. Queda por ver si los cambios en el cerebro son la causa o una consecuencia de los trastornos crónicos del sueño. En cambio, la privación de sueño a corto plazo se asoció con cambios en el tálamo derecho, una región cerebral responsable de la regulación de la temperatura, el movimiento y la percepción del dolor. “Esto se corresponde con los síntomas de la privación de sueño a corto plazo”, afirma Reimann, quien añadió: “Se está menos atento, se restringen las acciones y, a menudo, se resfría uno con mayor facilidad”.
“Así, pudimos demostrar por primera vez que no hay superposición de regiones cerebrales entre los dos grupos”, dijo Reimann, quien aclaró que esto es importante para futuros estudios, ya que ahora pueden centrarse en las regiones y redes estructurales y funcionales precisas que son representativas del trastorno del sueño respectivo. Anteriormente, los trastornos del sueño individuales se consideraban por separado. Ahora también podemos abordar cuestiones sobre los trastornos crónicos del sueño en estudios transdiagnósticos; es decir, podemos examinar varios hallazgos simultáneamente, añadió Tahmasian.
Otras conclusiones
Los nuevos hallazgos también podrían allanar el camino para diseñar terapias más específicas y medidas preventivas. Muchos pacientes que sufren de insomnio o trastornos crónicos del sueño en general también presentan un mayor riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos mentales, así como de alzhéimer y otras formas de demencia, explicó Reimann.
Además dijo: “Ahora que sabemos qué regiones del cerebro están implicadas, podemos investigar con más detalle los efectos de las terapias no farmacológicas, como la terapia cognitivo-conductual o la terapia de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP), en comparación con los tratamientos farmacológicos para diversos trastornos del sueño”.