La actividad física habitual es una parte fundamental de un estilo de vida saludable y tiene un gran abanico de efectos positivos para nuestra salud. Entre las razones para adoptar el hábito de ejercitarnos con cierta regularidad, una particularmente interesante son los beneficios para la salud cognitiva y neurológica. Si bien hay muchos estudios que evidencian esos beneficios, los científicos no dejan de encontrar más pruebas del impacto de la actividad física sobre nuestro sistema nervioso.
Ahora, un nuevo estudio encontró que la actividad física diaria puede aumentar la velocidad de procesamiento a corto plazo en el cerebro, según publican sus autores, expertos de la Facultad de Medicina de Penn State, en el medio especializado Annals of Behavioural Medicine. Concretamente, estos investigadores hallaron que la realización de actividades todos los días, al margen de su intensidad, puede proporcionar una mejora de corta duración en el tiempo de reacción mental similar a reducir la edad cognitiva en cuatro años.
Este es el resultado del seguimiento de un grupo de voluntarios a lo largo de siete días, en los que respondieron a encuestas en su teléfono móvil cinco veces al día y la ventaja de este método es que supone una recolección de datos prácticamente en tiempo real.
En dichas encuestas, se les preguntaba por una parte por las actividades que iban realizando y por otro lado se les realizaban evaluaciones ambulatorias rápidas del desempeño cognitivo. De este modo, los autores podían comprobar de manera muy detallada los efectos del ejercicio sobre las funciones cognitivas.
Beneficios al margen de la intensidad
Existen estudios que hallaron que, a medida que envejecemos, la velocidad de procesamiento cognitivo de nuestro cerebro podría ralentizarse a un ritmo de hasta unos 15 milisegundos anuales. En este caso se observó que aquellos participantes que realizaban actividad física diariamente llegaban a exhibir incrementos en ese mismo parámetro de en torno a 60 milisegundos después de hacer sus ejercicios, lo que equivale en cierto sentido a “rejuvenecer” cuatro años en este aspecto.
Aunque los voluntarios categorizaron sus actividades de modo que los investigadores pudieran estimar la intensidad del ejercicio que realizaban con ella, los beneficios a nivel cognitivo eran observables en todos los casos, lo que viene a apoyar la noción científicamente avalada de que cualquier forma de ejercicio físico es generalmente positiva para nuestra salud.
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Por su diseño, este trabajo no puede aportar información sobre los mecanismos exactos por los que el ejercicio puede mejorar nuestra salud cognitiva, sobre todo en un período tan reducido. En general, se considera que los cambios propiciados por la actividad en la circulación sanguínea podrían tener un efecto beneficioso en los tejidos cerebrales y esta clase de evidencias son un motivo más para recordar lo importante que es llevar un estilo de vida activo y hacer ejercicio para cuidar nuestra salud.