¿Se puede recuperar la imagen del kirchnerismo después del “multiescándalo” de la violencia de género y el desenfreno sexual del expresidente Alberto Fernández en la Quinta Presidencial? Para los expertos en comunicación, es una misión -casi- imposible. Pero no todos se atreven a dar por terminado al kirchnerismo.
Pocas veces en la historia argentina, un escándalo tuvo tanta repercusión en los medios y las redes sociales: un millón de menciones en las redes sociales y 5.676 notas en la primera semana desde que se conocieron las fotos de Fabiola Yáñez tras los golpes de Alberto Fernández en pleno ejercicio de la Presidencia, según datos de la consultora AdHoc, que mide el impacto de las noticias en medios y redes sociales.
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Las investigaciones que complican a Alberto Fernández
Vale la pena recordar que las fotos y la posterior denuncia de la ex primera dama contra el expresidente aparecieron a raíz de un escándalo anterior, que sería terminal para la imagen de cualquier político en cualquier parte del mundo: Alberto Fernández es investigado junto al corredor de seguros Héctor Martínez Sosa al decretar la “nacionalización” en Banco Nación de todos los seguros que debía contratar el Estado nacional y obligar así a que todas las comisiones cayeran -justito- en el bolsillo de su amigo.
Obligar al Estado a comprar cosas con sobreprecios a un proveedor amigo del poder sería un gravísimo escándalo en cualquier país medianamente normal que terminaría con cualquier carrera política.
No tanto en la Argentina: en los albores del gobierno de Mauricio Macri se descubrió que el exsecretario de Obras Públicas del anterior gobierno kirchnerista, José López, llevaba enormes bolsos repletos de dólares para esconder en un convento. Eran parte de las coimas que cobraba su gobierno por la obra pública.
El escándalo fue impresionante, porque las cámaras de seguridad detectaron con lujo de detalles el momento exacto en el que López arrastraba los bolsos al convento en la localidad bonaerense de General Rodríguez. Los argentinos pudieron ver una y otra vez en los noticieros cómo el botín era recibido devotamente por las monjas que procuraban ayudar a esconder los dólares en la congregación religiosa. Las imágenes dieron la vuelta al mundo.
Cualquier libreto cinematográfico de Hollywood con ese argumento sería descalificado por excesivamente fantasioso y posiblemente descartado por surrealista.
En la Argentina, todo es posible
Y tres años más tarde, volvió a ganar el kirchnerismo. Después del “escándalo de los bolsos de López”, no fueron pocos los funcionarios del gobierno de Macri que habían pronosticado después de semejante escándalo: “No vuelven más”.
Pero al lado del morbo de violencia sexual y los amoríos y acosos sexuales que van revelando los celulares de Fernández, en este caso la corrupción pasó a menos que segundo plano.
¿Esta vez será distinto? Un sondeo a un panel de 97 profesionales de comunicación, consultores políticos y encuestadores arroja que hay una mayoría de 53 por ciento que cree que la imagen del kirchnerismo es prácticamente irrecuperable. Pero el 30 por ciento afirma que se puede recuperar, dependiendo de qué estrategia ponga en práctica. Incluso el 10 por ciento ve “seguro” o “muy probable” una redención y resurrección del kirchnerismo.
El argumento central de esa mayoría de los expertos en comunicación sondeados por la revista Imagen que ve casi imposible una recuperación del kirchnerismo apunta a que el derrumbe del “relato” de la igualdad de género, el ministerio de la Mujer, el idioma inclusivo, es demasiado evidente y bochornoso, más allá de los escándalos de coimas y robos diversos.
Otros escándalos recientes
Pero ese espacio político ya venía manchado antes de Fernández y su violencia contra su expareja y de los videos que muestran al expresidente “beboteando” con la mediática Tamara Pettinato: el exgobernador tucumano José Alperovich -ahora condenado a prisión- ya había sido denunciado por su sobrina y secretaria por abuso sexual. El peronismo volvió a ganar las elecciones en esa provincia el año pasado.
El período electoral de 2023 estuvo signado por el “yategate” en el que se ventilaba cómo Martín Insaurralde, el entonces jefe de gabinete del gobernador bonaerense Axel Kicillof y hombre fuerte del importante distrito de Lomas de Zamora, disfrutaba navegando en el Mediterráneo en el lujoso yate “Bandido” acompañado por la modelo Sofía Clerici. Bonaerenses y lomenses reeligieron al peronismo.
¿Los vecinos del partido de La Matanza, gobernado desde el principio de la democracia por el peronismo, cambiarán de idea después de la denuncia por acoso sexual de una secretaria contra su actual intendente, Fernando Espinoza?
Hoy todas las figuras del kirchnerismo, con Cristina Kirchner a la cabeza, están con saldo de imagen altamente negativo. Pero en la Argentina, suele morir el principio de marketing político que dice que para ganar elecciones, un político debe tener buena imagen.
Rebranding
Los expertos en el panel coinciden en algo: la estrategia del kirchnerismo, si se quiere salvar de esta también, debería apuntar a un ”rebranding”. Cambiar la marca y algunas caras. Así como el kirchnerismo fue un “rebranding” del menemismo de los 90, con un reenfoque ideológico -y el recambio de algunas caras- al kirchnerismo no le quedaría otro remedio si aspira a la redención.
En la historia de los rebranding, los expertos en marketing recuerdan siempre una terrible tragedia aérea en el estado de Florida, cuando un DC9 de la low cost ValueJet se precipitó a los pantanos de los Everglades en 1996 matando a sus 110 pasajeros. Fue tal el deterioro de la marca, que la gerencia decidió comprar una línea aérea mucho más chica, AirTran, solo para quedarse con su nombre.
Fue todo un éxito: cuando nadie daba un peso -o un dólar- por la empresa, la reencarnación de ValueJet sobrevivió hasta que fue adquirida 15 años más tarde por Southwest.
Muy lejos de esa estrategia, los expertos calificaron la comunicación de crisis de Alberto Fernández con un bochornoso 1,9 sobre 10. Sin la más mínima credibilidad, sin estrategia, el hombre que supo ser vocero y máximo operador y estratega de comunicación de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner resultó un desastre en su propia comunicación.
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El publicista Enrique “Pepe” Albistur, exfuncionario e íntimo amigo todoterreno de Fernández que ejerce de presunto “prestamista” del departamento de Puerto Madero del expresidente, había sugerido en el verano que el peronismo “compre pochoclo” para ver cómo se derrumbaría el gobierno del libertario Javier Milei.
Los expertos en comunicación le están haciendo caso a Albistur y ya están haciendo acopio de popcorn para ver cómo esta vez se las ingenia el peronismo para salvarse con un nuevo y apasionante “rebranding” político.