Los cálculos renales son más prevalentes en hombres que en mujeres, aunque el riesgo se está igualando, debido a cambios en el estilo de vida y al aumento en el porcentaje de población obesa.
“El diagnóstico se realiza de manera clínica durante el episodio de cólico renal y con estudios por imágenes como la ecografía o tomografía computada que muestran el tamaño, cantidad y ubicación de los cálculos”, explica Guillermo Rosa Diez (M.N. 80.459), médico nefrólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN).
El tratamiento incluye medicación para aliviar el cólico renal y, en el caso de que el lito (o la “piedra”) no pudiera ser expulsado, se evalúa el método adecuado para su extracción.
“Estos últimos incluyen, en primer lugar, la litotricia, se trata de aplicar unas ondas de choque que se concentran en un punto concreto y que logran fragmentar la piedra. Por otra parte, están los tratamientos endoureterales que consisten en entrar con unos aparatos muy finos a través de la vejiga y desde la vejiga acceder al uréter para romper la piedra con un láser”, detalla Rosa Diez y agrega que finalmente están los tratamientos percutáneos donde a través de la piel se pincha el riñón y se accede a él para tratar el cálculo. Se trata de una técnica que cada vez se está utilizando menos, debido a las mejoras en los beneficios que ofrecen los nuevos aparatos de abordaje endoureteral.
Leé también: Menos carne y más alimentos integrales: las claves para comer sano y conservar el planeta
El rol de la alimentación ante los cálculos renales
Además del diagnóstico por imágenes, se debe realizar un estudio metabólico donde se determina cuál es la causa, por ejemplo, un exceso de calcio, ácido úrico u oxalatos en la orina.
“Sobre la base de este diagnóstico metabólico, se establece el tratamiento específico, que incluye siempre una abundante hidratación, una dieta adecuada y, si se lo requiere, un tratamiento farmacológico”, remarca el médico experto. “No podemos hablar entonces de una dieta general, pero como siempre, debemos decir que una dieta balanceada, sin exceso de sal y proteínas y con abundante hidratación es una medida para la salud general y para la de los riñones en particular”, recomienda.
La alimentación saludable es clave para evitar que se produzcan cristales en la orina, porque al precipitar forman cálculos. Las frutas y verduras aportan una sustancia llamada citrato que es capaz de prevenir la formación de cálculos renales. Además, hay cuestiones geográficas y climáticas que favorecen la deshidratación que es otro factor a tener en cuenta para la prevención en la formación y desarrollo de los cálculos.