Ciertos hábitos y la herencia genética no son lo único que influye en el proceso de envejecimiento, sino que nuestro entorno tiene un impacto decisivo sobre el ritmo al que envejecemos y los problemas asociados al paso de los años. Ahora, un nuevo estudio en el que se analizaron datos de 161.981 personas de 40 países demostró que vivir en ambientes contaminados con desigualdades sociales y sistemas democráticos frágiles puede hacer que nuestro organismo envejezca más rápido.
La investigación fue coordinada por expertos del Global Brain Health Institute del Trinity College de Dublín y propone un nuevo enfoque para analizar cómo nos afecta el entorno: el “exposoma global”, un marco que tiene en cuenta las exposiciones físicas, sociales y políticas que sufrimos a lo largo de la vida y cómo estas influyen en nuestra salud y envejecimiento.

Los autores del estudio utilizaron un novedoso indicador denominado ‘brecha bio-conductual de edad’ (BBAG, por sus siglas en inglés), que compara la edad real de una persona con la que se esperaría según su estado de salud, capacidades cognitivas, nivel educativo, funcionalidad y factores de riesgo como enfermedades metabólicas o problemas sensoriales.
Empleando técnicas avanzadas de Inteligencia Artificial y modelos epidemiológicos, el equipo analizó cómo distintas condiciones sociales y ambientales influyen en esa brecha, revelando patrones globales preocupantes. Los resultados muestran que el entorno en el que vivimos puede hacernos envejecer varios años más rápido de lo habitual, aumentando el riesgo de deterioro cognitivo y funcional.
Qué factores aceleran el envejecimiento
Aunque las BBAG se ajustaron a la edad real de las personas, en muchos casos evidenciaron un envejecimiento retrasado o acelerado que no se esperaba. Los investigadores se basaron después en estas brechas para examinar patrones en diferentes regiones del mundo y los tipos de exposición que podrían acelerar el envejecimiento.
Los análisis revelaron que las personas que viven en Europa presentaban el envejecimiento más saludable. En cambio, países como Egipto y Sudáfrica mostraban los mayores niveles de envejecimiento acelerado, mientras que América Latina y Asia se situaban en una posición intermedia. Dentro de Europa, los países del este y del sur registraban peores resultados y entre los factores que más influyen en este envejecimiento prematuro destacan:
- Factores físicos como la mala calidad del aire.
- Factores sociales, como la desigualdad económica, la desigualdad de género y la migración.
- Factores sociopolíticos, como la falta de representación política, la libertad de partido limitada, el derecho al voto restringido, las elecciones injustas y las democracias débiles.
Los investigadores destacaron que los niveles más altos de BBAG se asociaron con consecuencias reales, ya que predijeron un futuro deterioro tanto en las capacidades cognitivas, como en la capacidad para realizar las actividades diarias. Las personas con mayores diferencias de edad eran más propensas a presentar pérdidas significativas en estas áreas con el tiempo.
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“Los gobiernos, las organizaciones internacionales y los líderes de salud pública deben actuar con urgencia para transformar el entorno, desde la reducción de la contaminación atmosférica hasta el fortalecimiento de las instituciones democráticas”, concluye Hernando Santamaria-García, coautor principal y miembro del programa Atlantic Fellow del GBHI de la Universidad de California en San Francisco.