El liderazgo efectivo requiere un delicado equilibrio entre la toma de decisiones firmes y la apertura a la retroalimentación honesta. Sin embargo, muchos CEOs y ejecutivos caen en la trampa de rodearse de personas que simplemente dicen “sí” a todo, evitando cualquier forma de desafío o cuestionamiento. Esta falta de contrapuntos puede frenar el crecimiento personal y organizacional, convirtiendo a la obsecuencia en uno de los mayores peligros para quienes ocupan posiciones de poder.
Consecuencia vs. Obsecuencia: una diferencia fundamental
La Real Academia Española define la “consecuencia” como la correspondencia lógica entre la conducta y los principios que se profesan. En cambio, la “obsecuencia” se asocia con la sumisión y se confunde erróneamente con la lealtad. La verdadera lealtad acompaña hasta el límite de la integridad, mientras que la obsecuencia conduce a la ceguera funcional, donde las decisiones erróneas no encuentran oposición.
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En el ámbito laboral, la consecuencia implica sostener principios y valores aún cuando ello represente un desafío. La obsecuencia, en cambio, otorga beneficios inmediatos: ascensos rápidos, reconocimiento social y acceso a círculos de poder. Sin embargo, también impide el crecimiento real de los equipos y las organizaciones, generando entornos de trabajo donde el miedo a contradecir se convierte en la norma.
La inteligencia emocional como clave del liderazgo
Según el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, la inteligencia emocional es fundamental para el liderazgo resonante y se basa en cuatro competencias esenciales: autoconciencia, autogestión, conciencia social y gestión de relaciones. Un líder verdaderamente inteligente no teme a la crítica constructiva; por el contrario, la fomenta.
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“Si no reconocemos nuestras propias emociones, difícilmente podremos gestionarlas y comprenderlas en los demás” (Goleman, 2002). Un buen líder debe ser capaz de reflexionar antes de actuar, evitando reaccionar de manera impulsiva. Claudio, un caso analizado por Goleman, logró desarrollar una gestión emocional efectiva al adoptar el silencio como estrategia, en lugar de responder intempestivamente.
La autogestión emocional también juega un rol clave. Controlar la frustración y la ansiedad no significa reprimir emociones, sino canalizarlas adecuadamente a través de diálogos internos o actividades que generen bienestar, como el deporte o la meditación.
La importancia de establecer límites en el ámbito laboral
Según la coach y mediadora laboral española Laura Sánchez, es fundamental que los profesionales establezcan límites claros para evitar la manipulación y el chantaje emocional en los entornos de trabajo. “Debemos ser capaces de mantener las distancias sin tomárnoslo como algo personal”, sostiene. Para lograrlo, recomienda identificar patrones de comportamiento en colegas y superiores, y definir hasta dónde se está dispuesto a ceder.
Cuando se trata de la relación con un jefe, la asertividad es la clave. Un líder que solo escucha lo que quiere oír está condenado a tomar decisiones basadas en información sesgada. Joe Hodas, vicepresidente senior de la agencia estadounidense Vladimir Jones, sostiene que “nada enfurece más a un jefe que un empleado que siente que merece algo que no se ha ganado”. Sin embargo, los aumentos salariales y las promociones deben estar respaldados por méritos reales y un liderazgo basado en el crecimiento mutuo.
Un liderazgo basado en la autenticidad
La obsecuencia puede ofrecer ventajas a corto plazo, pero a largo plazo erosiona la credibilidad y la capacidad de innovación de una organización. Un líder inteligente valora la diversidad de opiniones y fomenta un entorno donde se pueda debatir sin temor a represalias.
El desafío para quienes ocupan posiciones de poder es reconocer la diferencia entre lealtad y sumisión, y rodearse de equipos que no teman expresar sus opiniones. Solo así es posible alcanzar un liderazgo que promueva el crecimiento genuino, tanto individual como colectivo.