Mucho se conoce sobre diferentes fobias, pero en los últimos tiempos se fueron conociendo algunas de las que no se sabía nada. Una de ellas es la tacofobia, una condición psicológica inusual e invalidante, que cursa con un miedo irracional a la velocidad. En estos casos, no solo el ir en automóvil, motocicleta o en avión activa este tipo de angustia psicofísica, ya que, hay personas que experimentan una gran turbación con el simple hecho de caminar un poco más rápido de lo normal.
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En esta clase de trastorno de ansiedad lo que describen con frecuencia los pacientes es que tienen la sensación de estar perdiendo el control. Son situaciones que se viven en silencio y que pueden limitar por completo la vida de quien las padece. Ejemplo de ello es no poder subir a ningún medio de transporte y, como consecuencia, perder oportunidades laborales o personales, según explicó la psicóloga española Valeria Sabater.
El miedo a la velocidad o tacofobia tiene un impacto significativo en la calidad de vida de quienes lo padecen. Aunque este trastorno pueda parecer irracional desde una perspectiva externa, provoca que muchas personas dejen de conducir, viajar o disfrutar de ciertos deportes. Este miedo no solo afecta el bienestar emocional, sino que también genera frustración y aislamiento social.
Cómo se manifiesta la tacofobia
El miedo a la velocidad es un tipo de terror extremo a la percepción de rapidez que puede experimentar nuestro sistema nervioso en ciertas condiciones. El hecho de subir a una atracción de un parque de diversiones o incluso ver objetos que se desplazan a una elevada velocidad, puede desencadenar este tipo de reacción fóbica. Si bien es cierto que desconocemos su incidencia, existen elementos en común que nos permiten llevar a cabo su diagnóstico:.
- Síntomas fisiológicos. Hay elementos comunes, como la aparición de la taquicardia, la sudoración excesiva, la tensión muscular y la respiración acelerada cuando la persona se expone a situaciones que implican desplazamientos rápidos, como ir en coche o subirse a una montaña rusa. A menudo, aparecen también los mareos, las náuseas o la sensación de vértigo, sobre todo cuando la percepción de que «uno ha perdido el control» es muy extrema. Estas reacciones resultan de la activación del sistema nervioso, el cual procesa la velocidad como una amenaza, incluso si no existe un peligro real.
- Síntomas emocionales. En el plano emocional, se traduce en una ansiedad muy elevada. Esta emoción puede derivar en experiencias de pánico extremo y del todo incapacitantes, al enfrentarse a la velocidad o al pensar en ella. Este temor se acompaña a su vez de sentimientos de impotencia, de inseguridad o incluso de vulnerabilidad, principalmente si la fobia está vinculada experiencias traumáticas.
- Síntomas cognitivos. Cognitivamente, el temor a la velocidad se acompaña de pensamientos irracionales y catastrofistas sobre las posibles consecuencias de ir a alta velocidad. Es común pensar que en algún momento se perderá el control y uno podrá sufrir un accidente grave o incluso morir. Las personas con esta fobia también presentan dificultad para concentrarse, y su miedo se intensifica al imaginar hechos perturbadores y muy negativos.
- Síntomas conductuales. Si hay un aspecto que define a la tacofobia es la evitación. De este modo, lo que vemos es a personas que no conducen, que evitan desplazarse en colectivo y que, con frecuencia, optan por caminar largas distancias. Estos comportamientos brindan un alivio temporal, es cierto, pero a la larga refuerzan aún más el miedo y dificultan su superación.
Tipologías existentes
Como siempre sucede en el complejo entramado de las fobias, una misma categoría puede tener diferentes tipologías. Individualizar cada caso y comprender cómo experimenta la persona su pavor a la velocidad, permite trazar estrategias terapéuticas más adecuadas. Estas son las diferentes formas en que se puede manifestar esta fobia:
- Relacionada con medios de transporte. Esta tipología se refiere al temor intenso que aparece al viajar en vehículos como automóviles, motocicletas, trenes, aviones, etc. Las personas experimentan esta fobia de tres maneras: siendo ellas quienes conducen, al ir de pasajeras o de manera generalizada, es decir, en ambas situaciones.
- Vinculada a deportes o actividades recreativas. Esta variante está asociada con el temor a participar en actividades deportivas o de ocio que impliquen sentir velocidad. Ejemplo de ello puede ser subir a una noria u otras atracciones, practicar esquí, ciclismo, patinaje o cualquier actividad en la que se necesite ir más rápido de lo normal.
- Basada en el movimiento visual. La tacofobia basada en el movimiento visual se origina cuando la persona percibe que su entorno se desplaza rápidamente. Esta tipología se asocia con una hipersensibilidad al estímulo visual del movimiento, lo cual suele provocar una sensación de desorientación, malestar, vértigo o pérdida de control. Algo así aparece, por ejemplo, al caminar muy rápido o inclusive ver una película en la que alguien se desplaza a mucha velocidad con su coche. Este fenómeno está ligado a una respuesta exagerada del sistema vestibular y visual, que interpreta el movimiento externo como una amenaza, desencadenando ansiedad o miedo intenso.
Causas que explican el miedo a la velocidad
La etiología de la tacofobia, como sucede con todas las fobias específicas, es multifactorial y puede variar de una persona a otra. La mayoría de los expertos opina que estas condiciones se relacionan con experiencias traumáticas previas. No obstante, en ciertos casos, el origen es del todo desconocido, asociándose incluso a factores genéticos o biológicos. Algunas razones podrían ser las siguientes:
- Experiencias traumáticas. Una de las causas más comunes de este miedo es haber vivido o presenciado eventos traumáticos relacionados con la velocidad.
- Predisposición psicológica. Algunas personas tienen una mayor propensión a desarrollar este tipo de condiciones clínicas, debido a características psicológicas preexistentes. De este modo, padecer ansiedad generalizada (TAG) o un trastorno de estrés postraumático (TEPT) incrementa el riesgo de sufrir fobias específicas.
- Factores biológicos. Así, la hipersensibilidad del sistema nervioso autónomo, provoca que algunos hombres y mujeres desarrollen respuestas exageradas a estímulos percibidos como peligrosos, como por ejemplo la velocidad.
- Factores cognitivos y aprendidos. La manera en que una persona interpreta las experiencias relacionadas con la velocidad influye en el desarrollo de este miedo. Con frecuencia, los niños crecen integrando diversos aprendizajes por observación. Una de esas imágenes puede ser la de ver a alguno de los progenitores expresar que «la velocidad es peligrosa» o que «es imposible sobrevivir a un accidente».
Tratamiento para la tacofobia
El tratamiento para la tacofobia partirá siempre de las necesidades específicas de cada paciente. Por lo general, las fobias responden bien a los enfoques terapéuticos, siempre que estos estén sustentados en la evidencia científica. Pero cuando el origen es traumático, el proceso clínico será un poco más largo y existe riesgo de recaídas. Un buen diagnóstico será siempre el mejor punto de partida y los modelos de abordaje son tres:
- Terapia EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing). Esta es una terapia eficaz para tratar esta fobia cuando su origen se relaciona con experiencias traumáticas, como accidentes de tráfico o situaciones peligrosas vividas a alta velocidad. Se trata de un enfoque que ayuda a procesar recuerdos traumáticos que quedaron “atascados” (no integrados) en el cerebro, provocando respuestas de miedo irracional al enfrentarse a estímulos similares. El protocolo EMDR para miedos y fobias específicos es muy efectivo. No solo facilita que el cerebro procese e integre el trauma originario, además se desactivan las ideas distorsionadas y esas creencias negativas asociadas, como el “no estoy a salvo a alta velocidad” o “no tengo control”.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC). La TCC se centra en identificar y desafiar los pensamientos negativos que refuerzan el miedo a la velocidad. Por ejemplo, si una persona cree que la velocidad siempre lleva a un accidente, el psicólogo la guiará para modificar esta creencia. Además, esta terapia incorpora técnicas de exposición gradual, como enfrentar poco a poco situaciones que generen temor, empezando por velocidades muy bajas para ir aumentando poco a poco.
- Técnica de desensibilización sistemática. A la hora de vencer el miedo a la velocidad en automóvil o el que se experimenta en un parque de atracciones, es muy útil la técnica de desensibilización sistemática. Combina la exposición gradual con estrategias de relajación en ambientes muy controlados. Se apela a ejercicios de respiración profunda, mindfulness e incluso la realidad virtual (RV). Por su parte, la Universidad de Otago destaca la utilidad de la RV en el tratamiento de las fobias específicas. De ese modo, al recrear esos entornos y situaciones concretas que desencadenan la fobia en el paciente, se logra habituarlo a dichas experiencias y reducir la ansiedad de manera progresiva sin necesidad de fármacos. Es un recurso interesante que ahora mismo se emplea con bastante éxito.