Las traiciones han sido causantes de grandes tragedias en la historia de la humanidad. Hay falsedad dentro de la política buscando alcanzar el poder; existen engaños comerciales y deslealtades religiosas, pero, sin dudas, las infidelidades amorosas son las que más dolor nos generan. En estos días, una pareja de famosos estuvo en boca de todo el país y en los diarios del mundo, por atravesar una crisis coronada por la traición. Mauro Icardi, Wanda Nara y Eugenia “la China” Suarez, como la tercera en discordia, expusieron en las redes sociales una situación sentimental conflictiva.
Más allá del impacto mediático de esta historia en particular, hubo un tema que quedó instalado: el engaño amoroso. Y entre los seguidores de Facebook, Twitter e Instagram empezaron a surgir preguntas como estas: ¿es infidelidad coquetear o flirtear con alguien por las redes sociales? ¿Qué le pasa al cuerpo cuando se descubre una traición amorosa? ¿Se puede perdonar y recuperar la confianza en la pareja?
La realidad es que a nadie le gusta ser engañado/a y el cuerpo manifiesta esa decepción de diferentes maneras. Con Bienestar habló al respecto con la psicóloga Ana María Fusaro (M.N. 60.808), que explicó que hay muchas maneras de ser infiel en la pareja: “La que generalmente nos convoca es la que se genera con la aparición del ´tercero de la discordia´. El primer impacto es emocional. Todo se entremezcla y el engañado puede manifestar un arcoíris de sentimientos: ira, odio, tristeza, angustia, vacío, sed de venganza y podríamos seguir enumerando. Las reacciones van, dependiendo de la personalidad, desde la violencia física y/o verbal al mutismo total, conjuntamente con la huida”.
La especialista explicó que una vez que el impacto inicial cede, puede ir apareciendo la “racionalidad, la decisión más pensada y amigable, siempre y cuando la herida no haya sido mortal o la repetición de la misma herida ya no dé lugar a sanar más”.
“La persona infiel en muchas ocasiones es reiterativa en sus patrones de comportamiento y dependerá de cuán codependiente sea la pareja y también de sus valores y sensaciones”, sostuvo la psicóloga.
Para ella, la culpa es el motor que alimenta el arrepentimiento del infiel: “Eso lo motiva a tratar de resarcir sus actos con otros que conoce muy bien y que serán muy efectivos para que su pareja lo perdone. Así, en muchos casos, es el camino hacia un sinfín de situaciones repetidas y displacenteras. En el caso de la situación única es diferente, hay un dejo de deslealtad más que de un tema sexual. La mente se conmociona y las emociones son un torbellino desconocido para la persona. Se genera confusión, seguida de una sensación de vacío existencial”, explicó.
A nivel corporal, según Fusaro, puede haber una variada gama de consecuencias ante el disparador de la infidelidad: “La deslibidinización, en términos más llanos, sería la falta de deseo sexual y atracción por el otro que nos lastimó. La desmotivación amorosa hacia el otro. Y por el lado opuesto, tal como en la mente, puede haber un deseo furioso de enmendar la situación a través de una relación sexual fortísima como prueba de que la llama del amor de esta pareja está viva. En el medio: un mundo. Aquí actúa el caso por caso. Siempre, eso sí, al igual que en aquella vasija de porcelana china reparada con hilo de oro, quedará la huella del dolor”.
Por su parte, Gregorio Alcain, médico especialista en Psiquiatría (M.N 74.584), expresó: “La angustia, la tristeza, la ira, el dolor general desencadenado por cualquier problema de la vida -como puede ser una infidelidad, un duelo, etcétera- son emociones y sentimientos que, por supuesto, repercuten en el organismo de miles de maneras distintas: ataques de pánico, palpitaciones, descompensaciones, problemas estomacales e intestinales, baja/alta presión, entre otras posibles patologías”.