Cuando uno toma un alimento congelado de la góndola del supermercado es casi imposible saber si fue descongelado y recongelado, un proceso con consecuencias potencialmente dañinas. Por lo tanto, los investigadores que informan en ACS Sensors diseñaron un dispositivo de grado alimenticio a partir de materiales comestibles (sal de mesa, col roja y cera de abejas), que permite conocer el tratamiento que se le dio realmente.
El sensor de prueba de concepto proporciona una lectura de color cuando se calienta por encima de una temperatura específica, que es ajustable de -50 C a 0 C.
Mantener los alimentos fríos mientras se transportan y almacenan es esencial para conservar su sabor y calidad, reducir el riesgo de intoxicación alimentaria y minimizar el desperdicio.
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Si bien los investigadores han desarrollado dispositivos que alertan a los fabricantes cuando los artículos fríos están expuestos a temperaturas no deseadas, solo indican cambios por encima del punto de congelación.
Un sensor para productos congelados
Una solución para crear un sensor de productos congelados podría ser utilizar materiales con propiedades eléctricas que se alteran al fundirse. También sería ideal si tales cambios pudieran producir una señal, como un cambio de color visible.
Además, un dispositivo electrónico comestible, que utiliza solo alimentos y componentes consumibles, sería la forma más segura de controlar los alimentos. Entonces, Ivan Ilic, Mario Caironi y sus colegas se propusieron desarrollar el primer sensor de temperatura totalmente comestible y autoalimentado con un indicador de color visible para su uso con productos congelados.
Los investigadores comenzaron construyendo un dispositivo que generaba una corriente eléctrica a medida que se descongelaba, conectando electrodos de magnesio y oro a través de una solución electrolítica contenida en un recipiente de plástico.
Probaron el dispositivo con soluciones de electrolitos comestibles congelados, incluyendo sal de mesa y sales que contienen calcio, y alimentos naturalmente ricos en electrolitos, incluyendo una uva, un melón y una manzana. A medida que las soluciones se descongelaron, realizaron una corriente que los investigadores dicen que podría ajustarse, según la cantidad e identidad de la sal.
A continuación, este dispositivo se conectó a un sistema de cambio de color, que contenía electrodos de estaño y oro y jugo de repollo rojo, que produjo un cambio irreversible de púrpura rojizo a azul cuando se aplicó corriente.
En el paso final, el equipo juntó todas las partes en un bloque de cera de abejas que contenía las soluciones de indicadores activadas por temperatura en cámaras separadas y demostró que el dispositivo autoalimentado podría usarse para el monitoreo de alimentos congelados. Los investigadores dicen que su sensor de prueba de concepto allana el camino para que los materiales comestibles se utilicen en tecnologías económicas y seguras que alertan a los clientes sobre el historial de almacenamiento de un producto congelado.
Los autores reconocen la financiación del Consejo Europeo de Investigación, el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea y la Actividad de Sostenibilidad del Istituto Italiano di Tecnologia.