Es el aditivo más antiguo y más usado en alimentación. Tanto que en la dieta actual se consume en exceso, lo que tiene un efecto directo y perjudicial en la salud mundial.
“La sal es la fuente principal de sodio para el cuerpo. Un mineral necesario para el correcto funcionamiento y equilibrio de músculos, fluidos corporales y nervios que en exceso está relacionado con la hipertensión y, por tanto, con problemas cardiovasculares”, explica Jorge Franchella (M.N. 44.396), médico deportólogo y cardiólogo.
Se estima que cada año se podrían evitar 2,5 millones de fallecimientos si el consumo de sal a nivel mundial se redujera al recomendado. Menos de 5 gramos (algo menos que una cucharita de té) por día, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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En el mercado, se pueden encontrar varios tipos de este popular condimento. Entre los más habituales, están la sal de mesa y la sal marina, pero también otras como la ahumada, la negra, kosher o la rosa del Himalaya.
“Si bien todas ellas contienen sodio, se tiende a pesar en la sal marina como una alternativa más saludable frente a la sal de mesa, lo que puede llevar a un consumo excesivo”, advierte el especialista y aclara: “ambas comparten muchas similitudes, sin que las diferencias sean demasiado destacadas en cuanto a salud”.
Qué es la sal de mesa
También conocida como sal fina o común, este es el tipo más utilizado en el día a día. Se obtiene de salinas o minas terrestres y es sometida a un proceso de refinamiento para la obtención de la textura con la que se comercializa. Este tratamiento hace que pierda su aporte en minerales. Aunque suele comercializarse enriquecida, con yodo, de ahí la sal yodada.
La textura de esta variedad es muy fina y uniforme, lo que puede llevar a condimentar en exceso la comida, echando de más sin querer. Su sabor es algo más fuerte porque se purificó y eliminó cualquier rastro de minerales.
Qué es la sal marina
La sal marina es el término que designa a aquella que se produce a través de la evaporación del agua del océano o del agua de los lagos de agua salada.
Es menos procesada que la sal de mesa por lo cual retiene oligoelementos, como subraya la Mayo Clinic. Esto hace que además de sodio contenga otros minerales como:
- Yodo.
- Magnesio.
- Hierro.
- Calcio.
Estos minerales añaden sabor. La sal marina está disponible como grano fino o cristales.
Similitudes y diferencias entre la sal de mesa y la sal marina
Estas variedades difieren en su composición, ya que la sal marina contiene una pequeña cantidad de minerales naturales que la variedad común no aporta.
“Sin embargo, tienen los mismos valores nutricionales y niveles de sodio: en torno a un 38% de sodio en ambas”, señala Franchella.
También muestran diferencias en cuanto a textura y tamaño. Mientras que la sal de mesa es fina y se disuelve rápidamente, la proveniente del mar es más gruesa y aportará cierto crujido al sazonar sobre los alimentos. Debido al aporte en oligoelementos la sal de mar aporta un sabor más complejo que la común.
El precio también puede marcar la diferencia. Aunque ninguna de ellas se va a ubicar como el producto más caro de la canasta de la compra, la variedad marina tiende a resultar ligeramente algo más cara. Sobre todo, si se opta por variedades ecológicas o en tamaño de escamas.
En resumidas cuentas: si se consume sal marina, tener en cuenta que su aporte de sodio es significativo y que excederse conllevará los mismos riesgos para la salud que tomar sal común.