Estamos experimentando un tiempo desafiante en el que convergen demasiadas situaciones personales y sociales que movilizan todo lo que somos. Si nos distraemos y nos dejamos arrastrar por la marea colectiva de emociones, de pensamientos y de conversaciones difíciles, caemos en un remolino de amargura y de sinsentido del que nos costará salir. ¿De qué manera podríamos sostenernos en la superficie? Desde hace tiempo vengo haciéndome esta pregunta y entiendo que la única forma de vivir en un mejor estado emocional, con claridad mental, en eje y con cierta armonía, es con la práctica espiritual de forma permanente. Necesitamos trabajar sin descanso en nosotros mismos. Todo lo que nos sucede es una experiencia que nos sirve para nuestra evolución. ¿Duele? Sí. ¿Nos abruma? Sí. ¿Nos llena de incertidumbre? Por supuesto. Es por eso que ahora más que nunca es tiempo de incorporar nuevas herramientas y de utilizar también las que hemos incorporado en los últimos años. Venimos de fuertes movimientos personales y colectivos desde hace mucho y todo el recorrido no ha sido en vano.
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Es por eso que me parece oportuno compartir hoy un poco de información sobre una de las prácticas espirituales fundamentales que pueden ayudarnos a modificar el presente y nuestro futuro. Mientras hacemos nuestro trabajo personal, nos iremos dando cuenta también de qué forma logramos hacer un aporte para el resto de las personas y de los grupos de los que somos parte.
La acción correcta como práctica espiritual
Urgida por resolver estas preguntas y por ofrecer información valiosa a muchos más, hace un tiempo, le pedí ayuda a Monika Correia Nobre, una de las maestras en meditación (y otros saberes) más sabia que conozco. Hay muchas “cosas” que podemos hacer para estar más fuertes de espíritu de la misma manera en que entrenamos el cuerpo. Creamos algunas conversaciones muy profundas que se pueden escuchar en su podcast “Destino Astroflor”. Uno de esos episodios se lo dedicamos a la acción correcta como práctica espiritual. Cualquiera de nosotros puede ejercitar su ser mediante estos saberes y observar de qué manera, las experiencias se modifican.
Tenía muchas preguntas que ella con paciencia de maestra fue respondiendo de forma simple y clara. ¿Cómo podríamos discernir si lo que hacemos es correcto o no? ¿Hay decisiones y experiencias que pueden ser correctas para uno pero no para otras personas? ¿Por qué a veces, aun haciendo lo correcto, no vemos un resultado coherente de forma inmediata? ¿De qué forma la acción correcta transforma el presente? Estas son algunas de las explicaciones más importantes que ha compartido conmigo para que yo comparta a su vez, con otros más.
¿Esto es lo que yo quiero recibir en el futuro?
“Las acciones correctas son acciones conscientes, son acciones coherentes. Cuando somos coherentes se nos abre una ventana de oportunidad. Hay una pregunta que nos puede guiar a lo largo de la vida cuando estamos tratando de hacer esta acción correcta o encontrar esta coherencia personal. ‘¿Esto es lo que yo quiero recibir en el futuro?’. Desde la ley del karma todo lo que estoy creando, lo estoy co-creando conmigo misma para otro espacio tiempo por venir”, explica Mónica quien además es una de las astrólogas con orientación kármica más importantes de Argentina.
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“La acción correcta tiene muchos niveles. El punto de inicio es la autobservación. Necesitamos aprender a observarnos y luego a tomar consciencia si eso que estamos pensando es coherente con lo que sentimos y con lo que deseamos. Los pensamientos son el primer nivel constructor de todas las formas y de todos los enlaces. Es entonces cuando nos podemos ayudar con las prácticas de meditación, de conciencia plena, de atención”, agrega.
“¿Esto que estoy pensando, sintiendo y juzgando del otro, es lo que yo quiero vivir? Uno de los ejemplos más claros es observar qué estamos pensando cuando nos sentimos enojados con otra persona. Si en nuestro interior la estamos insultando, aunque no hayamos dicho nada, el universo de alguna forma va a devolvernos algo de eso. Esta experiencia mínima puede ser un punto de partida porque se replica en todo lo demás”.
Autobservación: sólo de lo correcto nace lo correcto
“La autobservación es fundamental cuando estamos en el primer nivel de construcción de la realidad. El pensamiento es la base de la acción. De lo correcto nace lo correcto. Si uno está en un pensamiento de violencia, es eso lo que va a recibir”, explica Mónica y agrega una descripción más para que no nos queden dudas. “Es muy simple. Si yo no quiero que me mientan, no tengo que mentir. Cuando miento estoy construyendo la base para recibir en el futuro eso mismo. La incoherencia es pensar que voy a recibir otra cosa. Es ley. Vamos a recibir lo mismo y posiblemente suceda en reiteradas ocasiones, todas las veces que haga falta para que entendamos que no es necesario mentir, por seguir el ejemplo. Con la práctica también comprenderemos que cuando mentimos o ejercemos la violencia estamos divididos, porque todo está conectado, el otro también es un yo y lo que hago siempre regresa a mi, hasta que finalmente aprendemos”, especifica.
Los pequeños movimientos nos permiten acercarnos a nosotros mismos
Mónica, que es una reconocida maestra de meditación Antakarana y que dirige la Escuela de meditación Astroflor, nos ayuda a comprender de qué manera podemos iniciar un proceso de cambio interno. “Cuando nos entrenamos en el proceso de pensar, empezamos a poder frenar esos pensamientos. De esta forma creamos condiciones emocionales correctas, más felices y armoniosas. Las acciones que tomaremos desde esos pensamientos estarán en sincronía con esa vibración que es muy diferente a la de la violencia, la mentira y la división. Si nos detenemos un instante a observar el pensamiento y la emoción y podemos preguntarnos: ‘¿Es esto lo que yo quiero vivir?’. Es suficiente. De seguro lo vamos a poder modificar. En ocasiones los cambios no son instantáneos porque hay cosas que ya se estaban gestando anteriormente. En otras, sí. Para la mayoría de los procesos necesitamos un tiempo de gestación. Por eso es fundamental aprender a pensar a largo plazo. De alguna forma es como estar en un ‘sólo por hoy’ permanente”.
Con la certeza que tiene una persona que ha trabajado consigo misma y con miles de alumnos a lo largo de las décadas, ella asegura que sólo necesitamos detenernos. “Esperar, tomarnos un instante y observarnos puede lograr que cambiemos una elección incorrecta por una más coherente con quienes somos y con cómo queremos vivir el futuro. Poder elegir si decimos algo o no ya cambia el resultado. A veces nuestra vida no se transforma con base en grandes giros, sino que son pequeños movimientos los que nos permiten acercarnos a nosotros mismos.”
“Con el tiempo, la práctica de la acción correcta se naturaliza y ya no nos resulta difícil discernir si algo es correcto o no. Percibimos instantáneamente cuando no estamos siendo coherentes. Es como cuando aprendemos a leer. Ya nunca dejamos de hacerlo cuando las letras aparecen”, explica la astróloga.
Mónica Correia me comparte una última enseñanza a modo de recordatorio: “Construimos nuestro futuro en cada pensamiento que permitimos, en cada emoción que alimentamos y en cada paso que damos. El presente es lo mejor que tenemos, es nuestro mayor tesoro. Tenemos que hacer lo mejor que podamos con nuestra vida en la mayor coherencia posible”.
Que así sea.