Querer y no poder. Pensar o actuar. La rumiación es uno de los elementos clave de la neurosis obsesiva. Tal y como su nombre indica, esta alteración se basa en las obsesiones y pensamientos recurrentes que aparecen en la mente de la persona.
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“La palabra neurosis implica conflicto en el interior de la persona. Trae aparejado un importante malestar con diversas manifestaciones de ansiedad y otros síntomas. En el caso de la neurosis obsesiva, el drama central se libra entre la razón y la pasión”, resume el licenciado Guido Zannelli (M.N.55.080) miembro adherente de APdeBA, la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Dado el uso descuidado de estos dos conceptos, para hablar de neurosis obsesiva se necesita un diagnóstico psicológico completo.
En otras palabras, según el propio experto, es desear fuertemente algo y sostener una oposición a nivel de los principios morales, como si se tratase de algo prohibido o que traería todo tipo de consecuencias. Por ende, una típica solución es posponer la toma de decisiones hasta alcanzar una supuesta situación de control absoluto, donde allí sí pueda tomarse una elección “correcta”.
Si bien muchos actos de la vida cotidiana tienen una característica obsesiva, el caso de la neurosis obsesiva de distingue en el punto que las decisiones que entran en conflicto adquieren una importancia desmesurada, como si la vida dependiese de ello.
Las características de la neurosis obsesiva
Los que más suelen prestarse a confusión son los síntomas y rasgos obsesivos. Son fáciles de reconocer y observables en la vida diaria, desde los actos banales de la rutina hasta cambios de humor y crisis de nervios.
Entre los típicos rasgos obsesivos, el experto enumera:
- La duda repetitiva acerca de haber hecho o no algo y sus posibles resultados.
- El chequeo constante de un detalle u orden determinado.
- Alguna idea recurrente como única huella donde rumiar los pensamientos.
- Uno o varios actos compulsivos.
- El rito mágico, que atribuye un efecto a un suceso determinado sin existir una relación de causa-efecto comprobable entre ellos.
- La culpa insistente.
- La angustia
Y agrega: “Un típico rasgo obsesivo es el deslinde entre pensamiento y emoción”.
En general, a la emoción se la somete a una sofocación suave o una represión duradera. “Lo que a continuación sucede es que el pensar poderoso empieza a funcionar como una herramienta concreta: si no lo pienso no sucede”, describe Zannelli y señala que la segunda división importante que se encuentra es entre el pensamiento y la acción. “Esto ya grafica mejor de qué se compone un cuadro de neurosis obsesiva”.
El mundo vincular
Es importante entender por qué los vínculos también se ven afectados por estas manifestaciones. El mismo fluctuar de las emociones, el vaivén de acercarse y alejarse de los otros, y las interacciones sociales activan núcleos de ansiedad en cualquier personalidad.
“La mente desarrolla mecanismos para adaptarse y manejar dichas situaciones. Significa contener los desequilibrios que provocan la dependencia y separación de los vínculos queridos. El temor al abandono, la pérdida de autoestima, los celos posesivos, expresan reacciones que la personalidad no alcanza a procesar”, indica el psicoanalista. Son situaciones que representan gran estrés psíquico y afectan los procesos mentales, cargándolos de inquietudes, dudas, impulsos, angustia y culpa.
“El drama vincular puede devenir una obsesión neurótica. Necesitando saber dónde se encuentra cada quién, cuándo regresarán, por qué han dicho tal cosa, qué fue aquello tan gracioso y no se entendió. Esto se trasluce en interrogatorios o protocolos que atentan a la espontaneidad”, describe el licenciado y aclara que por lo general, está acompañado de cierta actitud enojosa si no se cumplen las condiciones preestablecidas. Y si los hechos resultantes distan de ser los pensados sobreviene la insatisfacción y un clima de tensión. “Es aquí donde suelen aparecer los mecanismos de control compulsivos. Coartando una libre circulación de afecto, generando malestar y resentimiento”, remarca.
La neurosis obsesiva es un cuadro perfectamente tratable y los pronósticos generales son positivos. El abordaje de la psicoterapia es lo más indicable en la mayoría de casos. Es clave el compromiso de la persona con el alivio de sus síntomas, esto se evidencia en la voluntad de conocerse a sí mismo y comprender lo que piensa o siente.