Buenas noticias para los que gustan del vino tinto. Si bien ya se habló mucho sobre los beneficios potenciales de adoptar la bebida en forma moderada, un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de investigadores demuestra que una copa al día, más específicamente de la variedad merlot, aporta mejoras a la microbiota intestinal -una población de bacterias buenas que vive en ese órgano- y, en consecuencia, al corazón.
El estudio, publicado en la revista científica JAMA Network Open, contó con la participación de científicos brasileños y con el respaldo de la Fundación de Apoyo a la Investigación de São Paulo (FAPESP).
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“El interés por estudiar la interacción del vino con la flora intestinal surgió porque, en los últimos años, la microbiota ha sido identificada como un participante importante en la salud humana cuando se relaciona con diversas enfermedades, como las cardiovasculares, cánceres e incluso trastornos del espectro autista. Esto se debe a que todo lo que comemos tiene que pasar por el intestino, un órgano que, al metabolizar los alimentos, produce sustancias que interfieren en varios sistemas fisiológicos del cuerpo”, explica Protasio Lemos da Luz, cardiólogo e investigador senior del del Instituto del Corazón (InCor).
Para llegar a la conclusión, el ensayo clínico involucró a 42 pacientes de un promedio de 60 años con enfermedad arterial coronaria (EAC), una condición que causa obstrucción de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón. Los participantes pasaron por una estrategia conocida como crossover, cuando se intercalan dos intervenciones y luego se comparan sus resultados.
En general, todos los pacientes bebieron un vaso de 250 ml de vino tinto al día, durante tres semanas. La bebida fue producida con uva merlot por el Instituto Brasileño del Vino, especialmente para el estudio, y tenía una concentración de alcohol del 12,75%. Luego, los voluntarios permanecieron durante el mismo período, 21 días, en abstinencia de alcohol.
Tanto antes del período de bebida como del período sin alcohol, había un intervalo de dos semanas para algo llamado lavado, una interrupción en el consumo de ciertas sustancias para que no influyan en los resultados. En estos 14 días, además de las bebidas alcohólicas, se prohibieron los alimentos fermentados, prebióticos, probióticos, fibras y productos lácteos.
“Cuando se trata de aterosclerosis, básicamente tenemos dos formas de tratamiento: una es usar estatinas, medicamentos que disminuyen los eventos cardiovasculares, y la otra es modificar el estilo de vida, hacer ejercicio, evitar fumar, cuidar factores de riesgo como la hipertensión y controlar la dieta, y esto incluye el consumo moderado de vino”, detalla el investigador Protásio da Luz,, que estudia los efectos del vino tinto desde hace más de 20 años.
Las conclusiones sobre el impacto del vino en la microbiota
Los investigadores observaron que la microbiota intestinal sufrió una remodelación significativa después del período de bebida, con predominio de los géneros Parasutterella, Ruminococcaceae, Bacteroides y Prevotella. Tales microorganismos son fundamentales en la homeotasa humana, es decir, en el funcionamiento normal del organismo.
También se observaron cambios significativos en los procesos metabólicos que aseguran el equilibrio de moléculas oxidantes y antioxidantes, evitando el llamado “estrés oxidativo”, que induce enfermedades como la aterosclerosis. Con estos resultados, los investigadores concluyeron que la modulación de la microbiota intestinal puede contribuir a los beneficios cardiovasculares del consumo moderado de vino tinto.
“Demostramos que una intervención habitual [utilizada por varias poblaciones, como las de España, Francia, Italia, Portugal y el sur de Brasil] puede interferir con la flora intestinal y la metabolómica plasmática (metabolitos presentes en el plasma), lo que explica en parte los efectos beneficiosos del vino observados en estudios a lo largo de los años. Sin embargo, advertimos que el consumo excesivo de alcohol, es decir, superior a 30 gramos [en el caso del vino, 250 ml] por día, es malo y se asocia con aumentos en la mortalidad por cánceres, accidentes y muertes violentas”, dice luz.
El estudio fue realizado por investigadores de las universidades de São Paulo (USP), Estado de Campinas (Unicamp), Verona (Italia), Brasilia (UnB), Harvard (Estados Unidos) y el Instituto Austríaco de Tecnología (Austria), y fue financiado por la FAPESP.