La Argentina daba como mucho para una nota “de color” en un diario como el Financial Times: una economía excéntrica con cifras de inflación únicas en el mundo, una moneda que los propios argentinos rechazaban y gobiernos que tomaban una y otra vez las mismas medidas exóticas que el mundo hacía más de medio siglo ya consideraba fracasadas. ¿Cómo podía un país potencialmente tan rico ser tan pobre? Un lugar curioso, pero nada recomendable para inversiones.
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La semana pasada todo cambió
Financial Times, el diario inglés, considerado una suerte de “biblia” de los inversores, le dedicó por primera vez en décadas un análisis profundo y un informe especial a los once meses de gestión de Javier Milei y las perspectivas económicas de la Argentina.
Casi un broche de oro para un mes que no para de traer buenas noticias para el plan económico del presidente libertario:
- el blanqueo ya llevó a los bancos más de 13.000 millones de dólares en billetes que, en parte, pronto se van a usar para comprar autos y propiedades;
- el Banco Mundial, el BID y otras instituciones financieras multilaterales prometieron dólares frescos;
- el FMI levantó los pulgares al acuerdo con su deudor más grande de toda la historia de la humanidad;
- el país aprobó el examen en la cumbre del GAFI, el organismo que vigila el lavado de dinero, y no va a entrar en la “lista infamante” que impediría muchas inversiones;
- las acciones siguieron volando, y el riesgo país cae y perforó la simbólica barrera de los 1.000 puntos.
Solo buenas noticias, pero para que se despejaran todas las dudas de los mercados internacionales y el país pudiera renovar sin drama los bestiales vencimientos que acechan el año que viene (unos 20 mil millones de dólares), ese número “mágico” del riesgo país debería caer por debajo de los 300 puntos básicos.
Si el riesgo país bajara hasta ahí, la Argentina podría hacer lo que hacen todos los países del mundo: dejar de pagar sus deudas con sus escasísimos dólares de reservas y las renovaría tranquilamente emitiendo nuevos bonos.
¿Pero por qué todavía no sucedió eso, cuando el país está gobernado desde hace once meses por un presidente que demostró que está dispuesto a todo con tal de mantener el superávit fiscal y que se declara fanáticamente promercado en todos los foros internacionales que puede?
Una respuesta simbólica contundente
El propio diario londinense tiene una respuesta “simbólica” muy contundente a esa pregunta: una entrevista con Axel Kicillof, el gobernador bonaerense y “retador” de Cristina Kirchner para encabezar el peronismo: “Argentina still loves the big state despite Milei, says top Peronist” Traducido: Kicillof les aseguró a los inversores que -a pesar de Milei- los argentinos todavía “aman” el estado bien grande. El Financial Times “no la ve”.
Para quien crea que es solo un divertimento de los medios la aparentemente furiosa interna que copa las noticias entre Cristina Kirchner, el peronista bonaerense de origen marxista-leninista Kicillof y el gobernador riojano Ricardo Quintela, la inesperada rebelión contra Cristina Kirchner por liderar el partido explica en parte por qué el riesgo país tarda tanto en llegar al nivel en el que se abren las puertas de los mercados internacionales.
Una famosa frase del general Juan Domingo Perón, el inventor del peronismo, rezaba que “los peronistas somos como los gatos, cuando parece que nos estamos peleando, nos estamos reproduciendo”.
Nadie duda que, si realmente se concreta la elección interna en noviembre para dirigir el peronismo, Cristina Kirchner la ganaría “caminando”. Su figura saldría políticamente fortalecida. Cuando parecía que el kirchnerismo estaba acabado, los “gatos” se empezaron a reproducir.
Por si faltaban más dudas de que el kirchnerismo -que funciona como un espantapájaros para los mercados mundiales- reapareció con fanfarrias, el propio Javier Milei salió a aplicar una estrategia dudosamente exitosa: reta a duelo simbólico a Cristina Kirchner avisando que él quisiera clavarle el último clavo del cajón a la expresidenta.
¡Bingo! Cristina Kirchner pudo hacer lo que mejor sabe, que es victimizarse como blanco de un intento de magnicidio.
El kirchnerismo en el ring side
Milei podría estar cometiendo el mismo error de Mauricio Macri, mal asesorado por el gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba: subir al kirchnerismo al ring side innecesariamente.
El kirchnerismo, para los mercados internacionales, es lo que en el arte pictórico se llama un “memento mori”: es esa calavera que los maestros renacentistas pintaban al pie de los cuadros de los monarcas para que no se les subleve el ego. “Recuerda que eres mortal”. Aplicado a la Argentina: “Recuerda que ahí está el peronismo”.
Después de las reformas menemistas de los 90 y después del gobierno promercado de Mauricio Macri, el kirchnerismo siempre volvió y se encargó de dar marcha atrás todo rápidamente. Los mercados se quemaron con leche con la Argentina. Ven un kirchnerista y lloran.
Por eso a once meses de un gobierno con un presidente capaz de sacrificar lo que sea con tal de exhibir superávit fiscal, todavía el riesgo país tiene un trecho largo para recorrer hasta que abran sus bolsillos.
Y cuando en los mercados internacionales sacan la vista de ese “memento mori” kirchnerista, la posan sobre Javier Milei, que tiene apenas el 15 por ciento de la Cámara de Diputados y la décima parte del Senado, y que aún así todos los días abre un nuevo frente de conflicto.
La última ofensiva fue contra los medios de comunicación, de los que aseguró que “el 85 por ciento miente” en una entrevista el domingo pasado en TN.
Para que no queden dudas, decretó al día siguiente el final para la exención del IVA al precio de medios gráficos y suscripciones digitales. Ya había arrancado su gestión anunciando el final de la pauta publicitaria nacional para los “ensobrados”.
Un acto innecesariamente hostil
El caso del IVA a los medios es un acto innecesariamente hostil contra un sector considerado clave y con grandes dificultades para lograr sustentabilidad económica ante el avance de las grandes plataformas de redes sociales de Silicon Valley.
Todos los países occidentales buscan proteger a los medios para garantizar la diversidad de información y opinión. Los consideran un pilar fundamental de las democracias liberales modernas que está económicamente asediado por las plataformas.
Para peor, el nuevo ataque a los medios probablemente termine siendo otra medida políticamente inútil, no solo por la “mala onda” que genera hacia el periodismo en sí, sino por el hecho de que la oposición en el Congreso podría reunir los votos para derribar ese decreto, como lo hizo meses atrás con el DNU para otorgarle fondos reservados a la SIDE: las cuestiones impositivas deben pasar por el Congreso. Podría terminar en otra derrota política que exhiba innecesariamente debilidad política uniendo a sus aliados del PRO con el kirchnerismo.
Los inversores también ven que Milei, además de boicotear su relación con los medios, busca a toda costa estropear su vínculo con sus aliados políticamente “naturales”: el PRO de Mauricio Macri. La Libertad Avanza en la ciudad de Buenos Aires desafió la semana pasada al jefe de Gobierno Jorge Macri con una propuesta de “Ley Bases” porteña.
Difícilmente tenga los votos para imponerla y solo sería una derrota política más, pero apunta a dejar en claro que el partido de Milei quiere alejar toda posibilidad de unir listas con el macrismo en la elección de medio término del año que viene.
Si no hay unidad en la ciudad, es poco probable que la haya en el distrito más importante: la provincia de Buenos Aires.
Falta un año para esas elecciones, pero en los mercados internacionales ya sacan cuentas de que, si Milei no arma alianzas, difícilmente supere su condición de minoría con muchos desafíos para lograr gobernabilidad y frenar al kirchnerismo: en el segundo tramo de su mandato tampoco contaría con mayoría en el Congreso.
Para un gobierno que basa su poder en la simbología del “56 por ciento” que obtuvo en el balotaje de noviembre de 2023, el metamensaje de una “derrota” en los dos distritos centrales del país puede ser letal, por más que numéricamente mejore su posición en el Congreso.
Una encuesta de la consultora CB muestra que, si el partido de Milei va separado del PRO, la elección bonaerense la ganaría el kirchnerismo.
No sería grave, mientras después Milei siga contando con el apoyo de los diputados macristas en el Congreso. Pero, nuevamente: ¿dónde quedaría la simbología del 56 por ciento para seguir avanzando con sus reformas?
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Y en la ciudad, en la que directamente desafía al macrismo, corre riesgo de salir tercero, detrás del PRO y el peronismo porteño. Como la ciudad también elige senador, esa elección -la primera con boleta única de papel- competirá en centralidad con la bonaerense.
En todas estas tribulaciones de los mercados internacionales, además de jugar el kirchnerismo y su siempre tóxico “memento mori”, también sale a la cancha el propio Milei con su alergia a generar alianzas, coaliciones y consensos y su afición por generar conflictos nuevos todo el tiempo. Eso también explica que el riesgo país tarde tanto en bajar.