El pan es uno de los alimentos más tradicionales y versátiles que existen en la gastronomía argentina. A lo largo de los años, surgieron infinidad de variantes, adaptadas a los gustos locales y a las tendencias culinarias. Dentro de esta rica diversidad, los panes de remolacha y queso se destacan por su sabor único, fácil preparación y por su capacidad de adaptarse a diversas ocasiones, desde una picada hasta un desayuno o merienda.
La combinación de remolacha y queso en un pan no solo ofrece una explosión de sabor, sino también un color vibrante que lo hace visualmente atractivo. La remolacha, con su dulzura natural y su toque terroso, se fusiona de manera ideal con la suavidad del queso, creando una mezcla que resulta irresistible. Esta receta, además de deliciosa, es muy fácil de preparar, lo que permite disfrutarla en cualquier momento sin necesidad de complicarse demasiado en la cocina.
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Uno de los mayores atractivos de los panes de remolacha y queso es su versatilidad. Son perfectos para acompañar una picada, ya que su sabor suave pero sabroso combina perfectamente con fiambres, aceitunas o untables. Su textura es ideal para ser servida en pequeños trozos o cortada en rodajas, convirtiéndolos en el bocado perfecto para compartir entre amigos o en reuniones familiares. También son una opción excelente para el desayuno o la merienda, especialmente si se los sirve tostados con un poco de queso untable. La combinación del pan calentito con el queso cremoso genera una experiencia de sabor reconfortante y deliciosa.
La receta de estos panes es sencilla y accesible. Solo basta con mezclar la remolacha cocida y triturada con harina, levadura, queso rallado y algunos ingredientes básicos para lograr una masa suave. Una vez que se hornea, el pan adquiere una corteza crujiente por fuera y una miga tierna por dentro, lo que lo convierte en una opción irresistible para cualquier hora del día. Además, su preparación no requiere de técnicas complicadas, lo que lo convierte en una excelente opción para quienes se inician en el mundo de la panadería casera.
Cómo hacer pancitos de remolacha y queso
Ingredientes:
- 2 remolachas medianas
- 500 g de harina 000
- 20 g de levadura fresca
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de azúcar
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 1 huevo
- 150 g de queso rallado (puede ser queso parmesano o el que más te guste)
- 150 ml de agua tibia (aproximadamente)
- 1 cucharada de leche (opcional, para pincelar los pancitos)
Preparación:
- Cocinar las remolachas: Primero, lavá bien las remolachas y cocinálas en agua con un poco de sal hasta que estén tiernas (aproximadamente 30-40 minutos). Una vez cocidas, pelalas con las manos (sale fácil) y trituralas con un tenedor o procesador hasta obtener un puré. Reservá.
- Activar la levadura: En un recipiente pequeño, disolvé la levadura y el azúcar en el agua tibia. Dejá reposar unos 10 minutos, hasta que la mezcla empiece a hacer burbujas. Esto quiere decir que la levadura está lista para usarse.
- Preparar la masa: En un bol grande, colocá la harina, la sal, el puré de remolacha, el queso rallado y el aceite de oliva. Hacé un hueco en el centro y volcá la mezcla de levadura. Comenzá a integrar todo, primero con una cuchara y luego con las manos, hasta formar una masa suave.
- Amasar: Volcá la masa sobre una superficie limpia y amasar durante unos 10 minutos, hasta que quede elástica y homogénea. Si la masa está demasiado pegajosa, agregá un poquito más de harina, pero con cuidado de no ponerle de más para que no quede dura.
- Dejar leudar: Cubrí la masa con un repasador limpio y dejá reposar durante 1 hora, o hasta que haya duplicado su tamaño. Asegurate de que el lugar esté cálido para que fermente bien.
- Formar los pancitos: Una vez que la masa haya levado, dividila en pequeñas porciones (unos 10-12 pancitos, dependiendo del tamaño que prefieras). Amasá cada porción formando bolitas o pequeños panecillos. Colocalos en una bandeja para horno previamente enharinada o con papel manteca.
- Pincelar y dejar reposar: Si querés que los pancitos queden dorados, pincelalos con un poco de leche (o huevo batido, si prefieres) y dejá reposar unos 20 minutos más para que levanten un poquito más.
- Hornear: Precalentá el horno a 180°C y horneá los pancitos durante 20-25 minutos, o hasta que estén dorados por fuera y cocidos por dentro. Si les pegás un golpecito, tienen que sonar huecos.
- Dejar enfriar: Sacá los pancitos del horno y dejalos enfriar un poquito antes de servir.