El tomate es uno de los alimentos más usados en la cocina y se puede consumir en cualquier momento del día. Sin embargo, su vida útil suele ser corta porque madura muy rápido. Afortunadamente, un truco simple y poco conocido puede ayudarte a mantenerlos frescos por más tiempo: la posición en la que los guardás.
Guardá los tomates con el tallo hacia abajo
El tomate es una fruta delicada. Si lo dejás con el tallo hacia arriba, la zona que estuvo unida a la planta queda expuesta al aire y la humedad, y se convierte en un punto de entrada para bacterias y hongos, lo que acelera la descomposición. Además, esta parte es la más débil y tiende a perder agua y ablandarse con rapidez.
Al colocarlo con el tallo hacia abajo, protegés la zona más vulnerable, lo que evita la pérdida de agua y la entrada de microorganismos que dañan la fruta.

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Otros consejos para prolongar su frescura
- Si están verdes o apenas maduros: dejalos en un plato, separados entre sí y fuera de la heladera. Esto permite que maduren de manera uniforme sin humedad excesiva.
- Si están maduros (rojos) y no los vas a consumir de inmediato: dejalos en la heladera, siempre con el tallo hacia abajo, para ralentizar el proceso de descomposición.
Evitar amontonarlos y mantenerlos en un lugar seco y ventilado ayuda a que los tomates se conserven más firmes y sabrosos. Esto reduce desperdicios y asegura que lleguen frescos a tus platos.



