En el mundo gastronómico, la elección de las ollas y sartenes va mucho más allá de lo estético: el material con el que están fabricadas puede influir directamente en la salud, la calidad de las preparaciones y hasta en el consumo de energía. Durante décadas, el aluminio y el barro fueron protagonistas en las cocinas argentinas, pero hoy los especialistas coinciden en que existe una alternativa más segura y eficiente.
La respuesta de muchos chefs y nutricionistas es clara: el acero inoxidable de alta calidad. Este material se destaca por su resistencia a la corrosión, su facilidad de limpieza y su capacidad para conservar el sabor natural de los ingredientes sin liberar compuestos que alteren la comida. A diferencia del aluminio, que puede reaccionar con alimentos ácidos, o del barro, que requiere un mantenimiento especial y puede absorber sabores y olores, el acero inoxidable es neutro y estable.
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Uno de sus grandes beneficios es la durabilidad: una buena olla de este material puede durar décadas sin perder rendimiento. Además, distribuye el calor de manera uniforme, lo que evita puntos de sobrecocción y ayuda a que las recetas salgan parejas. Combinado con una base encapsulada de cobre o aluminio, logra una conducción térmica óptima, reduciendo los tiempos de cocción y, por ende, el gasto energético.

En términos de seguridad alimentaria, el acero inoxidable de calidad quirúrgica —con un mínimo de 18% de cromo y 10% de níquel— es prácticamente indestructible y no libera metales pesados. Esto lo convierte en una opción confiable para quienes buscan cuidar su salud sin resignar practicidad.
Claro que no es la única alternativa recomendable. El hierro fundido esmaltado, por ejemplo, es ideal para guisos y cocciones largas, ya que retiene el calor por más tiempo y mantiene la temperatura estable, aunque requiere un poco más de cuidado en la limpieza y el secado para evitar oxidación.
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En definitiva, elegir el material adecuado para cocinar es una inversión que repercute tanto en el resultado de los platos como en el bienestar a largo plazo. Si bien la tradición pesa y muchos siguen fieles a las ollas de barro o a las de aluminio, cada vez más cocinas profesionales y hogares optan por migrar hacia materiales más modernos y seguros.