La miel que consumimos suele ser producida por un tipo de abejas llamadas Apis melliferas, entre otras cosas porque generan mayor cantidad de miel que otras especies. Sin embargo, un grupo de investigadoras argentinas se centró en otra miel, que aun no tiene un mercado formal aunque es valorada por quienes tienen conocimientos de apicultura: la miel de abejas meliponas.
En un trabajo conjunto entre científicas de la Universidad de Tucumán, el Conicet y el INTA, analizaron las propiedades de este producto amarillo y detectaron su potencial para combatir bacterias. La investigación se encuentra en sus primeras etapas pero ya cuenta con resultados favorables en laboratorio.
¿Cuál es la diferencia entre productos? En general, la miel de abejas meliponas tiene una mayor proporción de humedad que la de abejas africanas o Apis mellifera. Esto se debe a su forma de producción: las melliponas la fabrican en potes casi cerrados, que sufren escasa evaporación. En cambio, las otras lo hacen en celdas abiertas.
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La concentración de humedad favorece la proliferación de microorganismos, cuyo efecto pueda ser beneficioso para la salud. De hecho, dos de estas bacterias son las que tendrían un potencial probiótico y antibiótico: “Estas bacterias resisten a las condiciones del organismo (a las sales biliares y al tracto digestivo) para que puedan colonizar el intestino y darle propiedades de inmunidad a la persona”, detalló Florencia Arrollo, una de las investigadoras involucrada, según consigna Argentina Investiga.
De todas formas, otra de las científicas aclaró que falta tiempo para llegar a las pruebas en animales y humanos. “Aún falta caracterizar qué tipo de antibiótico produce el microorganismo, qué mecanismos usa para matar al patógeno y precisar las concentraciones necesarias para lograr ese efecto”, detalló Cintia Romero.
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Por el momento, se realizaron pruebas in vitro contra Listeria monocytogenes, Pseudomonas y Escherichia coli (bacterias causantes de enfermedades transmitidas por alimentos), donde se observó la inhibición de su crecimiento. Si el trabajo resulta satisfactorio en todas sus etapas, la miel podría usarse para enriquecer otros productos alimenticios o para elaborar nuevos fármacos.
El producto de estas abejas sin aguijón (que muerden para defenderse y que son originarias de nuestro continente) ya era usado desde la época precolombina, no solo como alimento sino para usos medicinales. En la actualidad, la especie desaparece en forma progresiva a causa del desmonte indiscriminado de bosques nativos y de daños humanos, que rompen los nidos para extraer la miel. Por estos motivos, el INTA tomó medidas que incentiven su cría.