Hacer ejercicio tiene numerosos beneficios para la salud y también está indicado para mejorar los síntomas de algunas enfermedades. De hecho, un nuevo estudio encontró que puede contrarrestar muchos de los efectos negativos asociados al tratamiento contra el cáncer, como los daños al corazón y al sistema nervioso, así como la niebla mental (dificultades cognitivas).
Los resultados del trabajo se publicaron en la revista British Journal of Sports Medicine y también muestran que la actividad física parece tener un impacto positivo en el bienestar psicológico y en la calidad de vida en general, algo que, según los investigadores, refuerza la idea de incorporarla de forma rutinaria en los protocolos terapéuticos para los pacientes con cáncer.

Aunque ya se realizaron varios análisis de datos sobre los efectos del ejercicio en pacientes oncológicos, aún existen importantes lagunas en el conocimiento, advierten los autores del estudio, que señalan que, hasta ahora, no se había llevado a cabo una evaluación exhaustiva que reuniera los resultados de todos los metaanálisis disponibles sobre este tema en personas con diferentes tipos de cáncer.
Beneficios del ejercicio para los pacientes de cáncer
Para fortalecer la base científica que guía la atención clínica, los investigadores realizaron una revisión de metaanálisis basados en ensayos clínicos aleatorizados, publicados entre 2012 y julio de 2024. El análisis abarcó 485 asociaciones extraídas de 80 estudios, todos ellos evaluados como de calidad moderada a alta.
Los tipos de ejercicio analizados variaban en duración e intensidad, e incluían prácticas mente-cuerpo como el yoga, el taichi o el qigong (28,5% de los casos); entrenamientos aeróbicos y de fuerza (10%); entrenamiento por intervalos de alta intensidad (HIIT) (4%); y otras modalidades (59%).

Los beneficios del ejercicio se estudiaron en personas con cáncer de mama (50% de los casos), pulmón (10%), sistema digestivo (4%), sangre (3%), próstata (2,5%) y otros tipos (31%). En total, el 54% de las asociaciones mostró resultados estadísticamente significativos, y el 17% y 31% de ellas contaban con un nivel de evidencia alto y moderado, respectivamente, según los criterios GRADE, un sistema que evalúa la calidad de la evidencia científica.
La actividad física también mejoró indicadores clave de salud como la composición corporal o los niveles de insulina, así como la calidad del sueño y el estado de ánimo. En comparación con no hacer ejercicio, o seguir solo los cuidados médicos habituales, la actividad física redujo varios efectos secundarios relacionados con el cáncer y su tratamiento. Por ejemplo, disminuyó los daños cardíacos y neurológicos causados por la quimioterapia, la niebla mental, y la dificultad respiratoria.
Los resultados tienen limitaciones
Los resultados arrojaron que también mejoraron algunos indicadores clave de salud como la composición corporal, los niveles de insulina, el factor de crecimiento similar a la insulina y la proteína C reactiva. A lo que se añaden mejoras en la calidad del sueño, el estado de ánimo, el funcionamiento físico, las relaciones sociales y la calidad de vida en general. Además, se encontró evidencia de nivel moderado a alto de que hacer ejercicio antes de una cirugía puede reducir el riesgo de complicaciones postoperatorias, dolor, tiempo de hospitalización y mortalidad.
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Los investigadores advierten que sus resultados tienen ciertas limitaciones, por ejemplo, los estudios incluidos variaban mucho en número y características, y es posible que las personas con cáncer que pudieron ejercitarse estuvieran en mejor estado de salud desde el inicio. Además, los efectos secundarios del tratamiento no son los mismos para todos los tipos de cáncer, ni para todas las fases de la enfermedad.
A pesar de esto, los autores concluyen que incluir ejercicios mente-cuerpo en las recomendaciones para pacientes con cáncer podría ser una opción muy valiosa. También señalan que se necesitan investigaciones más sólidas para seguir explorando beneficios, entender mejor cómo actúa el ejercicio y diseñar programas personalizados según el tipo de cáncer, momento del tratamiento, modalidad de ejercicio y características individuales del paciente.