El kinesiólogo es el profesional del área de la salud que, a través de la física y, básicamente, del movimiento, se ocupa de mantener la capacidad fisiológica de las personas y la prevención de sus alteraciones, a la vez que interviene en la rehabilitación, la recuperación y/o la reeducación.
El 13 de abril de 1937, se creó la Primera Escuela de Kinesiología en la Universidad de Buenos Aires por iniciativa del doctor Octavio Fernández, y en 1948, por decreto y conmemorando tal acontecimiento, se tomó esta fecha como el “Día del Kinesiólogo”. Esta celebración constituye un reconocimiento a la labor de quienes, con sus conocimientos, sus habilidades técnicas y amor al prójimo, contribuyen a que los individuos puedan transcurrir por la vida disfrutando del mayor bienestar posible.
Entre las ramas de esta especialidad, se encuentra la kinesiología respiratoria la cual comenzó a desarrollarse en la Argentina en la década del ‘50, durante la epidemia de poliomielitis, simultáneamente con la creación de las primeras Terapias Intensivas del país. Actualmente, es una especialidad de cuidados críticos y respiratorios, con un rol clave en la prevención, tratamiento y rehabilitación de afecciones respiratorias multicausales.
“El servicio de kinesiología respiratoria es para pacientes internados. Vienen derivados de centros de agudos o directamente de las obras sociales y no hay consultorios externos de este servicio”, explicó la licenciada Laura Altobelli (M.N. 13.348), que integra el equipo de Kinesiología Respiratoria de ALPI Asociación Civil.
“A diferencia de otros centros privados, el rol del profesional en kinesiología respiratoria es fundamental. Lo que destaca a ALPI de otros centros es que cuenta con un equipo de 15 profesionales que atienden en internación general”, añadió
Qué pacientes reciben kinesiología respiratoria y con qué objetivo
Altobelli dijo que “la kinesiología respiratoria tiene entre sus objetivos el cuidado y monitoreo de los pacientes con ventilación mecánica, la aplicación de técnicas para la protección e higiene de la vía aérea, el entrenamiento enfocado en ganar autonomía respiratoria para lograr la salida de la asistencia ventilatoria (es decir la capacidad de respirar por si solo), el fortalecimiento de los músculos respiratorios, la evaluación multidisciplinaria permanente y la aplicación de protocolos para retirar la traqueotomía y así recuperar las funciones de alimentación y habla, sin olvidar la educación, integración y entrenamiento de la familia para la preparación de la vuelta a casa del paciente”.
“Los pacientes recibidos en las áreas de cuidados respiratorios han pasado por una etapa compleja de internación aguda prolongada, generalmente en cuidados intensivos y, en su mayoría, con necesidad de traqueotomía (vía aérea artificial) y/o ventilación mecánica y se internan para comenzar una etapa intermedia, que es la parte más crítica del proceso inicial de rehabilitación. En esta instancia, necesitarán del acompañamiento permanente del equipo de salud y el abordaje en todos los aspectos biopsicosociales, entendiendo en estos casos a la rehabilitación desde los deseos y necesidades de cada uno de ellos”, comentó.
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Además, dijo: “No necesariamente el cuidado respiratorio se orienta a pacientes con enfermedad pulmonar crónica (EPOC, fibrosis), el abordaje es mucho más amplio e incluye patologías que dejan secuelas o ‘cicatrices’ a nivel respiratorio. El caso más claro y reciente son las secuelas post COVID (donde se observaron trastornos funcionales neuromotrices y respiratorios de larga evolución), pacientes neuromusculares, lesionados medulares, secuelas de ACV y todas aquellas enfermedades que cursen con internaciones prolongadas en terapia intensiva y que deriven en dificultades para restablecer la independencia respiratoria”.
La experta indicó que en la entidad donde se desempeña: “Entendemos a la kinesiología, cualquiera sea su especialidad, como una disciplina que observa e integra al paciente como un todo, teniendo como finalidad especifica de rehabilitación la necesidad de brindarle todas las herramientas posibles para facilitarle su inserción a la vida social y laboral, optimizando su funcionalidad, fomentando su independencia y la adquisición de hábitos saludables, tendientes a construir un individuo autosuficiente y digno, más allá de su discapacidad”.