Beber agua es fundamental para el organismo, pero a mucha gente le cuesta consumir la cantidad que debiera por día. Algunas asociaciones de salud recomiendan ingerir al menos 1,5 / 2 litros diarios, y aseguran que si uno bebe menos de un litro por jornada no le da al cuerpo el líquido que realmente necesita. ¿Qué puede hacerse entonces para que todos incorporen la cantidad necesaria a sus rutinas?
Un buen truco para quienes no se sienten atraídos por el agua por su falta de sabor es añadirle hierbas o frutas. Son ideales para crear una bebida, ya sea a partir de agua de la canilla o de agua mineral, y no tendrá ni azúcares ni añadidos químicos, a diferencia por supuesto de las bebidas saborizadas que se compran en cualquier negocio.
“Esos añadidos de sabor natural serán un guiño para atraer a las personas que no suelen beber agua con demasiadas ganas”, dijo en DPA el sommelier de agua André Uhlig.
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El único objetivo del agua aromática es que su consumidor beba realmente la cantidad recomendada por día. Muchos blogs aseguran que las aguas con frutas tienen un impacto maravillosamente positivo en la salud, incluso prometen “efectos détox” para el organismo, pero la realidad es que nada de eso ha sido comprobado científicamente.
La fruta, las hierbas y las verduras que uno le agregue al agua podrán generar sorpresa y placer al paladar, pero la cantidad de vitaminas y minerales que le aportan es mínima.
Los múltiples nombres para este tipo de aguas
Aguas saborizadas, aromáticas, vitamínicas e infusiones. Se les dan mil nombres a las aguas de canilla enriquecidas con frutas, verduras y/o hierbas que le aportan sabor a la bebida sin importar si se trata de agua corriente o mineral.
Uhlig tiene un consejo según el tipo de agua: “El agua fuertemente mineralizada puede llegar a tapar el sabor de la fruta, por lo que es mejor optar por agua mineral con un grado de mineralización medio”, señaló. En definitiva, sostuvo que lo que realza el efecto de los aromas de la fruta es esa mezcla singular de agua con minerales, oxígeno y gas.
Pueden incorporarse trozos de frutas y verduras o hierbas a gusto. Lo ideal es añadir frutos frescos de estación, es decir, naranjas en invierno, fresas en primavera, arándanos en verano, manzanas en otoño. Antes de añadirlas, es necesario lavarlas, colocarlas en una jarra y luego, llenar la jarra con agua.
“Las frutas y verduras grandes pueden cortarse en trozos más pequeños, mientras que las más pequeñas, como los arándanos, pueden ir enteros. Cuanto más tiempo esté la fruta en el agua, más intenso será el sabor y el aroma que desplieguen”, dijo.
Las frutas que aportan un sabor magnífico son las manzanas, las peras, los limones, las limas, las naranjas, los duraznos, las mandarinas, las fresas, las frambuesas y arándanos, las moras, los kiwis, las cerezas, los quinotos, mangos y melones.
Las macetas con hierbas también son una excelente fuente de inspiración, sea para añadir menta, albahaca, perejil, romero, salvia o lavanda.
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“Hay quienes prefieren las verduras y no tanto las frutas. Para ellos, también hay una solución: el agua con pepino, las plantas de la familia de las umbelas como las zanahorias o el apio pueden aportarle al agua una nota exquisita.
La familia de las Amaranthaceae también tiene algo muy bueno que aportar: las remolachas. Y el jengibre no es sólo para utilizar en los meses fríos del año de la mano del limón.
Experimentar sin límites las combinaciones del agua
“¿Por qué no probar otras combinaciones nunca vistas? Pepino con albahaca; arándanos con lima y menta; pepinos con pétalos de rosa (y agua de rosa, en caso de tener); mango con jengibre; durazno con vainilla; limón con arándanos y menta. Los pétalos de rosa y las ramas de vainilla o de canela pueden sumar un matiz inesperado y vivificante”, lanzó.
¿Existe algún límite a la imaginación? No. Sólo se recomienda que, en caso de querer dejarle la cáscara a la fruta o la verdura, se escojan productos orgánicos. Las cosechas convencionales suelen estar rociadas con pesticidas que pueden quedar en la cáscara aunque uno las lave bien. Además, los cítricos no deben tener cera.
Para el experto, lo mejor es preparar el agua y consumirla pronto, que no quede estancada más allá de lo necesario para enfriarla un poco. Antes de volver a llenar la jarra, es recomendable lavarla a fondo, con detergente, “ya que las frutas dulces son un caldo de cultivo ideal para los microorganismos a raíz de los carbohidratos que contienen (fructosa)”.
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Una vez que la fruta está pelada, la cáscara ya no funciona como barrera natural y la superficie está aumentada, con lo cual es factible que los agentes que activan la descomposición y los gérmenes metabolicen los carbohidratos y se multipliquen.
Quienes deseen combinar el placer y la estética podrán sorprender a todos con una propuesta del sommelier: “Presione ligeramente un poco de romero, lavanda, pétalos de rosa y congélelos como cubitos de hielo”. Al colocarlos en una jarra o en una copa, será un detalle de refinamiento del agua llamativo y además sumará poco a poco los aceites esenciales de las hierbas.