La Unión Europea (UE) prohibió por completo el uso del dióxido de titanio en los alimentos. Esta sustancia se utiliza en casi todo, desde productos alimenticios (preferentemente golosinas) hasta bienes de consumo.
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La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos dice que el uso regulado del producto como aditivo de color en los alimentos es “seguro” dentro de ciertas restricciones. Sin embargo, desde el Centro para la Seguridad Alimentaria advirtieron que es una “sustancia dañina y potencialmente venenosa”.
Qué es el dióxido de titanio
El dióxido de titanio es un químico inorgánico que se usa como tinte para ayudar a que los productos logren una cierta apariencia, incluido el blanqueamiento. Algunos expertos y publicaciones lo han descrito como similar a una “base de pintura” que se usa antes de agregar el color a los alimentos para darles pigmentación o brillo uniforme. Su presencia es común en muchos artículos como golosinas, cremas para café y pigmentos de pastelería. También se utiliza en la fabricación de cosméticos.
“Las partículas de dióxido de titanio ayudan a que la luz se disperse y se refleje. Por eso, a menudo, lo usamos como agente blanqueador de muchos productos”, le dijo a Health Kelly Johnson-Arbor, toxicóloga del Centro Nacional de Intoxicaciones.
“Otros fabricantes de alimentos usan dióxido de titanio para absorber agua y evitar que la humedad se acumule o se degrade en un producto”, especificó Paul Westerhoff, ingeniero ambiental de la Universidad Estatal de Arizona, quien investiga los efectos biológicos y celulares de este químico.
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Y añadió: “El químico también se encuentra en productos domésticos e industriales comunes, como pinturas, revestimientos, adhesivos, papel, plásticos y caucho, tintas de impresión, telas y textiles revestidos, así como cerámica. También se usa en protectores solares como ingrediente de filtro UV, lo que ayuda a proteger la piel de una persona al bloquear la absorción de la luz ultravioleta que puede causar quemaduras solares y cáncer”.
Una de las preocupaciones más comunes sobre el dióxido de titanio es que podría ser un agente cancerígeno. El vínculo entre el cáncer y el dióxido de titanio se remonta a un estudio de 1985 en el que se expuso a ratas a altos niveles de este químico durante dos años, lo que les provocó cáncer de pulmón.
“Si se comparan los niveles de sustancia utilizados en ese estudio -que llegaron a 50.000 miligramos/kiligramos por día-, con los valores a los que los humanos están realmente expuestos, estamos hablando de órdenes distintos de magnitud”, dijo Norbert Kaminski, profesor de Farmacología y Toxicología y director del Centro de Investigación sobre la Seguridad de los Ingredientes de la Universidad Estatal de Michigan.
Otro estudio, publicado en 2006 por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, dijo que no había evidencia suficiente para concluir que el dióxido de titanio cause cáncer. Sin embargo, la investigación también clasificó el ingrediente como “potencial carcinógeno humano”.
Desde entonces, ha habido algunos estudios en animales que sugieren que el dióxido de titanio está relacionado con el cáncer. Una investigación de 2017, publicada en Scientific Reports, encontró que las ratas con dióxido de titanio en su dieta tenían sistemas inmunológicos deteriorados, lo que podría contribuir a enfermedades autoinmunes y cáncer colorrectal.
No obstante, muchos expertos dicen que el cuerpo de investigación no respalda las preocupaciones de salud actuales que se expresan sobre el dióxido de titanio, ya que las proporciones de sustancia que se utilizan con animales son sumamente mayores a aquellas a las que realmente están expuestas las personas.
“En relación con muchas otras cosas que deberían preocupar a la gente, en mi opinión, el dióxido de titanio está muy abajo en la lista. Me preocuparían más algunos sustitutos que la gente está usando para el dióxido de titanio que no tienen décadas de investigación asociada”, expresó Westerhoff en diálogo con Health.
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“La preocupación de los estudios con animales es que las altas cantidades de dióxido de titanio han aumentado la inflamación y la formación de tumores en el colon”, advirtió Johnson-Arbor. Mientras tanto, una revisión de 2021 sugirió que el uso de dióxido de titanio como aditivo alimentario debilita el revestimiento intestinal y empeora la progresión de la enfermedad inflamatoria intestinal.
Por separado, se han planteado preocupaciones sobre el impacto de este químico en el código genético. Esto se remonta a un estudio de 2009 que encontró que las nanopartículas de dióxido de titanio causaron daño en el ADN e inestabilidad genética en ratones.
Una investigación de 2022, publicada en Food and Chemical Toxicology, también planteó preocupaciones sobre los efectos dañinos de esta sustancia como aditivo alimentario. El estudio señaló que “los resultados evidenciaron un efecto dañino en el ADN” y agregó que también puede haber impactos en la “integridad cromosómica, un indicador del riesgo de cáncer”.
Otros científicos, sin embargo, han cuestionado los diseños experimentales de tales estudios, citando “resultados inconsistentes”, específicamente en aquellas investigaciones para probar el daño del ADN.