En el mundo, casi 340 millones de personas viven con asma. La enfermedad respiratoria no es transmisible y es más frecuente en niños y adultos. Debido a que compromete principalmente a la población más activa de la sociedad, se estima que genera ausentismo escolar en aproximadamente el 60% de niños asmáticos y provoca una pérdida de productividad laboral promedio del 35%.
La situación mejoró en las últimas dos décadas, pero todavía hay mucho por hacer. Desde la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) estiman que 1 de cada 3 pacientes todavía no logra controlar adecuadamente su asma, porque sigue con síntomas o experimenta crisis.
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Vivir con asma
“Esta es una enfermedad crónica que provoca inflamación y estrechamiento de las vías que conducen el aire a los pulmones (los bronquios). Los síntomas más habituales son falta de aire, sensación de pecho cerrado, tos y silbidos; pueden manifestarse varias veces al día o a la semana, y en algunos casos empeoran durante la actividad física o por la noche”, explicó el doctor Walter Mattarucco (M.N. 80.161), médico neumonólogo, Coordinador de la Sección de Enfermedades Obstructivas de la AAMR.
El objetivo del tratamiento es que la persona se sienta bien, sin síntomas, sin limitaciones en sus actividades diarias, y que logre la misma calidad de vida que alguien sin asma. Sin embargo, un grupo significativo de pacientes no alcanza el mejor control posible de su enfermedad.
Las causas del asma
La causa del asma no es conocida, pero los mecanismos de esta inflamación están bastante claros. Gracias a múltiples estudios de grandes poblaciones, hoy se sabe que -además de la predisposición genética- muchos factores en la vida cotidiana y, sobre todo, en la infancia generan una mayor propensión y contribuyen a la falta de control.
Especialmente en los primeros tres años de vida, la exposición hogareña a alérgenos, humos (de cigarrillo y/o de leña), la contaminación ambiental y las infecciones virales pueden colaborar en el posterior desarrollo de asma. Muchos de ellos son evitables y, en general, afectan en mayor medida a poblaciones con bajos recursos socioeconómicos.
Otro hallazgo importante es que muchos jóvenes que tuvieron asma a edades tempranas pueden llegar a la edad adulta con disminución de su capacidad respiratoria, aun sin notarlo.
En este contexto, en 2022 la Iniciativa Global para el Asma (GINA), propone “achicar la brecha en asma”, es decir, alcanzar la igualdad y equidad en los siguientes aspectos de los que la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria quiere hacerse eco:
- Proporcionar acceso al diagnóstico y tratamiento a los diferentes grupos socioeconómicos, étnicos y etarios, tanto en países desarrollados o aquellos con diversas carencias.
- Obtener la interacción entre todos los niveles de atención de la salud (primario-secundario-terciario), abarcando todas las severidades.
- Proveer material educativo-informativo a pacientes con asma (“la información es poder”) para que los mismos se conviertan en decisores en su tratamiento.
- Educación del personal de salud para darle importancia a la patología, como a otras, sobre todo en lo referente a adherencia, uso de inhaladores, detección de exacerbaciones. Este último punto es importante porque existe, en la población general y también en algunos trabajadores de la salud, el concepto de que el asma es una enfermedad crónica únicamente.
“En todo el mundo existen diferencias en lo que refiere a la información, diagnóstico y tratamiento del asma. Por lo tanto, incentivamos la participación de los pacientes como decisores relevantes en el manejo de su patología y de la difusión de sus vivencias como manera de contribuir a achicar las brechas en asma”, concluyeron desde la AAMR.