No fue un día más en la vida de los argentinos ni de todos aquellos que admiraban su arte con la pelota y, desde cualquier rincón del mundo, expresaban su adoración. Tampoco para el ciudadano común que no lo admiraba, pero tampoco podía ser ajeno a un día que sería histórico.
La muerte de Diego Armando Maradona no fue solo física, porque como ocurre con los dioses mitológicos, su espíritu y su historia clínica sobrevuela todos los tiempos, y aún seguimos sumando datos y aportes científicos sobre los motivos que desencadenaron el partido final de su vida.
Todos suponemos que los problemas de salud de Maradona comenzaron en 1982 cuando reconoció públicamente que consumía cocaína. Para ese tiempo, y teniendo 22 años, ya era portador de una enfermedad del corazón: miocardiopatía hipertrófica, trastorno que padecen muchos deportistas, pero no todos le agregan a su corazón consumo de drogas que lo puedan enfermar aún más y de forma irreversible. Para el verano de 2000, Maradona ya presentaba una dilatación patológica de su corazón: miocardiopatía dilatada.
Qué es la miocardiopatía que padecía Diego Maradona
La miocardiopatía es una enfermedad que afecta al músculo cardíaco produciendo aumento del tamaño (miocardiopatía hipertrófica) y/o su dilatación (miocardiopatía dilatada). Su etiología obedece a factores existentes o preexistentes (hipertensión arterial, diabetes, dislipemia, tóxicos, sobrepeso, entre otros).
Su presentación clínica habitualmente se manifiesta con disnea (sensación de falta de aire), angor o angina de pecho (dolor precordial por isquemia) y muerte súbita; esta última como consecuencia de arritmias ventriculares.
Hernán Provera, médico cardiólogo (MN 112.732) acerca una definición pertinente: la muerte súbita es aquella que sorprende al individuo en pleno estado de salud o al que por lo menos desconocía que estaba enfermo, y que desde el momento en que se inician los síntomas, al cabo de una hora, fallece de forma natural, sin trauma.
Suele confundirse muerte súbita con muerte rápida. Maradona no cumplía criterios para padecer una muerte súbita, mientras que siempre se sospechó que, algún día, padecería una muerte rápida.
Los antecedentes cardíacos de Diego Maradona
En Uruguay y para fines del siglo pasado e inicios del nuevo milenio, Maradona tuvo lo peor que a un corazón le puede ocurrir: se detuvo, se paró, dejó de latir. ¿Se murió? No. De la muerte nadie vuelve, ni siquiera Maradona. Presentó un paro cardiorrespiratorio que nunca se pudo confirmar si fue por un exceso agudo en el consumo de drogas, o por la acumulación de sustancias que deterioraron en forma brusca y permanente su corazón.
Gracias a una buena atención de los equipos de emergencias de Uruguay, pudieron reanimarlo y sobrevivió. Pero su corazón a partir de ese día tuvo una funcionalidad menor al 50%, o sea siguió a media máquina (fracción de eyección del 48%).
“La cocaína es una droga de abuso, estimulante de la conducta. El clorhidrato de cocaína es el producto de extracción de las hojas del Erythroxylon coca. El mecanismo de acción es el resultado de la capacidad de aumentar las concentraciones en las sinapsis de dopamina; liberación o bloqueo en la reabsorción de serotonina; inhibición del flujo de sodio en los tejidos neuronales. La cocaína produce toxicidad en cualquier dosis, siendo la dosis letal estimada entre 1 y 2 gramos, pero se han descripto casos de muerte con dosis menores a 200 miligramos. La vía de ingreso al organismo puede ser oral, inhalatoria y/o inyectable”, explica a Con Bienestar Guido Bergman (M.N. 85.234), médico especialista en adicciones.
El consumo agudo genera arritmias auriculares y ventriculares, hipertensión arterial, taquicardia (aumento de la frecuencia cardíaca), isquemia de órganos de circulación terminal (infartos de miocardio, cerebrales y renales), hipertermia, convulsiones, hemorragias, depresión respiratoria. Y todos estos efectos indeseados los presentó Maradona a lo largo de su vida de consumo.
Las alteraciones vasculares ocasionan a nivel cerebral infartos cerebrales con necrosis colicuativas, siendo común el hallazgo de hemorragias subdurales, subaracnoideas e intracerebrales, espontáneas, sin mediar traumatismos. La expresión de sus consecuencias se ve en frases de fijación o repetitivas, aún sin sentido en la conversación o idea directriz.
La adicción, uno de los enemigos de Diego Maradona
El consumo crónico de cocaína genera todo lo descripto y alteraciones miocárdicas con hipertrofia y dilatación cardíaca, disecciones vasculares y miocarditis. La cronicidad afecta no sólo el aparato cardiovascular, sino que involucra al sistema nervioso central, los aparatos respiratorio y digestivo, al sistema reno-urinario, la piel y mucosas. La interpretación de consumo reciente, significa dentro de las últimas horas.
Para saber si el consumo de cocaína es crónico, se analiza la presencia de cocaína en pelos, un marcador de cronicidad o consumo crónico.
Para que la sustancia se acumule en faneras como el cabello y el vello pubiano, debe haber un consumo repetido en el tiempo, independientemente de la cantidad, lo que hace que quede depositado en el pelo y pasible de ser detectado aun cuando se haya abandonado el consumo.
Muchos pensaron, equivocadamente que, si se le administraba vitamina C en altas dosis, la acidez iba a ayudar a una metabolización en el hígado acelerada, y a la eliminación más rápida de la droga por orina. Un mal cálculo de este proceso dejó a un país sin la copa del mundo, porque le “cortaron las piernas a un jugador”.
Una vez más se equivocaron, cuando pensaron que el consumo crónico puede disimularse si el pelo sufre una decoloración o se lo tiñe. No fueron modas ni lo serán las franjas teñidas en el cabello, los claritos o reflejos, como así tampoco el que una persona aparezca con su cabeza rasurada a cero de un momento a otro. Sería equivalente a “ocultar” el elemento o la prueba indiciaria.
La miocardiopatía dilatada crónica en DAM tiene varios orígenes: la isquémica por el consumo de drogas y por los paros cardiorrespiratorios reanimados; la hipertensión arterial, la dislipemia, el sobrepeso y en los últimos años el consumo de alcohol. Lo que 38 años antes de su deceso fuera un corazón enfermo agudo, se convirtió en crónico y el deterioro de la función del mismo se redujo un porcentaje tan importante que lo hizo incompatible con la vida. Solo Maradona, pudo vivir con ese deterioro y con cuidados deficientes. La palabra respetada de quien hizo la autopsia concluyó: “…le estalló el corazón”.
Las personas enfermas son un conjunto bio-psico-social
Maradona estaba enfermo de todo el conjunto, haciendo honor a la definición de salud y enfermedad que hoy se acepta mundialmente. Si dejamos de ver por un momento el árbol y vemos el bosque, detrás de su miocardiopatía hubo problemas clínicos básicos, que tal vez, su entorno familiar descuidó; y los profesionales médicos que debían haberlos controlado, los minimizaron, confiando que Maradona, como un dios mitológico, se sobrepondría a cualquier complicación en su estado de salud-enfermedad. Aún los más simples, tales como suplementar la alimentación con aquellos nutrientes que no recibía por las operaciones a que se sometió, y que lo llevarían a padecer anemia, falta de minerales, vitaminas y oligoelementos.
Diego contaba en su haber con dos cirugías bariátricas en 2005 y 2015, entre otras tantas intervenciones. Un puente gástrico o by pass, mediante el cual se deja sin funciones a parte del estómago para que no se absorban los nutrientes que aportan los alimentos, con la idea que se utilicen las reservas calóricas acumuladas, y de esa forma se pierda peso; y la segunda fue la colocación de un balón gástrico que no le dio el resultado que se esperaba, justamente a él, un paciente que era el que hacía magia con los balones.
Ambas cirugías tienen una eficacia probada, pero con limitaciones en el tiempo, ya que entre otras complicaciones no puede evitarse la pérdida de elementos esenciales para el organismo, como son las vitaminas, los minerales y los oligoelementos. De hecho, este tipo de cirugías obliga a la suplementación por un tiempo que puede llegar a ser de por vida con hierro, vitaminas del grupo B, minerales, oligoelementos entre otros.
La carencia de muchos de ellos genera anemia.
La anemia, otro de los problemas de Maradona
Si no estaba recibiendo suplementación de los nutrientes necesarios, es posible que se le haya perpetuado la anemia. Se desconoce si en las últimas horas o días recibió alimentos y líquidos, pero bien puede pensarse que no debe haber recibido lo necesario. La anemia no sólo la tenía por sus cirugías gástricas, o por no tomar hierro y ácido fólico, sino que se agregó el fantasma de la miocardiopatía dilatada crónica de origen isquémico, que es el tercer factor generador de anemia y pérdida de sodio en él.
La prueba de esto es que ese déficit se convierte en signo de alarma y seguimiento en pacientes con corazones insuficientes, que requieren tratamiento de trasplante cardíaco, por presentar insuficiencia cardíaca congestiva. Este trastorno se manifiesta con retención de líquidos, e hinchazón de piernas, manos y rostro; siendo el grado más grave la retención de líquidos en todo el organismo como, por ejemplo, el abdomen (ascitis), y cuando la retención incluye la cara y los miembros se denomina anasarca, sinónimo de insuficiencia cardíaca global, la cual no se soluciona “cortándole las piernas”, sino con el tratamiento adecuado guiado y controlado por médicos.
Otros síntomas y signos de aquel al que el corazón le falla son: la falta de aire por edema pulmonar, cambios del color de la piel y las uñas, pasando del rosado al azulado por falta de oxígeno en la sangre. Pero ese partido, Maradona lo había perdido en el vestuario: había cambiado la azul y oro de su amada camiseta por el azul de la cianosis y el amarillo que daba la palidez anémica. No hubo chances de trasplantar a un adicto crónico no rehabilitado, con los antecedentes patológicos de Maradona.
El hematoma subdural y la internación domiciliaria de Maradona
Más allá del cuadro general que presentaba, a comienzos de noviembre de 2020, Diego fue operado de un hematoma subdural, una acumulación de líquido (sangre) entre el cráneo y el cerebro y ocho días después dejó la Clínica Olivos donde estaba internado en terapia intensiva para pasar a una internación domiciliaria (sin el alta médica), la que sin dudas requería de cierta complejidad y de personal idóneo para contenerlo y acompañar su recuperación y su estado de deterioro generalizado.
La casa del country de Tigre donde se alojó en sus últimos días no reunía las condiciones mínimas requeridas para salir del trauma en el que se encontraba y quienes lo asistieron no estaban preparados para brindarle las medidas terapéuticas adecuadas a su situación.
Las drogas de abuso y los medicamentos recetados tuvieron un rol fundamental en el deterioro de Maradona en las últimas décadas; pero las últimas dos semanas se vieron incrementadas por la combinación de fármacos cuyas interacciones farmacológicas, efectos indeseados, y efectos adversos en rango de dosis y sobredosis, hacen dudar de las pocas palabras que declarara a la prensa el Fiscal General esa tarde de miércoles: “…la muerte fue natural, no se vieron signos de violencia”.
Desde la visión médico legal la muerte puede ser natural o violenta y las muertes violentas no siempre se producen por traumatismos. Las muertes relacionadas con drogas, medicamentos y sus efectos, también son violentas. “Una muerte súbita no es por lo general inesperada y una muerte inesperada no es por lo común súbita, pero a menudo, ambas están en combinación” (Bernard Knight, 1996).
¿La de Maradona fue una muerte natural o violenta?
La muerte es la detención total e irreversible de la función neurológica, cardiovascular y respiratoria. Según su etiología la muerte puede ser natural o violenta. Según el modelo de aparición la muerte puede ser súbita, rápida, inesperada, imprevista o previsible.
Maradona tuvo una muerte inesperada, pero nadie debería suponer que fuera imprevista, y menos súbita o natural.
La idea de que el ídolo, de quien se pretendió hacer creer a la sociedad que no comprendía y no podía dirigir sus acciones, fuera el responsable de no permitirse recibir el consejo de quienes estaban para ayudarlo, resultó ser una falacia, porque siendo así, ni él ni su entorno comprendieron hacia donde iban: “…quien no sabe lo que trata no entiende lo que cura”. Responsabilizar a Maradona de su estado y/o de su muerte era insultar a la inteligencia de quienes investigaban las causales de la mismae.
Lo que reveló la autopsia de Diego Armando Maradona
Meses después de aquel 25 de noviembre de 2020, la autopsia reveló que Diego no había consumido ni drogas ilegales ni alcohol antes de su muerte por un paro cardiorrespiratorio. El informe químico legal señaló que en su sangre había presencia de levetiracetam, un medicamento anticonvulsivo, y desmetilvenlafaxina, un antidepresivo.
El análisis de la orina detectó la existencia de otros antidepresivos y antipsicóticos (como la velanfaxina y la quetiapina) y de otros fármacos para controlar la dependencia a las drogas (incluida el alcohol). Además otros estudios mostraron la presencia de ranitidina para calmar los problemas estomacales y determinaron que en su hígado había un “probable cuadro cirrótico”, que padecía de una “fibrosis miocárdica” y que su corazón tenía “áreas de isquemia miocárdica”; sus pulmones presentaban “rotura de septos alveolares” y un “foco con edema intraalveolar”; y en el riñón, se veía una “necrosis tubular aguda”.
El examen definitivo de su cadáver determinó que el ídolo argentino murió por “edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada” y halló en su corazón una “miocardiopatía dilatada”.
Maradona lo hizo una vez más y el mundo quedó en shock: él gambeteó a todos, solo que esta vez su tiro fue más allá del arco, directo al cielo. Y un año después de su partida, las causas de la muerte del dueño de la 10 albiceleste en el Mundial del 86, el dios mitológico del fútbol de todos los tiempos, siguen exponiéndose y revelando los misterios de su dañado corazón.