Le pusieron nombre. Pandemia del coronavirus SARS-CoV-2. Así se llama, así le pusimos, o le pusieron, algunos que saben mucho de virus y de epidemias. Cuando nos enfermamos por este virus, nos referimos al COVID-19 (acrónimo del inglés coronavirus disease 2019).
Es un nuevo virus y lo que produce nos afecta por igual. Sí, lo mismo que tantas otras cosas que nos tocan en general y que no les prestamos atención, ya sea por desconocimiento o por desidia. Al ser de todos, cualquiera de nosotros puede hablar de él, leer de él, discutir y pensar del virus lo que le parezca, lo que se le ocurra.
No es fácil expresar lo que uno piensa, de tal manera que la mayoría que nos escucha o lee entienda algo parecido a lo que uno cree. Más difícil es si tenemos poca formación académica, de estudio o de vida respecto a lo que estamos escuchando o leyendo.
// Fake News de la Salud: los 5 mitos de la medicina que deberías desterrar
En la actualidad, sobre la pandemia, tenemos a quienes más han estudiado, trabajado, quienes más entienden, más saben sobre el SARS-CoV-2. Son los biólogos, virólogos, epidemiólogos. Son a quienes tendríamos que escuchar y leer.
Por otro lado, tenemos a quienes más saben de transmitir noticias, quienes han estudiado periodismo, comunicación, quienes tienen experiencia de trabajo en ello, en comunicar al público. Son de quienes recibimos lo que va aconteciendo.
Los científicos y los biólogos, por lo general, saben poco de transmitir noticias, de cómo lograr que el público entienda lo que les parece importante. Incluso, de darse cuenta qué le importa a la propia audiencia. Claro que hoy en día hay científicos que se especializan en divulgar noticias sobre la ciencia, y lo hacen bien.
No es fácil expresar lo que uno piensa de tal manera que la mayoría que nos escucha o lee entienda algo parecido a lo que uno cree.
Los periodistas, los comunicadores saben poco de biología, de virología, de epidemiología. Esto les dificulta distinguir qué hecho nuevo de la ciencia es relevante y cuál lo es menos. Seguro que hay periodistas que se especializan en alguna rama de la ciencia, o en divulgación de la ciencia en general, y transmiten muy bien esas noticias, distinguiendo datos importantes de irrelevantes.
En cualquier disciplina o trabajo, los motivos de llevarlo a cabo son múltiples y a veces domina una razón sobre otras (valoración). En consecuencia, hay ocasiones en que se transmiten datos o noticias incorrectas y no es por desconocimiento o falta de formación, sino por avaricia. Lo hacen aquellos a los que los motiva más el ganar dinero que otros valores como la veracidad, la posibilidad de dar información que mejore la vida de los demás. En la transmisión de datos sobre la pandemia, los llamo a reflexionar.
Para quienes nos sabemos sin toda la formación desde el lado de la ciencia o desde el lado de la comunicación y transmisión de noticias pero que nos mueve la intención de ayudar a los demás, al público, debemos reconocer esa falta, la falibilidad que nos da.
Y a todos los que tienen otras formaciones de conocimiento tan valiosas como esas, pero en otros temas, sepan que cuando escuchan o leen, a un científico o a un periodista hablando o escribiendo sobre ciencia, no les es fácil interpretar lo importante de lo menos importante, lo más incierto de lo menos.
No dejemos de leer cuando leemos, descartando la posibilidad de que lo transmitido no sea tan así, que lo que entendemos no sea lo que nos quisieron transmitir.
(*) El doctor Santiago Repetto (M.N. 78.241), es coordinador del Comité de Bioética Hospitalaria del Hospital Nacional Prof A. Posadas. Médico graduado en la Facultad de Medicina de la UBA (Universidad de Buenos Aires) en 1979. Pediatra. Miembro de la SAP (Sociedad Argentina de Pediatría).