Hallar una vacuna contra la bronquiolitis y la neumonía (las infecciones respiratorias más comunes en los niños pequeños) es uno de los grandes objetivos de la ciencia y, ahora, una nueva investigación sobre los virus de la familia Pneumovoridiae se acerca un poco más a esa meta.
El estudio, publicado en Nature Communications, se hizo en colaboración entre la Geisel Medical School de Darmouth en Hanover (Estados Unidos) y el Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III español (ISCIII).
La clave: la diferencia entre virus
El equipo científico localizó las diferencias que hay entre el virus respiratorio sincicial (VRS) y el metaneumovirus (MNV), dos virus muy parecidos tanto clínica como biológicamente agrupados en la misma familia y responsable de la mayoría de las infecciones respiratorias graves en chicos de corta edad.
Según los últimos datos, cada año hay 34 millones de niños afectados por infección grave por VRS y entre 5 y 8 millones que sufren una infección por MNV. Además, cerca de un diez por ciento de los chicos afectados requiere hospitalización y 200.000 de ellos mueren cada año, sobre todo en países con menos recursos, informan los expertos.
// La bronquiolitis no tiene vacuna: prevenila con estos 5 simples consejos
La búsqueda de la vacuna
Pero, pese a la frecuencia de las infecciones causadas por estos virus, todavía no hay ninguna vacuna que los prevenga. A mediados de los años 60, se hizo una prueba de vacunación en niños muy pequeños, usando una preparación de VRS que no solo resultó completamente ineficaz sino que intensificó la gravedad de las infecciones en los niños vacunados.
Esta experiencia negativa, complicó el desarrollo posterior de vacunas frente al VRS y, por analogía, de su "compañero" el MNV.
Qué se descubrió ahora
Pero los avances de la biología, la epidemiología y la patología de ambos virus, cambió la situación ya que, entre otras, se pudo demostrar que la protección frente a las infecciones de ambos virus se debe principalmente a anticuerpos que se unen a una de las proteínas del virus, en concreto la proteína de fusión F. La labor de esta proteína es facilitar la entrada de esos virus en las células de los individuos a infectar.
“En este proceso de entrada la proteína F, cambia su forma, pasando de una forma prefusión (antes de la entrada en la célula) a una forma postfusión (después de la entrada). No obstante, la unión de determinados anticuerpos, denominados neutralizantes, a esa proteína impide que esos cambios se produzcan y, por lo tanto, imposibilitan la entrada del virus y la infección”, comentaron los científicos.
Hace 5 años, el laboratorio de Biología Viral del CNM demostró que los anticuerpos neutralizantes que protegen frente a las infecciones por el VRS reconocen principalmente "a la forma prefusión de esa proteína", un hallazgo que llevó a muchas compañías a centrar sus esfuerzos en el desarrollo de vacunas frente al VRS.
// La gripe y la neumonía aumentan 6 veces el riesgo de sufrir ataques cardíacos y ACV
Resultados con esperanza
El trabajo publicado ahora en Nature Communications va más allá y demuestra que hay una clara diferencia entre el VRS y el MNV. Los investigadores descubrieron que la estructura de la proteína F del MNV en su forma de prefusión y la del VRS son casi idénticas salvo por un detalle importante: la proteína F del MNV está recubierta de una capa de azúcares unidos que enmascaran el sitio al que se unen los principales anticuerpos neutralizantes dirigidos frente a la proteína F del VRS.
"Estos resultados abren nuevas aproximaciones para el desarrollo de una vacuna frente al MNV que deben de ser distintas a las que se están explorando actualmente frente al VRS", afirma José Antonio Melero profesor de Investigación del CNM.
Hasta la vacuna, prevenilas así
Como no existe una vacuna que evite el contagio, los especialistas recomiendan cuidar al bebé para prevenir la transmisión del virus, siguiendo una serie de hábitos como cumplir el Calendario Nacional de Vacunación, concurrir a los controles rutinarios con el médico y evitar la contaminación ambiental con humo de cigarrillo.
También se recomienda evitar el hacinamiento, impulsar y mantener la lactancia materna y cuidar la higiene, es decir, mantener limpias las manos de quienes están en contacto con el menor.
5 claves de prevención:
1) Mantener la lactancia materna.
2) No exponer a los chicos al humo del cigarrillo.
3) Lavarles las manos a los niños con agua y jabón con frecuencia.
4) Mantener alejados a los bebés de aquellas personas que están resfriadas o tienen tos.
5) Si alguien en la familia tiene alguna infección de las vías respiratorias, debe lavarse las manos con frecuencia, especialmente antes de manipular al niño.