El ejercicio físico y el deporte no solo son fundamentales para mantener un cuerpo fuerte y en forma, sino que también pueden ser herramientas poderosas para superar la adicción al cigarrillo.
“Hay pruebas que demuestran que suelen tener peor función pulmonar las personas que consumen tabaco y no practican ningún tipo de deporte que aquellas que sí lo hacen. Pero, sin duda, la mejor salud respiratoria será la de quienes no fuman“, señala Hernán Provera (MN 112.732), médico cardiólogo y coordinador del programa cesación tabáquica (INEBA).
Riesgos del tabaquismo en el rendimiento físico
- Dificulta la entrada y salida de aire en los pulmones.
- Aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial durante el ejercicio.
- Disminuye el rendimiento físico.
- Aumenta el riesgo de lesiones debido a que debilita los huesos y los tejidos conectivos.
- Las recuperaciones tras la realización de la actividad física se vuelven más lentas.
- Arruina los beneficios que puede brindar el realizar ejercicio.
“Una vez abandonado el hábito de fumar, el sistema respiratorio del exfumador recuperará su fuerza gracias al ejercicio físico. Incluso varios estudios han demostrado que una persona que realiza ejercicio físico deja de fumar más fácilmente, que si permanece con estilo de vida sedentario”, afirma Provera.
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¿Por qué sucede esto? al realizar cualquier tipo de actividad física, el cuerpo produce endorfinas, llamadas también “las hormonas de la felicidad”. “Gracias a ellas se genera una estimulación similar a la que produce la nicotina en el cerebro al consumir tabaco, sensación que logra combatir el conocido síndrome de abstinencia”, detalla el experto de la Unidad Coronaria del Sanatorio Güemes.
Qué actividad física se aconseja cuando se deja de fumar
Provera remarca que para comenzar, es aconsejable optar por ejercicio con predominio aeróbico (Caminar, nadar, ir en bicicleta o trotar son buenos ejemplos). Las sesiones de ejercicios deberán rondar los 30 minutos al día durante cinco días a la semana (150 minutos semanales) e ir aumentándolas progresivamente hasta los 60 minutos diarios cinco veces a la semana (300 minutos semanales).
Es importante definir los objetivos, establecer metas claras y alcanzables tanto para dejar de fumar como para la rutina de ejercicios.
“El tabaco es tóxico para cualquier persona, pero hacerlo después de una sesión de entrenamiento resultará aún peor. Los alvéolos pulmonares serán más propensos a acumular sustancias tóxicas. Por lo tanto, si no puedes contener las ganas de fumar, al menos espera dos antes de realizar cualquier tipo de actividad física”, advierte.
La actividad física también es un estímulo para evitar recaídas porque a medida que aumenta el tiempo desde el último cigarrillo, se incrementa la capacidad pulmonar y mejoran los resultados físicos.
La actividad física es, sin duda, la medida más económica y efectiva para promover la salud. La lista de beneficios cada vez es más extensa. “Primero, se conocieron sus efectos positivos en el corazón, después en la circulación y contra la obesidad, la hipertensión, el estrés, los problemas de artritis, la osteoporosis y en la reducción de los niveles de colesterol”, enumera Provera y agrega que estimula el sistema inmunológico, mejora la flora bacteriana y previene el envejecimiento cerebral entre otras cosas.