Hablar de bullying es hablar de un problema social que afecta a miles de chicos y chicas cada año. Aunque suele asociarse a peleas físicas o insultos en el recreo, el acoso escolar mutó con el avance de la tecnología y hoy puede tomar formas silenciosas, sostenidas y difíciles de detectar. Comprender cómo ocurre y qué señales observar es clave para prevenir daños emocionales profundos.
La Dra. Anne Marie Albano, directora del Centro de Salud Mental Juvenil del NewYork-Presbyterian, explica que el bullying tiene una característica central: no es un conflicto aislado, sino un patrón repetido. “El acoso escolar es un comportamiento persistente, intencional y agresivo —verbal o físico— hacia otra persona, y no un incidente aislado”, señala.
Tipos de acoso: no siempre se ve
Existen distintas formas de bullying, algunas más evidentes que otras.
- Acoso directo: incluye agresiones físicas, insultos o amenazas cara a cara. Es la forma más conocida y visible.
- Acoso encubierto: implica manipulación social, exclusión del grupo, rumores o burlas sutiles. Muchas veces pasa inadvertido para los adultos.
- Ciberacoso: crece a medida que los chicos usan redes sociales. Puede incluir fotos humillantes, comentarios ofensivos, mensajes intimidantes o difusión de rumores online.
El entorno digital amplifica el impacto, porque el daño ocurre en público y queda disponible las 24 horas.
Cómo afecta el bullying en el corto y largo plazo
Las consecuencias del acoso escolar pueden extenderse hasta la adultez. “Ser víctima de acoso escolar puede provocar sentimientos de profunda vergüenza, miedo e impotencia”, explica Albano. A esto se suma que muchas veces los pares no intervienen por miedo a quedar expuestos, lo que refuerza la sensación de soledad.

A largo plazo, estas experiencias pueden influir en la manera en que una persona se vincula. “Incluso puede afectar el comportamiento de las víctimas de acoso en sus amistades y relaciones cuando son mayores”, señala la especialista.
No se trata solo de autoestima: pueden aparecer ansiedad, depresión y dificultades para poner límites.
Señales de alerta para madres, padres y docentes
Los adultos no siempre reciben un relato directo. Por eso es importante prestar atención a cambios de conducta como:
- Evitar la escuela o las actividades sociales.
- Irritabilidad o sensibilidad excesiva.
- Aislamiento o pérdida de amistades.
- Alteraciones del sueño.
- Cambios repentinos en el uso de pantallas: revisar compulsivamente el celular o dejarlo de golpe.
- Temor a separarse de los adultos, especialmente en niños pequeños.
Si algo llama la atención, Albano recomienda iniciar una conversación abierta: “Lo primero que recomiendo es hablar con tu hijo/a y tener una conversación sincera”.
Qué hacer si tu hijo es víctima de bullying
El primer paso es escuchar sin juzgar. Frases como “Eso suena muy difícil” validan lo vivido y abren espacio al diálogo. Albano también sugiere remarcar dos mensajes clave:
- “No es tu culpa”
- “Todos merecemos estar seguros”
Luego, es fundamental trabajar juntos en cómo abordarlo y comunicarlo al colegio: docentes, directivos o referentes escolares deben intervenir.
¿Y si mi hijo está acosando a alguien?
Aunque es difícil enfrentar esa posibilidad, es parte del rol adulto. En muchos casos, explica Albano, un niño que acosa a otros puede estar reproduciendo algo que vivió, buscando atención o intentando encajar en un grupo.
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Hablar sin enojo, entender qué hay detrás del comportamiento y marcar límites claros es esencial. “Este comportamiento es inaceptable”, indica la especialista como ejemplo de frase necesaria. También debe haber consecuencias concretas y reparadoras: disculpa, conversación institucional o seguimiento escolar.
Un mensaje final: intervenir siempre es protección
El bullying no “se pasa solo” ni “fortalece”. Tanto si un hijo es víctima como si participa del acoso, pedir apoyo profesional puede ayudar a reparar, prevenir y acompañar el desarrollo emocional.
Como resume Albano, la intervención temprana es clave para “detener el acoso, abordar las necesidades emocionales inmediatas y encaminarlo nuevamente hacia un desarrollo sano y seguro”.



