A veces, es mucho mejor una buena separación que un mal matrimonio, porque a pesar de que a los hijos no se les diga “seguimos juntos solo por ustedes”, es algo que ellos pueden notar.
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“Hay situaciones donde esto genera una tensión que los chicos perciben y padecen. Sobre todo cuando hay desamor o cuando los padres no se llevan nada bien y tratan de armar cierta ficción para los chicos”, plantea la psicóloga Marisa Russomando (M.N. 23.189), especialista en maternidad, crianza y familia. Lo triste es que aprenden que esa es la manera de tener un matrimonio. Con distancia, sin hablarse mucho, en definitiva, un vínculo que se reduce a cumplir con estar con los chicos
Hacia una buena separación
La experta asegura que en una buena separación, cuando es dentro de un clima tranquilo, respetuoso y con orden, los chicos sufren al principio, les cuesta adaptarse, pero una vez que los adultos pudieron acompañar y escuchar, los chicos están bien.
“De hecho, algunas madres y padres luego de la separación pasan más tiempo con los hijos porque el tiempo compartido está mejor organizado. También porque focalizan más atención en los hijos”, señala.
Cómo hablar con los hijos sobre la separación
Hay que ser honesto, escucharlos y responder cualquier pregunta que tengan. La conversación variará dependiendo de la edad, pero siempre hay que evitar dar detalles que no necesiten.
Hacerlo bien significa tomarse un tiempo para planificar lo que se quiere decir y cómo decirlo. Los chicos no necesitan ser arrastrados a través de la incertidumbre y las idas y venidas
“En primer lugar, hay que acordar y tener presente que durante todo el proceso los hijos van a ser prioridad. Al momento de hablar, la clave está en saber qué se les va a transmitir, hacerlo con un tono tranquilo y que no sea una discusión”, sugiere Russomando.
La primera conversación debe ser con todos los chicos juntos, mayores y menores. Se puede limitar la conversación grupal inicial a lo básico y luego hacer un seguimiento con momentos individuales adaptados al nivel de desarrollo de cada hijo.
“La idea es transmitir que es una decisión conjunta y hay que dar lugar al dolor, incluso hay que compartirlo porque los adultos también pueden angustiarse, aunque no sea lo ideal”, advierte la especialista.
Lo más recomendable es enfatizar que los chicos no tienen la culpa y que siempre van a ser amados y serán sus padres. Explicarles que dos buenas personas no siempre son una buena pareja y que ambos serán más felices viviendo separados. Abordar lo que cambiará y lo que permanecerá igual.
“Hay que darles garantías a los hijos: que van a seguir viviendo en la misma casa o no, que seguirán yendo a la misma escuela o no y tratando que haya la menor cantidad posible de cambios”, sugiere Russomando que remarca la importancia de establecer un régimen de visitas que seguramente irá variando cuando más establecidos estén luego del divorcio o separación.
“Es clave ordenarlos, que sepan cómo se van a organizar y después tratar de tener una convivencia armoniosa, un vínculo de mínima por ser mamá y papá para toda la vida”, aconseja la psicóloga.