Durante los episodios de confusión, el cerebro parece rebelarse contra sí mismo y, literalmente, se vuelve más lento, sumergido en un océano de pensamientos contradictorios, emociones desenfrenadas y una sensación constante de estar atrapados.
Este fenómeno de las tempestades de la mente no es un defecto ni una rareza. Es una manifestación de cómo el cerebro procesa la incertidumbre y la complejidad del mundo moderno. El 40% de las personas experimenta regularmente períodos de indecisión prolongada que afectan su bienestar y rendimiento, según un estudio del University College of London. Y no es un asunto de falta de inteligencia o de voluntad, sino de cómo nuestra mente se enfrenta a las demandas contradictorias de la vida cotidiana.
Leé también: Hablar sin parar: ¿por qué algunas personas no pueden dejar de hacerlo y cómo la verborragia afecta sus vidas?
¿Qué ocurre exactamente en el cerebro durante esos periodos?
¿Por qué nos sentimos atrapados en ciclos de pensamiento que parecen no tener salida? Y lo más importante, ¿cómo podemos recuperar el control y avanzar?
Todo se basa en comprender que es un fenómeno cognitivo complejo, porque no son simples episodios de duda o distracción. “Cognitivo” se refiere a los procesos mentales que usamos para adquirir conocimiento, como pensar, aprender, recordar y tomar decisiones.

Entonces, se produce una convergencia de procesos neurocerebrales, emocionales y de la conducta, que se retroalimentan mutuamente, creando eso que muchas personas sienten: la sensación de que están perdidas y de una profunda parálisis mental.
Detectando las tormentas mentales
Para comprender cómo se manifiestan estos enredos mentales y de qué manera nos afectan, aquí van algunos indicios:
- Inundación de pensamientos contrapuestos: la mente presenta múltiples opciones y posibles consecuencias, sin un claro ganador. Suele prevalecer el pensamiento catastrófico.
- Sobrecarga emocional. La ansiedad, el miedo al error y la autocrítica intensifican la confusión. Esto también genera un desgaste físico y mental.
- Colapso cognitivo. La consecuencia es que el cerebro entra en un estado de “bloqueo”, incapaz de procesar más información, y la mente (el software del cerebro) se siente inhabilitada para encontrar respuestas y salidas, por lo que se produce el estancamiento, con su cuota de frustración.
Sesgos cognitivos, los villanos invisibles del caos mental
El cerebro humano está diseñado para simplificar la realidad mediante atajos mentales. Si bien estos sesgos son favorables para tomar decisiones y hacer elecciones muchas veces automáticas e inconscientes, son también responsables de gran parte de nuestras tormentas mentales. Por ejemplo, aquí tienes algunos sesgos que no favorecen a la claridad mental:
- Sesgo de aversión a la pérdida. Sobrevaloramos los riesgos de una decisión, lo que aumenta la parálisis.
- Efecto de sobrecarga informativa. La saturación de datos dificulta la identificación de prioridades.
- Sesgo del “y si...”. La obsesión con escenarios hipotéticos nos impide actuar.
- Sesgo de perfeccionismo. La búsqueda de la decisión “ideal y segura” paraliza cualquier avance.
Aunque para la mayoría estos estados mentales suelen considerarse inofensivos, lo cierto es que tienen repercusiones tangibles en nuestra vida personal y profesional, porque, por ejemplo, impactan en la salud mental con períodos prolongados de confusión, que aumenta la ansiedad y hasta deriva en depresión en distintos grados; se pierden oportunidades, porque la indecisión no permite accionar asertivamente; y se produce un desgaste cognitivo, por el esfuerzo mental que agota la energía y la concentración. Ante síntomas recurrentes y prolongados es necesario acudir a psicoterapeutas profesionales.
Siete estrategias probadas para calmar las tormentas mentales
- Aceptar la incertidumbre como parte del proceso. La mente busca certezas que no siempre existen. Aceptar la incertidumbre puede reducir el estrés asociado a la toma de decisiones.
- Practicar la toma de decisiones mínima. “Lo mínimo es lo máximo”, es algo que practico cada vez que tengo un enredo mental o una baja de energía. El mínimo paso genera un movimiento positivo. Es decir, haz lo mínimo posible (pero hazlo, no te estanques). Por ejemplo, si tienes una tormenta mental que te atormenta -vale la redundancia-, limita las opciones a tres o menos. No agregues componentes que harán más difícil el proceso; así lo avalan estudios del Journal of Behavioral Decision Making que muestran que la simplificación reduce la parálisis mental en un 60%.
- Establecer microdecisiones. Divide decisiones grandes en pasos pequeños y manejables. En medio de la tormenta mental, no es conveniente querer esforzarte por resolver todo el proceso, sino micropartes, que te generarán una sensación de avance.
- Adoptar el principio del “suficientemente bueno”. Esta sugerencia es clave, porque perseguir la perfección alimenta la confusión. En su lugar, busca soluciones que cumplan con las necesidades esenciales, el mínimo viable para que sea suficientemente bueno en el momento presente en el que estás. Luego, pasado el temporal, tendrás oportunidad de subir tu propia vara.
- Entrenar el cerebro con técnicas de mindfulness. Hacerlo unos minutos a diario puede reducir los pensamientos rumiativos -que son unos 12.000 por día, sumados a los 60 a 65.000 que tenemos los humanos diariamente- y aumentar la claridad mental, según Harvard Medical School.
- Usar herramientas visuales. Dibujar el enredo mental sí funciona, porque lo bajas del terreno de la mente y lo bajas a un acto fisiológico como es el escribirlo y graficarlo, donde intervienen otras funciones del cerebro. Diagramas de flujo, listas de pros y contras y mapas mentales, incluso hacer garabatos, ayudan al cerebro a organizar ideas dispersas y a descargar tensiones.
- Establecer plazos estrictos para decidir. Si bien parecería un contrasentido en medio de cierta enajenación mental, los límites temporales obligan a tomar acción, evitando el ciclo de duda infinita. Ponle un plazo concreto, con día y hora, y con al menos un paso de acción que harás para decidir y aclarar la tormenta mental. Agéndalo, no lo dejes en tu mente, que ya está demasiado sobrecargada.
La confusión no es el enemigo
La confusión es solo una señal de que nuestra mente está trabajando para comprender y adaptarse a la complejidad. El asunto es saber cómo hacerlo. Siguiendo los puntos anteriores, estarás más cerca de lograrlo.
Leé también: Cómo reconstruir una amistad después de un malentendido
Como dijo una vez el filósofo Søren Kierkegaard: “La ansiedad es el vértigo de la libertad”. Quizás nuestras tormentas mentales no sean un signo de debilidad, sino una puerta hacia la valentía y la decisión. ‘Domarlas’ no es solo una habilidad; es un acto de liberación personal, y conquistar más calma ante las tempestades de la vida.
(*) Daniel Colombo es facilitador y máster coach ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 31 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach certificado Miembro de John Maxwell Team. Twitter.