La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en el país y muchos de estos casos podrían evitarse con medidas de prevención y rápida atención.
Leé también: Estos son los tres consejos para prevenir un infarto, según un cardiólogo
Sin embargo, el desconocimiento sobre cómo comportarse ante un infarto sigue siendo un problema que deja a miles de personas sin la oportunidad de recibir ayuda a tiempo.
El infarto, un evento sin segundas oportunidades
Los infartos siempre son graves. Aunque algunas personas logran sobrevivir con mínimas secuelas, como el caso de la nueva serie “El mejor infarto de mi vida”, donde el periodista y escritor Hernán Casciari, retrata a través del actor Alan Sabbagh, su propia historia: cómo en un momento muy crítico de su vida, dónde estaba recién separado, con sobrepeso, malos hábitos y estresado por el trabajo, tiene un infarto que de alguna forma le permite recapacitar y volver a empezar.
Eso pasó en la vida real, pero las estadísticas advierten que lo de Casciari fue casi un milagro porque uno de cada cinco infartos termina en muerte súbita, y los otros cuatro pacientes infartados que sí llegan al hospital, si no lo hacen rápido (como fue el caso de la serie) tienen consecuencias severas en su salud.

“Si logramos que la población llegue rápido al hospital después de tener un infarto, vamos a poder destapar rápido esa arteria tapada y evitar que se mueran células del corazón. Si el paciente llega con dolor de pecho al hospital y se le destapa la arteria dentro de los primeros 60 o 90 minutos, hay muchas chances de que quede sin secuelas”, explica el médico cardiólogo y Director de INADEA, Mario Fitz Maurice (MN 83671).
El problema es que no siempre hay alguien cerca que pueda reaccionar rápido. Es por eso que los especialistas insisten en la prevención como la mejor estrategia para reducir los riesgos. La presión alta, el colesterol elevado, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo y la obesidad son factores que aumentan la probabilidad de sufrir un infarto. La clave es detectarlos y controlarlos a tiempo.
El rol del desfibrilador en la muerte súbita
Cuando se produce un paro cardíaco, el tiempo es vital: si la persona no recibe reanimación cardiopulmonar (RCP) y la descarga de un desfibrilador en los primeros tres minutos, las chances de supervivencia se reducen drásticamente. Según Fitz Maurice, “las personas que reciben RCP y desfibrilador dentro de los primeros tres minutos tienen un 80% de posibilidades de llegar vivas a un hospital”.
A pesar de que desde 2017 la ley obliga a que haya desfibriladores en lugares donde circulan más de 1.000 personas, como gimnasios, clubes, barrios privados y restaurantes, muchos no cumplen con esta normativa. Una de las principales razones es el desconocimiento: muchas personas creen que los desfibriladores (DEA) son costosos o que solo los médicos pueden usarlos. Sin embargo, su precio es menor al de un teléfono celular de alta gama y su uso es sencillo: el propio aparato indica con instrucciones de voz qué pasos seguir.
Leé también: Los cinco hábitos fundamentales para mantener la salud cardiovascular
El cardiólogo señala que en la Argentina hay un problema con la forma en que se habla de estos casos: “Pareciera que nos cuesta mencionar las palabras ´muerte súbita´, y en nuestro país ese fenómeno ocurre cada 15 minutos. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Nuestro deber es prevenirlo”.
Las cinco acciones clave para salvar vidas
Además de los controles médicos y el tratamiento de los factores de riesgo, la prevención también pasa por la educación. Todos deberían conocer las maniobras de RCP y saber dónde encontrar el desfibrilador más cercano.
Para reducir el impacto de las enfermedades cardiovasculares, Fitz Maurice recomienda:
- Controlar la presión arterial, el colesterol y la glucosa.
- Mantener un peso saludable y hacer ejercicio regularmente.
- No fumar y reducir el consumo de alcohol.
- Aprender maniobras de RCP y saber cómo usar un desfibrilador.
- Exigir que los espacios públicos y de gran concurrencia cuenten con DEA.
Los infartos y la muerte súbita pueden prevenirse, pero para eso es necesario actuar. Tener la información y las herramientas adecuadas puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.