El orgullo es una de las emociones humanas más complejas y debatidas a lo largo de la historia. Desde los antiguos griegos hasta la psicología moderna, este sentimiento fue visto tanto como una virtud que inspira logros y autoconfianza, como un vicio que fomenta la arrogancia y la desconexión social.
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Karen Horney, en su teoría sobre la neurosis, define la arrogancia como producto de una valoración excesiva sobre uno mismo (ego). Ser altivo, altanero, prepotente, soberbio o engreído forman parte de la arrogancia. ¿Conoces a alguien que cree ser un experto en todos los temas, no escucha opiniones de los demás, o desprecia y ofende a otras personas? Lograr un equilibrio para parecer seguro en lugar de arrogante en el trabajo puede ser complicado para los principales ejecutivos. Es importante comprender la distinción entre ambos y sentirse verdaderamente calificado y capaz en el propio rol para desarrollar relaciones sólidas y lograr el éxito profesional.
Entre la confianza y la soberbia
El diccionario Merriam-Webster define “arrogante” como tener o mostrar una actitud insultante de las personas que creen que son mejores, más inteligentes o más importantes que los demás. La gente admira a las personas exitosas, pero no aprecia su sentimiento de superioridad.
La literatura griega antigua utiliza el término “hybris”, que hace referencia a la creencia de que las personas tienen un estatus superior al de los mortales comunes. Ése es el problema de las personas arrogantes: esperan que los demás las traten como a un dios, quieren ser veneradas.
“La confianza es muy importante: tiende a inspirar a los demás y a afrontar los desafíos de frente. Cuando se convierte en arrogancia, puede crear un entorno de trabajo tóxico, socavando la moral y la colaboración”, afirmó Kevelyn Guzmán, vicepresidenta regional de Coldwell Banker Warburg. “Lograr un equilibrio entre la confianza y la humildad es un proceso continuo, pero es esencial en un lugar de trabajo donde todos se sienten respetados y motivados”, agregó.
Las nueve características de la arrogancia
Identificar comportamientos soberbios o arrogantes no siempre es fácil, pero existen rasgos comunes que pueden servir como guía:
- Necesidad de admiración o de atención exclusiva por parte de los demás.
- Baja empatía y escasa capacidad de escucha.
- Actitud impositiva de los propios criterios e ideas; agresividad en la comunicación.
- Dificultad para reconocer errores y aceptar críticas; baja introspección.
- Egocentrismo: hablar excesivamente de uno mismo.
- Comentarios despectivos o menosprecio hacia los demás.
- Actitud de superioridad.
- Suelen tener buenas competencias o habilidades sociales.
- Excesiva preocupación por los logros; competitividad “no sana”.
Una investigación del psicólogo Adam Fetterman descubrió que las personas con un alto nivel de arrogancia se sienten atraídas por palabras o imágenes relacionadas con la dominación. Estas personas buscan constantemente formas de sobresalir y, al sentirse amenazadas, se esfuerzan aún más por atacar a la competencia.
Susan Kraus Whitbourne dijo: “Debido a que los arrogantes valoran el triunfo por sobre todo lo demás, también serán propensos a entrar en discusiones; los altamente afiliativos serán más propensos a buscar un acuerdo”.
“Cuando pienso en la confianza, pienso en alguien que tiene un sentido muy genuino de su autoestima. Es muy consciente de sí mismo y, a menudo, muestra humildad”, señaló Maria Doughty, directora ejecutiva de Chicago Network, una organización de liderazgo de mujeres.
Este equilibrio entre la confianza y la humildad es clave en cualquier entorno profesional, especialmente para líderes con mayor visibilidad e influencia, para evitar caer en la trampa de la arrogancia y mantener relaciones saludables y productivas.
