Existen dos grupos de riesgo más propensos a sufrir golpes de calor: los adultos mayores y los chicos más chicos. A medida que aumenta la edad, las personas se vuelven menos susceptibles a regular la temperatura, sufren períodos de hipotermia durante el invierno y tienen problemas con el calor en verano.
Con respecto a los bebés, los síntomas de la deshidratación son muy similares: suelen estar tranquilos, con una baja en su actividad normal, se quedan dormidos, pierden la iniciativa, tienden a no comer ni llorar.
“El golpe de calor es la manifestación clínica del incremento de la temperatura corporal que se da como consecuencia de la falla en el mecanismo de la autorregulación fisiológica cuando existe exposición corporal a ambientes calientes, en general, por períodos prolongados”, explica Damian Zopatti (M.N. 111.505), médico clínico del Hospital de Clínicas.
Por ello, en general, el golpe de calor es más frecuente de observar cuando las temperaturas del ambiente son sostenidamente elevadas en días consecutivos. De allí la escala de riesgo con base en los colores que habitualmente se publican (amarillo, naranja, rojo).
“Los síntomas son variados: mareos, sensación de desvanecimiento, palpitaciones, sudoración excesiva al principio y piel caliente, letargo, cefalea, náuseas, debilidad, etcétera”, detalla Zopatti.
Teniendo en cuenta que la mayoría de las plazas son de cemento, conviene buscar lugares que sean frescos, espacios verdes donde corra brisa o viento. La cantidad de entrenamiento debe incrementarse en forma progresiva: primero se aumenta la frecuencia semanal, luego el volumen y finalmente, la intensidad.
“El golpe de calor también se da usualmente mientras las personas jóvenes hacen entrenamiento físico, debido a la pérdida de agua. Para estos casos, se recomienda hacer actividad física por la mañana temprano o por la tarde, luego de la caída del sol” alerta el profesional.
En qué influye el barbijo cuando hace calor
“El uso de barbijo en verano sumado a realizar las tareas habituales como pueden ser caminar, realizar compras, trámites, etcétera, no incrementa en demasía la demanda fisiológica de oxígeno si es que todas ellas se realizan de manera tranquila y tomando los recaudos pertinentes en relación con las recomendaciones clásicas sobre la prevención del golpe de calor”, comenta Zopatti.
“La clave está en poder reconocer la necesidad de mantenerse hidratado. Las personas mayores, por la edad, se vuelven menos sensibles a sentir sed, por lo que deben recordar y tener como hábito tomar agua. Cuando la temperatura sube y comienzan los síntomas, el cuerpo puede haber perdido cantidades significativas de líquidos, que se deben reponer de forma constante”, indica el médico.
Si se respetan las recomendaciones para evitar el golpe de calor, el empleo del barbijo de tela o tapaboca no debería ocasionar inconvenientes en nuestra salud en relación con actividades de baja intensidad como es el caminar o hacer actividad habitual diaria.
“Estas ideas van en consonancia con estudios realizados en Canadá donde se midió la saturación de oxígeno a una población de adultos con uso de mascarillas faciales no médicas mientras realizaban las tareas comunes diarias. Este estudio demostró no haber cambios significativos en la oxigenación con el empleo del barbijo en la actividad diaria cotidiana”, respalda el profesional.