Existe la teoría de que el coronavirus y sus consiguientes tensiones y cambios en las circunstancias modificaron las ideas preconcebidas sobre cómo nos relacionamos con los demás. Los extrovertidos se vieron obligados a explorar una vida más tranquila que algunos descubrieron apreciaban en un grado inesperado, y los introvertidos están floreciendo en un mundo menos agitado y conectado, o alternativamente, dándose cuenta de cuánto necesitan y extrañan la conexión humana.
Nos estamos convirtiendo en ambivertidos con necesidades contradictorias y complejas en nuestras relaciones con las personas que nos rodean.
El término no es nada nuevo, fue acuñado en 1923 por un psicólogo llamado Edmund Smith Conklin. Según él, a veces los “ambivertidos” son líderes y a veces son seguidores. Pueden crecer como extrovertidos y volverse introvertidos más adelante en la vida. También pueden cambiar para adaptarse a cualquier situación dada.
Leé también: Por qué ser sociable ayuda a la salud mental y física
Por qué conviene ser ambivertido
Adam Grant, profesor de psicología de la Universidad de Pennsylvania, presentó la expresión “la ventaja de la ambiversión” en un estudio de 2013 que cuestionaba la noción de que los extrovertidos eran más exitosos y productivos en un ambiente de ventas.
Después de estudiar a 340 empleados de un centro telefónico de atención al cliente (call center), Grant encontró que los trabajadores que recaudaban más ingresos por ventas se encontraban en la mitad de la escala de extroversión. De hecho, los resultados se ilustraban con una curva en forma de campana: los trabajadores que peor se desempeñaban eran extremadamente introvertidos o extremadamente extrovertidos.
“Debido a que de manera natural se involucran en patrones flexibles de conversación y prestar atención, los ambivertidos tienen más probabilidades de expresar la confianza y entusiasmo suficientes para persuadir y concluir una venta”, escribe Grant en su estudio.
Pero explica que los ambivertidos también tienden más a escuchar los intereses de los clientes y son menos susceptibles a aparentar estar demasiado entusiasmados y autosuficientes.
La experta en inteligencia social Vanessa Van Edwards habla de tres indicios de ambiversión.
- Las personas ambivertidas suelen desear pasar tiempo a solas aunque también les encanta la gente.
- Algunas situaciones hacen que estas personas se sientan abiertas mientras que otras situaciones las hacen sentir calladas y reservadas.
- Estas personas nunca tuvieron del todo claro si son extrovertidas o introvertidas y cambiaron su opinión de sí mismas varias veces.
La principal característica de esta personalidad es la capacidad de concentrarse, tanto en el mundo exterior como en el interior. En tal sentido, mantienen una buena estabilidad en cuanto a sus funciones mentales, saben determinar cuáles momentos son los más apropiados para reaccionar de determinada manera.
Las señales de la persona ambivertida
Para saber si uno es ambivertido, como lo sería la mitad o incluso dos tercios de la población, el periodista y autor estadounidense Daniel Pink hizo una prueba que permite calcular la tasa de ambiversión . Incluye unas veinte preguntas, a las que hay que responder “totalmente falsas, bastante falsas, neutrales, bastante de acuerdo o completamente de acuerdo”. Estas preguntas cuestionan la relación general con la vida social. Algunas son:
- ¿Me gusta llamar la atención sobre mí mismo?
- ¿Me gusta chatear con personas que no conozco?
- ¿Me gusta pasar tiempo a solas?
- ¿Tengo una buena capacidad de escucha?
- ¿Sé cómo afirmarme?
- ¿Me siento bien en un grupo y me gusta trabajar en equipo?
- ¿Tiendo a permanecer en silencio cuando estoy rodeado de extraños?
El carácter de una persona se encuentra en un proceso de constantes cambios, eso depende de las circunstancias a las cuales deben de adaptarse y de las personas con las cuales están interactuando. Así que lo mejor es ser habilidoso y no etiquetarse: usar una u otra herramienta, según la circunstancia que se esté viviendo.