Balance provisorio: el peronismo demostró su control del territorio, y que sus líderes provinciales no sufren el desgaste que padecen las autoridades nacionales; pero Cambiemos salvó la ropa, mostrando que su electorado más firme no lo abandona.
La coalición hoy en el gobierno nacional, que postula para la gobernación de Entre Ríos al radical Atilio Benedetti, no esperaba sacar más votos en estas PASO que su futuro contrincante peronista, Gustavo Bordet, quien va por la reelección.
Se sabía en sus filas que era imposible repetir el resultado de 2017, cuando los candidatos del sector se impusieron por casi 53% de los votos contra solo 38% del peronismo. E incluso iban a estar lejos de los guarismos de las presidenciales de 2015, cuando tanto en primera vuelta, por estrecho margen, como en la segunda, por una diferencia bastante mayor, Mauricio Macri se impuso a Daniel Scioli en las preferencias de los entrerrianos.
Pero temían caer muy por debajo de la marca que habían alcanzado sus candidatos locales en esta última ocasión, cuando Bordet fue electo por solo 22.000 votos de diferencia (un poco más de 2% del total) sobre el ruralista Alfredo De Ángeli. Si perdían por paliza donde cuatro años atrás casi dieron un batacazo y hace dos años arrasaron en el favor popular, iba a ser una pésima señal.
Por eso se conformaban pero también se desvivieron en Cambiemos por no quedar demasiado lejos del porcentaje que obtuviera el actual gobernador. Así no quedarían muy en desventaja de cara a la pelea en serio por la gobernación, que se concretará el 9 de junio, en una provincia que ha cambiado de manos varias veces en las últimas décadas y donde el voto del campo y de los sectores medios pesa bastante.
Y de paso la fuerza del Presidente evitaría seguir dando la impresión, que abonaron los pobres resultados conseguidos en otros distritos (en particular los patagónicos), de que a lo largo y ancho del país la ciudadanía está dándole la espalda. Era una misión difícil porque el gobernador y candidato peronista conserva una alta imagen positiva (alrededor de 60%). Que se sostiene en dos pilares, que también tienen su relevancia para la política nacional.
En primer lugar, el pacto fiscal de 2017. Sus resultados se sometieron a prueba en estas PASO, y están bien a la vista: los gobernadores peronistas tienen altas chances de seguir controlando sus distritos porque salvo raras excepciones (Santa Cruz y alguna otra provincia muy mal administrada) no enfrentan crisis fiscales, pagan a término los salarios de sus empleados y con aumentos no despreciables. Y es que la crisis y el esfuerzo del ajuste son casi exclusivamente nacionales; las provincias en general pudieron evadir la reducción de impuestos, e incluso en algunos casos los aumentaron (lo hizo Salta, pese a que Urtubey a nivel nacional es el peronista que mas en sintonía se muestra con los recortes que promueve Macri; y bue, hablar es fácil).
En segundo lugar, la unidad peronista. Bordet se enfrentó, apenas asumió en diciembre de 2015, contra su predecesor y hasta allí padrino, Sergio Uribarri, hoy acusado de irregularidades en su gestión y todavía firmemente alineado con el kirchnerismo, del cual su sucesor tomó también rápidamente distancia. Parecía entonces que la fuerza del cambio iba a dejar en el pasado a todos los protagonistas del ciclo anterior y Bordet no quería quedarse rezagado. Pero con el paso del tiempo se vio que la cosa no iba a ser tan sencilla, e igual que muchos "exentusiastas y sangre joven", Bordet volvió a acordar tanto con Uribarri como con Cristina Kirchner. Hasta aquí, con buenos resultados y sin recibir mayores objeciones.
Aunque vuelve a plantearse la pregunta de siempre: ¿Quién capitalizará este electorado a nivel nacional, el kirchnerismo o el peronismo alternativo? Los dirigentes locales mayoritariamente se siguen inclinando por la segunda opción, pero según las encuestas ninguno de los candidatos que podrían promover tienen mayor arrastre. Así que Cristina puede terminar siendo la beneficiaria del éxito de Bordet, aunque se le resista. Si es que se le resiste.
Los dirigentes de Cambiemos tienen otro consuelo: que se votó en lo peor de la crisis de confianza en las políticas nacionales, con la imagen pública de su dirigencia nacional tocando fondo. Para cuando sea la votación en serio, a comienzos de junio, puede que ya sea visible la recuperación que dicen ya está empezando Y sobre todo habrá sido liquidado el grueso de la cosecha y sus beneficios estarán circulando por los bolsillos de al menos parte de los entrerrianos.
Entonces sí para la coalición oficial demostrar competitividad será decisivo. Se estará votando en varios de los distritos centrales que, en conjunto, reúnen el 70% del electorado nacional y definen las elecciones a presidente. Si la situación mejora respecto al "piso" que mostraron estas PASO de Entre Ríos, tal vez pueda esperar también que en esos meses tan mal no le vaya en las elecciones de Santa Fe y de Mendoza. Y en los municipios de Córdoba donde no vaya dividido el radicalismo.