Durante todo el año marcamos y remarcamos los errores del Gobierno: el caso Libra, el desfinanciamiento de la asistencia en discapacidad, el Hospital Garrahan, el caso Espert, las universidades, las magras jubilaciones.
Ahora bien, la consigna que siempre sostuvimos fue clara: “Reclamar sí, pero no dejarse psicopatear por el kirchnerismo y por la izquierda”.
¿Por qué? Porque estaban usando causas nobles para hacer política. Y también porque, durante la espantosa gestión de Alberto Fernández, no hubo una sola marcha ni un solo paro por el Garrahan. Gracias a Dios, la sociedad argentina no se dejó manipular.
Leé también: Fondos y reformas: los detalles de la negociación que se viene entre Milei y los gobernadores
Esta semana quedó claro que la polémica en torno al Hospital Garrahan tenía un trasfondo político.
Norma Lezana, la mujer que más gritaba en la protesta, es la jefa del sindicato de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan (APyT) y fue candidata del Frente de Izquierda en la provincia de Buenos Aires, en la lista encabezada por Nicolás del Caño y Romina del Plá. Por lo tanto, estaba usando al Garrahan para hacer política partidaria.

Durante el gobierno de Alberto, Cristina y Massa, el presupuesto del hospital aumentó un 333%, mientras que la inflación acumulada fue del 1.146%. Eso tiene un nombre: desfinanciamiento.
En ese entonces, ¿ATE hizo algún paro? ¿Echarri habló del Garrahan? ¿Mengolini le dedicó un programa?
No.
¿Por qué? Porque no les importa el Garrahan: les importa limar al Gobierno para recuperar sus cajas.
En diciembre de 2021, el propio diario Prensa Obrera —vocero de la izquierda— titulaba: “El Hospital Garrahan, con presupuesto congelado”, refiriéndose al plan de Alberto Fernández. Nadie se indignó entonces.
Ayer se anunciaron los nuevos aumentos salariales en el Garrahan:
- Operario (40 h semanales): de $1.148.279 a $1.531.144, +33%.
- Administrativo (40 h): de $1.273.177 a $1.726.840, +35%.
- Enfermero (35 h): de $1.521.177 a $2.068.610, +36%.
- Licenciado en Enfermería (35 h): de $1.782.836 a $2.480.230, +39%.
- Médico especialista (42 h): de $2.394.871 a $3.439.193, +43%.
- Médico con guardia (42 + 16 h): de $2.934.981 a $4.285.460, +46%.
- Bioquímico: de $1.902.244 a $2.667.324, +40%.
Por supuesto que no alcanza. Nunca alcanza. Y exigir vale la pena.
Pero una cosa es pedir y otra muy distinta, extorsionar.
Una cosa es luchar y otra, querer voltear a un gobierno democrático.
Leé también: ANSES le pedirá a Cristina Kirchner que devuelva cerca de $1000 millones por jubilaciones y pensiones que cobró
El kirchnerismo se colgó de las banderas del Garrahan, de la discapacidad, de los jubilados y de las universidades para intentar hacer caer al Gobierno. A todos los que aparecieron estos días —de Nancy Pazos a Moreno, de Grabois a Manuela Castañeira y Berni— no les importan los hospitales ni los jubilados. Lo único que querían era que el Gobierno se cayera lo antes posible.
No solo no lo lograron, sino que en 16 de las 24 provincias la gente volvió a decir con su voto: “La estoy pasando mal, me cuesta llegar a fin de mes, estoy endeudado, muchas cosas no me gustan... Pero sigo apoyando para no volver atrás”.
Ese mensaje se dio en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Tierra del Fuego, Chubut, Río Negro, Neuquén, San Luis, Mendoza, Entre Ríos, Chaco, Misiones, Salta y Jujuy, entre otras provincias.
Es cierto: las deudas continúan, el sueldo sigue siendo bajo, la jubilación no alcanza, la escuela está cara y hay familias que deben la prepaga. Pero la gente fue clara: “Ni en pedo vuelvo al pasado”.
Esa fue la verdadera respuesta social. Y lo que generó fue una crisis profunda dentro del kirchnerismo.
Las críticas a Máximo Kirchner se multiplicaron. Luis D’Elía lo acusó públicamente —con una denuncia grave— y muchos dentro del peronismo empezaron a decir en voz alta lo que callaban hace tiempo: que Máximo no está apto para conducir el movimiento, ni para suceder a su madre.
No se trata de una cuestión física ni emocional. Simplemente, no se lo ve capaz. Y ahora aflora toda la bronca contenida de la CGT, los intendentes y los propios compañeros de partido.
Tan profunda es la crisis interna que hasta Alberto Fernández y Máximo Kirchner se pelean públicamente. Recordemos que Fabiola Yáñez declaró que su expareja “no era abstemio, que tomaba alcohol y fumaba marihuana con sus amigos hippies en Olivos”.

Pero que el “Rey de la PlayStation” te trate de vago, ya es mucho.
Lo que quedó claro es que la sociedad ya no se deja engañar por los trucos de siempre. Ya no entra la psicopateada K. La gente entendió que el kirchnerismo no puede hablar del Garrahan, ni de los jubilados, ni de la discapacidad, porque cada vez que gobernó, hizo un desastre.
Esta vez, el truco salió mal.
Opiniones libres; hechos sagrados.



