Todo indica que los libertarios serán los verdugos del PRO en la ciudad de Buenos Aires. Más allá de cuáles sean los resultados finales, y en qué orden terminen las principales listas en competencia, el 18 de mayo se confirmará que la fuerza de Milei le ha capturado buena parte de su electorado local a los macristas. Algo que estos aún habían evitado les pasara en 2023, y por eso Jorge Macri es jefe de Gobierno pese a la derrota sufrida por su fuerza a nivel nacional ese año, lo quisieron evitar de nuevo esta vez, desdoblando las elecciones distritales, pero igual se impuso.
Para profundizar esa sangría de votos no sólo Milei, su hermana, su monje negro y todo el resto del gobierno nacional tomaron un protagonismo descollante en la campaña porteña, con el habitual tono agresivo y polarizador, sino que agregaron al combo la desafiliación del PRO de Patricia Bullrich y su afiliación, con bombos y platillos, a La Libertad Avanza.
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Un mensaje: el PRO es el pasado
Un pase que ya se daba por descontado hace tiempo, pero que en su timing refuerza el mensaje aniquilador: el PRO es el pasado, sus votantes y la parte “valiosa” de sus dirigentes ya lo saben y lo están abandonando, los únicos que no se han dado cuenta son los “miopes” de los que habla Guillermo Francos, el más moderado epíteto que el más moderado de los funcionarios nacionales dirigió en estos días a Mauricio Macri.
Todo esto sucede, además, mientras los dirigentes que se van del PRO a LLA, en un entendimiento más o menos directo con Bullrich, se siguen multiplicando. En la misma jornada de luto en que Macri perdió a su hasta hace poco jefa partidaria, perdió también en manos de los libertarios a la vicegobernadora de Mendoza, Hebe Casado.

¿Insistirá el expresidente en atribuir esa migración a que demasiados de sus dirigentes “tienen precio”? ¿Dirá lo mismo de los votantes que lo abandonan? No tendría mucho sentido que lo hiciera. Y tampoco lo tiene que siga ignorando el hecho de que los motivos que están llevando a mucha gente a tomar nuevos rumbos ahora no son muy distintos a los que años atrás hicieron que muchos radicales, peronistas, conservadores o desarrollistas vieran en él y en el PRO una oferta atractiva y novedosa. Quien se ha beneficiado como la movilidad de las preferencias y la intensidad de las migraciones políticas propias de nuestros tiempos no debería descalificarlas en cuanto ellas evolucionan contra sus intereses.
Eso disculpa en particular a Patricia Bullrich, una reconocida experta en migraciones. ¿Qué sentido tiene tomársela con sus cambiantes pertenencias partidarias, si un recorrido parecido han hecho infinidad de votantes y muchísimos dirigentes menos destacados. Por ese lado no tiene mayor sentido escarbar para ver cuánta mugre encontramos.
Falta de estrategia
El problema entonces no es “el precio” de los dirigentes, ni la inestabilidad de sus lealtades, menos que menos en un país donde lo único estable ha sido el fracaso y la frustración.
El problema es la falta de una estrategia mínimamente viable de parte de la cúpula del PRO. Su decisión de abandonar a sus socios de Juntos por el Cambio y “hacerse valer” en el Congreso y la escena pública frente a los libertarios, a la espera de un acuerdo “entre pares” de ambas fuerzas, fue una apuesta sin destino. No tienen nada que reprocharle entonces tampoco a Milei, que se aprovechó de su colaboración y los fue desgastando y descremando mientras se consolidaba en el poder y en la estima de la opinión pública. Podrán llamarlo desagradecido, pero no un incumplidor: jamás les prometió otra cosa.
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Y la prueba de que esto es así la ofrecen los que aún militan en el PRO en el principal distrito del país. Ellos, pese a todo lo que han hecho Milei, Bullrich y compañía por debilitarlos, igual están empecinados en ofrecerles una alianza en las condiciones más favorables para LLA. Porque saben finalmente que las alternativas con que cuentan son mucho peores: o dejarse absorber o languidecer en los márgenes de la competencia por el poder.