“La realidad es que mi popularidad está en los niveles máximos, porque el ajuste es popular”, dijo el presidente Javier Milei el jueves en un programa de la TV de la mañana. Las encuestas están mostrando que ese “relato” no es del todo preciso.
“Relato” se convirtió en la Argentina en una mala palabra desde que el kirchnerismo falsificaba las estadísticas para crear un relato de crecimiento económico y estabilidad que solo existían en los números “dibujados” por el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
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Pero todos los gobiernos del mundo procuran “controlar” lo mejor posible su propio relato.
Milei acertó cuando dijo que “el ajuste es popular”
Ese es su mayor logro: haberse apropiado y redefinido un término -el ajuste- que el peronismo siempre usó como insulto para cualquiera que solo pensara en serenar la furia del gasto público.
El “milagro” de Milei es que hoy, por ejemplo, en la contienda por las elecciones legislativas porteñas del 18 de mayo, entre los candidatos del jefe de Gobierno Jorge Macri y el retador libertario, Manuel Adorni, se pelean “a muerte” por quién logró echar a más empleados públicos. Escenas de ese tipo hubiesen sido inimaginables en la Argentina pocos años atrás.
¿Pero realmente Milei está en su máximo de popularidad? O ese dato podría ser tan “preciso” como los índices de inflación “retocados” por Guillermo Moreno una década atrás.
Qué dicen las encuestas
La encuestadora Pulso Research publicó en abril su Brújula Social que indica lo contrario: con 51,4 por ciento de desaprobación y 42,2 por ciento de aprobación a la gestión del gobierno de Milei, el indicador está en su peor momento desde enero de 2024.

El mejor momento de popularidad del presidente libertario fue antes de fin de año, cuando, según esa encuestadora, su aprobación tocó 51,7 por ciento, y la desaprobación, apenas 40,1 por ciento.
El verano, con su desubicado discurso de Davos, el “Libragate” y todos los desatinos a los que llevó el escándalo de la criptomoneda libertaria, más los repuntes inflacionarios de los últimos tres meses fueron una “tumba” para la gloriosa imagen con la que llegó el mandatario al fin de 2024: medido de punta a punta, Milei perdió 20 puntos entre aprobación y rechazo.
¿Notará el asesor estrella Santiago Caputo que el Presidente precisa urgente un nuevo relato?
“Dime de qué alardeas y te diré qué adoleces”, es una viejo adagio popular: el riesgo para Milei es que la opinión pública perciba que Milei está armando un “relato” con su nivel de imagen que no coincide con lo que se percibe en la conversación pública cotidiana.
La aprobación es la base de la credibilidad de todo gobierno
“La pinta es lo de menos”, decía una vieja canción de Ramón “Palito” Ortega (Balada para un Gordo), el problema es que la aprobación es la base de la credibilidad de todo gobierno.
El último sondeo de la encuestadora D’Alessio IROL Berensztein sobre el nuevo paquete de medidas económicas muestra cómo cayó la confianza del público en que el plan económico sea exitoso. Casi el 80 por ciento está viendo más inflación en su futuro. Para el 13 por ciento, seguirá igual, cuando el IPC de marzo se acercó al 4 por ciento. Apenas el 7 por ciento cree que los precios subirán menos: datos que deberían encender luces amarillas en el equipo de comunicación de Milei.
Apenas el 23 por ciento de los encuestados por la consultora de Sergio Berensztein y Eduardo D’Alessio cree que la “Fase 3” del plan económico, con el levantamiento parcial del cepo cambiario y las bandas de flotación para la cotización del dólar serán positivas.

Tampoco es positiva la visión de los argentinos sobre el FMI: solo para el 21 por ciento “ayuda más de lo que perjudica”. Para generar confianza en los votantes y consumidores haría falta un nuevo “relato”.
El “relato” actual todavía no termina de convencer del todo a los mercados que tienen por mejor negocio del momento hacer “carry trade” disfrutando de las altas tasas de interés que apuestan a que el “dólar planchado” se mantenga así por lo menos hasta las próximas elecciones.
El ministro de Economía Luis “Toto” Caputo dijo esta semana que a él no le preocupa acumular dólares en el Banco Central. El FMI había condicionado la ayuda a que en el transcurso del año el BCRA recupere como mínimo 5.000 millones de reservas, que solo se consiguen si el billete verde baja de mil pesos, según definió el nuevo sistema cambiario del gobierno.
Pero, silenciosamente, Caputo mandó a sus funcionarios a una reunión urgente con las cerealeras, que de sus exportaciones depende que haya oferta de dólares en el nuevo mercado: el propio Milei amenazó con que en junio vuelve a subirles las retenciones al campo, como amenaza para que salgan a vender ya mismo.
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Estos detalles escapan al interés de la opinión pública. Pero para los mercados, el nivel de confianza en la palabra y la capacidad del equipo económico es vital para tomar decisiones: ¿importa acumular reservas, o no tanto?
La apuesta del gobierno a que los ahorristas vendan sus dólares para “jugar” al carry trade es fuerte, y depende de que esos “apostadores” no apunten a volver a sus dólares unas semanas antes de las elecciones para evitar riesgos: todo el esquema podría desmoronarse.
El relato puede tener adaptaciones para diversas audiencias. Pero no genera confianza, ni a los mercados ni a la opinión pública, que ese relato se distancie demasiado de la realidad.