El papa Francisco sigue teniendo “ligeras mejorías” y concelebra diariamente la misa en la capilla privada cercana a su habitación del segundo piso de la Casa Santa Marta. Continúa “blindado” al acceso de personas, salvo los médicos y enfermeros, sus secretarios y un puñado de estrechos colaboradores y “trabaja un poco”, atendiendo los documentos que le envían los organismos de la curia romana, según dice el informe más reciente de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Tras los 38 días de internación por una neumonía bilateral que incluyó dos episodios que lo colocaron al borde de la muerte, Jorge Bergoglio transcurre así los primeros días de la continuidad de su convalecencia en el Vaticano. Si su evolución continúa siendo favorable, le demandará “al menos dos meses” de un especial cuidado con terapias farmacológicas y kinesiológicas, y una asistencia respiratoria que va siendo cada vez menor.
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Impactantes fueron los detalles sobre las dos crisis que sufrió en el hospital contados por uno de sus médicos, Sergio Alfieri, quien reveló que “hubo que decidir entre dejarlo ir o probar con todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo un riesgo muy alto de dañar otros órganos” e incluso pensando que “la situación estaba perdida” frente a un papa consciente que lo tomó de la mano “como buscando contención”.
De aquellos momentos a hoy el panorama es bien distinto. Pero, como dijo el propio Alfieri, Francisco se comprometió ante él tras haber recibido el alta a “no desperdiciar el esfuerzo que habíamos realizado” y, por tanto, a que se iba a cuidar mucho durante su convalecencia. Por lo pronto, aún no recibe visitas y se canceló la que le iban a realizar el 8 de abril el rey Carlos III de Inglaterra y su esposa, la reina Camila.

Sólo pueden ver al papa por ahora -y acaso por un buen tiempo- el director de Sanidad del Vaticano, el médico Luigi Carbone, además de Alfieri; el enfermero de Francisco, Massimiliano Strappetti, quien en 2021 lo convenció contrarreloj de que se operara del colon y en las dos recientes crisis pidió que se le aplicaran todas las terapias posibles para sacarlo adelante; el enfermero, Andrea Rinaldi, y dos enfermeras más.
También tienen acceso sus secretarios, los sacerdotes Fabio Salerno, italiano, y Daniel Pillizzon y Juan Cruz Villalón, argentinos; el secretario de Estado del vaticano, el cardenal Pietro Parolin; su segundo, el arzobispo Edgar Peña Parra: y los cardenales Giovanni Re, decano del Colegio Cardenalicio; Victor Fernández, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y Mario Grech, secretario general del Sínodo.
La mejoría de Francisco y su vuelta al Vaticano puso en pausa una movida de los sectores muy conservadores de la Iglesia y de la política mundial -con sectores de Estados Unidos a la cabeza- para tratar de influir en la elección de su sucesor, pero ahora estos grupos empezaron a difundir por los medios digitales que Jorge Bergoglio supuestamente no está en condiciones de gobernar y que otros lo están haciendo por él.
Un sitio ultra conservador se ensañó con quienes presuntamente “expusieron” a Francisco en el balcón del hospital antes de retornar a Santa Marta, al considerar “indigno utilizar a un anciano gagá como escudo para ejercer un poder que no les pertenece” porque “¿a quién beneficia ver al papa en estas condiciones, completamente fuera de sí?”, pregunta y responde: “a quienes gobiernan en su nombre”.

En ese sentido, denuncia un supuesto “sistema que necesita mantener la ficción de que todo está bajo control”, pero dice que “la verdad es que el papa ya no puede gobernar, no puede hablar, ni siquiera sostenerse. Lo que se necesita no es un montaje, sino honestidad. Y la honestidad exige que se retire de la vida pública al papa y se reconozca la gravedad de la situación”.
No faltan en las redes quienes describen presuntos episodios que demostrarían que Francisco ya no gobierna como la toma de posesión de obispos sin el necesario nombramiento firmado por el papa o le adjudican un inverosímil poder a uno de los secretarios del pontífice, un joven y discreto sacerdote, al que “convierten” en un implacable cancerbero.
Lo cierto es que el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, tuvo que salir a aclarar este fin de semana que Francisco “no dejó nunca de gobernar la Iglesia”, ni siquiera durante su hospitalización, y señaló que en su actual convalecencia sigue tomando decisiones sobre los asuntos importantes, a la vez que delega a sus colaboradores los rutinarios.
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“Incluso en los días más difíciles de su hospitalización, el Santo Padre veía los expedientes” que se le presentaban sobre cuestiones de relevancia, “los leía y decidía en consecuencia”, cuenta Parolin en una entrevista concedida al diario italiano Il Corriere Della Sera en la que aclara que en la administración de la Iglesia “no hay cambios en lo esencial”.
Precisa que “hay muchos asuntos rutinarios sobre los que los colaboradores de la curia pueden proceder sin consultarle al papa en base a las indicaciones recibidas previamente y en las normas vigentes”, más allá de que “todas las decisiones más importantes las debe tomar el pontífice”, pero subraya que “no todo tiene que pasar por el papa”.
Consigna que en casos especiales el papa puede delegar su poder como en las ceremonias de proclamación de santos (canonizaciones)”, puntualización que viene a cuento porque para el 27 de abril está prevista la canonización del adolescente Carlo Acutis, una figura muy venerada, que usaba los medios digitales para difundir la fe.

Habrá que ver cómo evoluciona su salud y si, por lo pronto, podrá estar presente alguno de los oficios de Semana Santa, que comienza el 13 de abril, Domingo de Ramos, sobre todo si podrá impartir la bendición Urbi et Orbi (A la Ciudad y al Mundo) el Domingo de Pascua, la fecha más solemne del cristianismo.
Mientras dure su convalecencia, la clave de la salud del papa pasará en buena medida por la rigurosidad con la que respete todos los cuidados y así pueda volver a su actividad -que deberá tener un menor ritmo respecto del frenético que venía teniendo- sin el riesgo de sufrir recaídas.
Al compás de su progresiva recuperación habrá que suponer que se irán desvaneciendo las intencionadas especulaciones, a la par que se consolidará un tiempo más de un pontificado con una voz imprescindible para muchos católicos y no católicos en el mundo actual.