La única diferencia que existe entre Javier Milei, su hermana y Santiago Caputo respecto a cómo resolver los entuertos del gobierno con Macri y el PRO es de naturaleza funcional, sino lisa y llanamente simulada.
Tal como sucede en el juego de “policía bueno y policía malo”, el presidente sabe que le conviene quedar en público como una persona mínimamente agradecida y abierta al diálogo, así que lanza cada dos por tres ofertas de acuerdo; dándole aire y tiempo para que avancen sus dos más estrechos colaboradores en la tarea de desangrar a su predecesor, robarle los dirigentes con votos que le quedan y desarmar del todo su partido.
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Lo han logrado recientemente en el caso de Luis Juez, lo están intentando con Diego Santilli y lo replican en todo el interior. Allí donde el PRO tiene gobernadores, intendentes o dirigentes con algún arrastre, aunque tal vez hagan lo posible para desdoblar las elecciones distritales y locales, para conservar algo de autonomía, seguramente se verán en la necesidad de acordar al mismo tiempo con LLA para compartir las listas nacionales. Aun en términos desfavorables, para no terminar perdiéndolo todo: saben que si todo sigue como va, enfrentar candidatos respaldados por el presidente, aunque estos sean desconocidos o incluso piantavotos, les va a resultar imposible. Ni Frigerio ni Torres, para poner dos ejemplos que vienen a cuenta en estos días, quieren quedar mal frente a sus votantes, llamándolos inútilmente a acompañar listas del PRO de legisladores nacionales que lograrán seguramente poca convocatoria. Así que se acomodan a los tiempos que corren.
Con lo cual el panorama más probable es el opuesto del que dice preferir Milei, pero solo cuando quiere mostrarse interesado en lo que no le gusta ni necesita, para poder luego argumentar que, si no se dio una alianza nacional, no fue porque él no la haya querido. Y la culpa sea también de Macri.
Va a haber acuerdos en muchas provincias, pero no a nivel nacional
Y probablemente no lo haya tampoco en algunos distritos clave, como CABA y provincia de Buenos Aires. Si lo único que le queda al expresidente bajo su control es un PRO metropolitano, que encima obtenga malos resultados en esos dos distritos, saliendo tal vez tercero en ambos, su futuro como socio/contradictor de Milei quedará muy comprometido.
Y este podrá esperar que lo que desea desde fines de 2023 finalmente se le dé: tras las legislativas, lo que no le haya robado ya de dirigentes y legisladores, lo podría terminar recibiendo de chiripa, sin necesidad de pagar a cambio ni de acordar nada, simplemente por el agotamiento de las estrategias de su predecesor y el desgranamiento definitivo de su fuerza.
Estas son la claves, finalmente, de la estrategia oficial. Que desde el principio el triángulo de hierro tuvo claras, no generaron nunca allí ningún ruido ni tensión, y solo Macri ignoró: no pagar por lo que puede obtenerse gratis, y no ceder autonomía ni control en acuerdos que pueden ser útiles solo transitoriamente, hasta que el mapa de las representaciones institucionales, en el Congreso y el territorio, se termine de acomodar a la polarización que reina en la opinión pública, que es finalmente el objetivo estratégico irrenunciable.
Lo estamos viendo también reflejado en el modo en que el oficialismo tejió su agenda para las sesiones extraordinarias. Cediendo solo en apariencia en algunos temas que interesan a la oposición moderada, como Ficha Limpia, no en el más importante, el presupuesto, para imponer los únicos que realmente le importan, suprimir las PASO y ubicar a Lijo en la Corte.
Un verdadero brete
También en este terreno, la oferta que hace el Ejecutivo a sus hasta aquí vitales socios legislativos es bastante engañosa, por no decir envenenada. Saben en la Rosada que si mandaran el presupuesto a extraordinarias tendrían que negociar con las mesas de gobernadores de los viejos partidos por la distribución de recursos, y perderían entonces la ventaja que les da poder decidir discrecionalmente sobre una enorme masa de dinero público, para solventar relaciones de subordinación radiales con cada uno de esos mandatarios provinciales.
Más o menos lo mismo que hacía Néstor Kirchner veinte años atrás. Así que ceder a Macri en este punto estaba descartado de antemano: no piensan darle a él tampoco ninguna oportunidad para que se ofrezca como canal de mediación y articulación en una negociación vital para la reproducción del poder de esos jefes territoriales. En cambio, ofrecen desde el Ejecutivo Ficha Limpia, que igual saben bien allí que tiene bajísimas chances de pasar el filtro del Senado, pero les sirve para mostrarse abiertos y dialoguistas con los dialoguistas, mientras negocian lo que realmente les interesa, no con ellos, sino con el peronismo: sería muy difícil de justificar ante el público que respalda al presidente un entendimiento abierto y llano con Cristina en el tema Lijo, o en la cuestión de las PASO; pero si viene dentro del paquete con Ficha Limpia y otros temas menores, como la ley anticasta y demás menudencias, se volverá más fácil de digerir. Esto además le permitirá decir al gobierno que lo intentó, hizo lo posible para que avanzara la agenda anticorrupción, pero no prosperó por culpa del kirchnerismo, disimulando aún más el acuerdo con este para hacer los cambios que a ambos les convienen.
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Así las cosas, los opositores dialoguistas están en un verdadero brete: si no colaboran en las sesiones extraordinarias, se desgranarán aún más de lo que ya lo han hecho en los últimos tiempos, perdiendo por el camino más legisladores, que se acercarán por su cuenta al Gobierno para no quedar pegados con la oposición dura; si en cambio participan de las sesiones, puede que terminen a fin de febrero con las manos vacías, sin Ficha Limpia, sin presupuesto, y sobre todo sin las PASO y con Lijo. En ambos casos, habrán demostrado con sus actos que lo que dice Milei de ellos es cierto, los tibios son por definición un fracaso, porque no saben realmente lo que quieren. “Efecto revelación” que le dice.