El 22 de abril, se rompió algo en el romance entre Javier Milei y los mercados. Ese día, el Presidente sorprendió con un solemne anuncio por cadena nacional en pleno prime time: el primer trimestre con superávit fiscal en la Argentina en décadas.
Fue un motivo un tanto extraño para justificar una cadena nacional, pero el mensaje -con épica y referencias irónicas incluidas a los periodistas y economistas que “no la vieron” y sostenían que eso no era posible- llegó muy bien a su electorado.
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Ese día, el riesgo país había anotado su mínimo en la presidencia Milei, con una apertura de 1.148 puntos. La brecha entre el dólar oficial y los financieros estaba debajo de 20 por ciento e invitaba a terminar con el tóxico cepo cambiario que ahuyenta inversores.
Pero los mercados no acogieron bien el anuncio del presunto superávit: entre los operadores y asesores financieros, se habló menos de la épica y más de las deudas que el gobierno había barrido debajo de la alfombra para poder “dibujar” el superávit: los pagos atrasados con la mayorista eléctrica CAMMESA borraban el superávit. Pero la deuda por la coparticipación manoteada a la ciudad de Buenos Aires por el gobierno de Alberto Fernández, con fallo firme de la Corte Suprema, también quedó afuera, como también quedaron escondidos numerosos pagos pendientes a proveedores y fallos judiciales en tribunales del exterior contra las locuras económicas que heredó el gobierno del kirchnerismo.
Desde ese día el riesgo país, con sus subas y bajas, y el dólar blue, empezaron a darle sinsabores al gobierno.
Un anticipo de lo que vino después
La cadena nacional del 22 de abril fue un anticipo de lo que vino después: un gobierno con una estrategia de comunicación muy electoralista que se interpone permanentemente en los planes económicos del propio gobierno: el primer gobierno de la historia reciente argentina que se declara sin vueltas promercado y al que los mercados le responden con más dudas que certezas.
Ahora un sondeo a un panel de 85 expertos en comunicación refleja claramente que lo que está pasando en los mercados no solo tiene que ver con las decisiones económicas que toma el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, sino con la gestión de su sobrino, Santiago, el joven asesor de campaña electoral al mando de la comunicación del gobierno y con cada vez más influencia en el círculo íntimo de poder de Milei.
El 56 por ciento de los encuestados en ese panel de encuestadores y consultores de comunicación convocados por la revista Imagen cree que “la comunicación del gobierno está entorpeciendo objetivos económicos” contra apenas el 15 por ciento que cree que “la comunicación del gobierno está contribuyendo a sus objetivos económicos”.
Ejemplos más recientes
El anterior fin de semana, Luis Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, anunciaron que intervendrían en el mercado del dólar Contado con Liquidación: una maniobra poco “anarcocapitalista” y harto conocida de la gestión económica de Sergio Massa que dejó las arcas del Central en rojo profundo.
El dólar bajó, porque el Gobierno ofreció dólares de las reservas para que la oferta supere a la demanda. Pero al mismo tiempo, el riesgo país volvió a subir y tocar los 1.600 puntos: los dólares que salen del Banco Central ya no sirven para tranquilizar a los ahorristas de que el gobierno pagará sus deudas. Al día siguiente, el billete verde en el mercado libre volvió a subir.
Ese día, el vocero del gobierno, Manuel Adorni, le contestó a un periodista sobre ese tema con la poco convincente respuesta de que “a nosotros no nos preocupa el precio del dólar ni el riesgo país”.
Lo que se preguntaron en los mercados: “¿Entonces para qué intervienen gastando reservas en el mercado del dólar libre, si no les interesa su cotización?”. ¿Teme el gobierno que la suba del “blue” termine impactando en los precios y arruine el principal “relato” de que Milei está “pulverizando” la inflación?
Otro ejemplo anterior fue la conferencia de prensa, hace tres semanas, para anunciar una supuesta medida revolucionaria: sacar los “puts” (o seguros) que había dejado Massa en el BCRA y pasarlos a bonos del Tesoro y así dejar “limpio” al Banco Central.
Los mercados entendieron que les querían tomar el pelo: ¿actuaría después el Tesoro como con las deudas con proveedores barridas debajo de la alfombra y crecería el riesgo de default?
Lo que pasaron en limpio en los mercados es que el gobierno no tenía un plan para salir del cepo cambiario. Otra vuelta de tuerca al riesgo país: la comunicación de la economía no está facilitando los objetivos del primer gobierno fanáticamente promercado de la historia argentina reciente.
Un fanatismo que no es bien visto por los mercados
El Presidente creó un Consejo Económico Asesor para que -supuestamente- lo asesore. Pero a los pocos días Santiago Caputo mandó a renunciar al prestigioso economista Fausto Spotorno, por dar su opinión libremente en los medios. La semana pasada, el empresario textil y también economista Teddy Karagozian (de TN Platex) debió dar las hurras por decir en los medios que cree que hay atraso cambiario.
El jueves, Milei tildó a ambos economistas de “traidores” en su filoso perfil de Twitter: están para asesorar, pero no para disentir, y mucho menos en público. Suena contradictorio.
Ese verticalismo extremo es interpretado por los mercados en términos psicológicos como un rasgo de inseguridad del propio Milei, que asegura que está “reescribiendo gran parte de la teoría económica” y que cree ser merecedor del Nobel de Economía.
El “Toto” Caputo, como todo ministro, tendría eventualmente recambio, si las cosas no salen como debieran. Pero este es el primer gobierno liderado por un economista: el Presidente. El primer mandatario no es un fusible, como cualquier otro funcionario. Los mercados toman nota de esa falta de flexibilidad de Milei para asesorarse en materia económica por otros “econochantas”, como llama despectivamente el Presidente a los economistas que disienten.
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Un trader argentino que sigue la “renta fija” (bonos) argentina desde la bolsa de Frankfurt, lo ve así: “Pretenden desalentar las expectativas de devaluación que dicen que no les importa, y las expectativas ya están instaladas y no se tiene manera de cambiarlas, menos aún con alquimias financieras que hacen todo más inconsistente y por eso más dependiente del cepo”, dice el trader pidiendo estricto anonimato.
El problema del trío Milei y los Caputo es que se está apresurando con una comunicación más bien electoralista, cuando para las elecciones de medio término todavía falta más de un año. Los mercados no leen la comunicación de la economía como los votantes. Piensan en el riesgo que corren sus inversiones en la Argentina y no les está gustando lo que ven.
Los votantes decidirán dentro de 15 meses. Mientras tanto, los mercados están votando todos los días.