Un viaje al pasado y al paladar, eso es lo que se esconde en un rincón del Alto Valle neuquino, en San Patricio del Chañar. La Bodega Familia Schroeder no solo es un destino obligado para los amantes del vino, sino también para aquellos fascinados por la historia prehistórica de la Patagonia. “Es un caso aparte: somos la única bodega del mundo en la que encontraron restos fósiles de un dinosaurio”, dijo a TN Belén del Moral, gerenta de turismo de la bodega.
Se trata del Panamericansaurus Schroederi, llamado así en homenaje a la familia Schroeder y a la petrolera que prestó herramientas para las excavaciones.
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El día en que encontraron “una piedra rara”
Este dinosaurio herbívoro de 75 millones de años fue descubierto por casualidad en 2002, mientras comenzaban las obras para construir los cimientos de la bodega.
“Se encontraron con una piedra rara y se descubrió que eran restos fósiles”, resumió Del Moral. Un húmero, algunas costillas y parte de las vértebras de la cola de un saurópodo hasta entonces desconocido para la ciencia.
Tuvieron que frenar la construcción unos tres a cuatro meses, mientras los expertos del Centro Paleontológico Lago Barreales procedían al rescate de los restos.
Si bien “encontrar fósiles en la Patagonia es normal, no suele pasar en una bodega”, sostuvo Del Moral.
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Fue un hallazgo inesperado que cambió el rumbo no solo de la obra de infraestructura, sino de toda la bodega, que hizo de los dinosaurios su emblema. En la entrada “una familia” de tres dinosaurios recibe a los turistas, mientras que una de sus líneas de vinos más prestigiosas de vinos se llama Saurus, al igual que el restaurante que deleita a los visitantes con sabores gourmet y menú de pasos imaginado por el chef Ezequiel González.

Por el tamaño de las piezas halladas, los paleontólogos estimaron que este saurópodo de la familia titanosauridae habría alcanzado los 10 metros de largo, pesado unas 16 toneladas y poseía un largo cuello que elevaba hasta los seis metros de alto su pequeña cabeza.

“Es un atractivo increíble, hasta nos da orgullo y a los chicos les encanta, es una fascinación ver sus caritas ilusionadas cuando ven los dinosaurios”, dijo Belén sobre lo que significa el sauropodo para la bodega.

Si en la Familia Shroeder los dinosaurios son todo un tema, en cuanto a cepas es el Pinot Noir que los distingue. “El Pinot Noir es para la Patagonia lo que es el Malbec para Mendoza, es la cepa que mejor se adaptó y se desarrolló aquí, principalmente gracias al viento”, sostuvo Belén.

Y explicó: “El racimo del Pinot Noir es bien compacto, es un varietal que se enferma mucho, pero acá el viento ayuda a sanitizarlo, le engrosa la piel, el hollejo”. La importante amplitud térmica, sumada a los vientos y escasas lluvias, hacen que “los Pinot Noir de la Patagonia sean mucho más intensos”, sostuvo.
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De las 180 hectáreas de viñedos de la bodega, el 20% pertenecen a esta cepa, que también es vinificado como blanco para la base de 4 espumantes y como rosado para otras 2.

Por “un capricho” del fundador de la bodega, el médico y emprendedor Herman Heinz Teodoro Schroeder -hijo de inmigrantes alemanes pioneros en la Patagonia-, la bodega desarrolló también los Merlot. “A él le gustaba mucho el Merlot y quería tener su propio Merlot, pero fue un capricho que salió bien porque 22 años después seguimos todos acá“, se río Belén. Herman ya falleció hace algunos años, pero la bodega sigue en manos de sus hijos y nietos.

En esa bodega patagónica, también cultivan uvas de Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Sauvigon Blanc, Chardonnay y Torrontés con las que producen cuatro líneas de vinos -Saurus Estate, Saurus Select, Saurus Barrel Fermented, y familia Schroeder- y cuatro líneas de espumantes.
Hay desde vinos de estilo joven hasta vinos tardíos y líneas de reserva, con paso por barricas de roble francés o americano. “Nuestro tope de gama tiene un potencial de guarda aproximado de casi 15 años, es un gran vino”, aseguró Del Moral.

Según explican desde la bodega, San Patricio del Chañar es un terruño con características particulares para la elaboración de vinos, gracia a sus suelos enriquecidos por el lecho del río Neuquén.
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Una bodega con sistema gravitacional
Los fósiles que encontraron no son el único secreto de la bodega. Familia Schroeder es una de las pocas bodegas del país que usa el sistema gravitacional en la producción de vinos, un enfoque moderno que permite evitar el uso de bombas y reduce la oxidación durante el proceso de vinificación.
“La bodega está construida sobre la barda-como se conoce en la Patagonia a las mesetas-, de alguna manera incrustada dentro de esta barda. Se construyó para arriba, pero también para abajo”, sostuvo.
Y precisó: “la bodega cuenta con cinco niveles: el primero es donde se recepciona la uva cuando se realiza la cosecha. En un segundo nivel tenemos todo lo que son las prensas neumáticas para elaborar el mosto de los de la uva rosada y uva blanca. En un tercer nivel tenemos los tanques de fermentación donde propiamente se realiza el vino. En un cuarto nivel están los tanques de conservación y en un último nivel lo que son las salas de barricas”.
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“La uva cae, literal, por gravedad, por una tubería hacia los tanques de fermentación, y luego por el mismo método hacia los tanques de conservación”. Además, la ubicación de la cava en un subsuelo le permite tener temperaturas óptimas y regulares, en una zona de fuerte amplitud térmica.

Pero la verdadera joya de la bodega es la Cava del Dinosaurio, construida exactamente en el lugar donde se encontraron los restos fósiles. Se trata de un mini museo que alberga en la roca original la réplica de los huesos del dinosaurio.

Este espacio no solo resguarda la historia geológica de la región, sino que también ofrece una experiencia enoturística sin igual, donde los visitantes pueden degustar vinos mientras se sumergen en el pasado remoto de la Patagonia.
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La bodega se convirtió así en un destino que invita a descubrir los secretos que la tierra guardó celosamente durante millones de años. Vinos y dinosaurios, un maridaje tan impensado como profundamente patagónico.