No hay mesa argentina por la que nunca haya pasado una buena milanesa de pollo. Al horno o frita, se trata de uno de los platos favoritos de todas las familias, tanto en adultos como en los niños.
Para este tipo de milanesa, el pollo ofrece dos tipos de cortes: pata y muslo o pechuga. La segunda opción suele ser la más utilizada, porque donde más carne y menos grasa hay. Pero en ocasiones, la pechuga puede quedar un poco desabrida, dado que el pollo en general es una comida que necesita de un toque especial de quien lo cocine.
Y si bien, a simple vista, preparar unas milas caseras puede no suponer demasiadas complicaciones, hay un secreto para hacer la mejor milanesa de pollo y consiste en un agregado especial que se hace al momento de la preparación: salar las pechugas antes de pasarlas por la mezcla.
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Y, además, agregarle cuatro cucharadas de leche al contenido, lo que le dará un sabor distinto a la milanesa, además de servir para tiernizar un poco más a esa pechuga que, dado el tipo de carne, es un poco seca.
El secreto para la mejor milanesa de pollo: ingredientes
- 2 huevos
- 2 pechugas de pollo
- 4 cucharadas de leche fresca (si es entera, mejor)
- 500 gramos de pan rallado
- 2 cucharaditas de sal
- Pimienta, a gusto
- Ajo en polvo o un diente de ajo (bien picado), a gusto
- Una taza de aceite para hacer la fritura (en caso de que no se quiera llevar las milanesas al horno)
- Un limón para condimentar una vez que las milanesas estén listas para comer
El secreto para la mejor milanesa de pollo: modo de preparación
- Poner las pechugas enteras sobre una tabla y con una cuchilla bien afilada, y con sumo cuidado al manipularla, filetear la pechuga. Con dos pechugas grandes pueden salir unas seis milanesas medianas.
- Preparar en una fuente ancha y con algo de profundidad la mezcla para pasar las pechugas antes de comenzar a rebosarlas. Romper dos huevos, mezclarlos con la leche y el resto de los condimentos.
- Tomar las pechugas y salarlas de ambos lados. De este modo, la carne perderá esa sensación de desabrida que tiene la pechuga de pollo e incorporará directamente el sabor de la sal, que no es lo mismo que ponerle sal a la mezcla.

- Luego, sí, hundir las pechugas en la preparación, asegurándose que queden bien impregnadas por la mezcla y enseguida pasarlas por el pan rallado para hacer el rebosado. En este paso, es cuestión de gustos, porque a quienes busquen una milanesa bien contundente, es conviene pasarla de dos a tres veces por el pan. Y los que la prefieran más light, con una sola estará bien.
- Dejar reservadas las milanesas en un plato o en una bandeja y encender el horno a temperatura media. Precalentarlo por diez minutos y en una fuente bien aceitada, para evitar que en la cocción el pan rallado se pegue y se arruine la milanesa, cocinar de ambos lados durante unos 25 minutos en total.
- Cuando las milanesas de pollo estén doraditas (no quemadas), retirar y servir enseguida, bien calentitas.
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- En caso de preferirlas fritas, calentar aceite en una sartén (de uno a dos centímetros) e introducir la milanesa. Si el aceite está bien caliente, en menos de cinco minutos ya estará cocida de ambos lados. Antes de servir, es importante escurrirle el aceite, colocando las milanesas entre dos servilletas de papel que absorberán el sobrante.
- Una vez que la milanesa quedó seca y crocante, servir enseguida, caliente. En ese momento, para el que guste, se le puede agregar un poco de jugo de limón.
- Y en cualquiera de las dos formas de cocción, no hará falta agregarle más sal: la milanesa de pollo llevará consigo desde su preparación, el secreto para que no sean desabridas.