Comer una rica pasta o una buena pizza tiene un factor que puede resultar determinante en el gusto del comensal: la salsa de tomate. En la mayoría de los casos, esta salsa se usa como un aderezo muy particular, ya sea como base para la masa de la pizza o como agregado a las pastas.
Sin embargo, hay una objeción muy complicada de resolver: la acidez que trae aparejada el consumo de esta salsa. Muchos prueban con el agregado de una cucharadita de azúcar para cortar esa sensación. Y si bien puede mejorarse el sabor de la salsa, difícilmente cumpla su real objetivo.
Pero hay un truco casero para usar y decirle adiós a la acidez: agregarle una cucharadita de bicarbonato de sodio. Con esto se neutraliza químicamente esa molestia que se genera porque el tomate es un fruto que está compuesto por ácido málico y ácido cítrico.
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Una vez que se ingiere, el resto es orgánico: la salsa entra en contacto con el estómago en el momento en que la comida se empieza a digerir y se disparan los ácidos tanto como la sensación de malestar o reflujo. No les ocurre a todas las personas, pero las que tienen una digestión mucho más sensible seguramente se ven afectadas.
Decile adiós a la acidez: el truco de ponerle una cucharadita de bicarbonato a la salsa de tomate
El secreto del bicarbonato en la salsa de tomate por un compuesto químico, el NaHCO3. Éste neutraliza el ácido y con una cucharadita agregada a la salsa de tomate mientras se está cocinando provoca una reacción concreta: los ácidos del tomate se convierten en sal y agua, generando una mejora en la digestión y aliviando cualquier tipo de inflamación intestinal post ingesta la comida.
Con este compuesto químico en acción se nivela el pH total de la salsa sin que cambie su sabor (el pH habitual del tomate es de entre 4 a 4,5) y se alivianará la digestión. Además, es un truco efectivo tanto como positivo para personas que sufre de diabetes o que por alguna razón están haciendo una dieta baja en azúcar.
Paso a paso para llevar a cabor del truco que le quita la acidez a la salsa de tomate:
- En una sartén rehogar una cebolla, un morrón y ajo, los acompañantes típicos del tomate cuando se trata de una salsa.
- Una vez que la cebolla esté dorada, agregarle el puré de tomate, preferentemente que sea natural. Es decir, hecho en casa.
- Luego, condimentar a gusto.
- Mientras la cocción todavía se está realizando, agregarle a la preparación la cucharadita de bicarbonato (es una por cada litro de agua o salsa). Luego, revolver y, una vez el fuego apagado, aguardar unos minutos a que la preparación se asiente. Es importante la medida: no más de una cucharadita, porque en caso de ser mayor a eso, la salsa puede terminar quedando demasiado salada.
- Al momento de verter la cucharadita de bicarbonato en la salsa, comience a burbujear: es totalmente normal y significa que está teniendo efecto la reacción química que indica que los ácidos están siendo neutralizados. Hay que seguir revolviendo y las burbujas irán desapareciendo.
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- Por las dudas, antes de servir, es conveniente probar la salsa, porque si aún continúa ácida, entonces habrá que sumarle media cucharadita más de bicarbonato y seguir mezclando hasta alcance el sabor deseado.
Si bien la del bicarbonato es la más eficaz, no es la única que puede ayudar a neutralizar la sensación de acidez de la salsa de tomate. Además de la mencionada cucharada de azúcar, también pueden funcionar otras técnicas, como agregarle zanahoria rallada o manzana, que en ambos casos aportará dulzura y fibra. También un chorrito de vinagre de manzana: no quitará la acidez pero ayudará a equilibrar el sabor.