“Recursé siete veces la misma materia”, fue la frase que eligió Valentina Saladino para relatar una historia que requirió de una serie de tropiezos para alcanzar una enseñanza final.
La joven de 26 años, nacida en la Ciudad de Buenos Aires, utilizó su cuenta de TikTok para narrar lo que vivió luego de terminar la secundaria. “Decidí estudiar Marketing y entré con toda la ilusión de que iba a ser una carrera super creativa, publicitaria y cero numérica. Pero me informé muy mal”, expresó.
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Valentina proyectaba recibirse y crear su propia marca de productos para el cuidado de la piel. El primer año de la carrera lo transitó con absoluta normalidad, situación que cambió por completo al siguiente.
“Arranqué una materia llamada Sistema de Costos. Yo para los números nunca fui muy buena. En el medio conseguí trabajo en una multinacional de skincare y maquillake. Dije ya está, acá gané la lotería: hago mi carrera completa en esta multinacional de renombre, súper conocida, y en paralelo voy haciendo la carrera de marketing”, contó.
En la primera cursada la desaprobaron de manera instantánea. En el segundo cuatrimestre, volvió a inscribirse pero no le había encontrado la vuelta. Pasó una tercera y una cuarta cursada sin éxito. Valentina cambiaba de cátedra y de profesor, pero no le encontraba la vuelta.
“La facultad comenzó a ofrecerme clases de apoyo gratis. Iba todos los miércoles, no me olvido más”, recordó. La quinta cursada desaprobada fue un mazazo para Valentina. Luego la sexta. Valentina había invertido mucho dinero en profesores particulares y no lograba superar el examen final.
Decidió probar con la modalidad intensiva durante la pandemia. “Rendí el primer parcial y lo aprobé con lo justo. El segundo parcial era un trabajo práctico, muy difícil, tengo que admitirlo. Pero con un poco de ayuda de mi equipo, mis colegas, la profesora y los apuntes de las seis cursadas anteriores, lo aprobé con un 9″, dijo.
“Me había contagiado de coronavirus, era un momento emocional muy difícil y en paralelo yo ya estaba arrancando la Tecnicatura en Dermatocosmiatría, porque luego de mi trabajo -y de un par de materias más de la carrera- me empecé a dar cuenta de que el marketing en sí no me gustaba”, agregó.
El final de aquel examen era a libro abierto. “¿Qué significa esto? Yo estaba en una videollamada con la profesora, era la primera vez después de seis cursadas que entendía la materia. Voy, rindo el final, entrego, me acuerdo de ir a la cocina y ver a mamá. Le dije que estaba segura de haber aprobado. Tardaron 15 días en darme el examen”, indicó Valentina.
La joven no recuerda haber llorado tanto como ese día. Una angustia difícil de describir, para la cual había invertido mucho dinero y sobre todo su tiempo. Valentina recibió un 2 como nota por su trabajo final.
La decisión que cambió su vida
“No me cuidaba, estaba depresiva, me enojaba todo el tiempo con todos. Nada me venía bien, todo me venía mal. Yo no quería salir de la cama, tenía los ojos hinchados como huevos, realmente fue un caos y fue algo que a mí emocionalmente me marcó mucho”, explicó.
“Llegué a un punto en el que empecé a cuestionar mis capacidades, mi inteligencia. Yo en el colegio era una alumna 10 y en la carrera casi siempre (salvo matemática y alguna que otra) todas las aprobaba con un buen promedio. Entonces claro, esta materia destrozó mi confianza”, sostuvo.
En diálogo con TN, Valentina explicó: “Cuando desaprobé por séptima vez el final no confiaba en mí, no me creía capaz de nada. Al final de la cuenta terminé aprendiendo que soy súper capaz, que soy súper inteligente. Hoy me doy cuenta que todo objetivo que me ponga en el corto o largo plazo lo voy a cumplir porque soy perseverante”.
Hace cuatro años, cuando la joven recibió la séptima nota adversa, tomó una decisión que cambió su vida: abandonó la carrera y se refugió en su casa con sus seres queridos.
“Tenía la personalidad destrozada. Después de esa decisión que fue muy complicada y desecandenó un proceso, porque no fue algo de un día a otro, empecé a confiar mucho más en mí, en mi palabra”, expresó.
“Comencé a estar mucho más presente en la vida de mis amigas, de mi familia, de mi novio. Pude estar más concentrada en los momentos, tanto laboral como fuera de lo laboral. Porque me pasaba eso: cuando estaba con Costos me metía en mi burbuja y no quería saber nada de nadie. Me enojaba con todos, me la pasaba peleándome con la gente, reaccionaba por cualquier cosa. Y hoy en día no”, reflexionó.
“No soy la única persona que va a atravesar esto, a un montón de gente le va a pasar. Saber que mi video pudo ayudar a tantas personas, porque tuvo una repercusión muy importante, me termina de confirmar que la mejor decisión que pudo haber tomado fue haber confiado en mi instinto, en mi trabajo, en mi profesionalismo y en mis capacidades”, continuó.
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Cuando tenía 14 años, Valentina creó un canal de YouTube en el que brindaba consejos y recomendaciones sobre el skincare y otros tratamientos relacionados al cuidado de la piel. 12 años después, se convirtió en la mano derecha de la dueña de un consultorio de medicina estética.
“Ella hace tratamientos inyectables a nivel dérmico y yo con un equipo de chicas hacemos la parte más superficial. Los tratamientos epidérmicos, tanto a nivel facial como corporal. Y fuera del horario de relación de dependencia atiendo mis pacientes particulares”, contó.
“No niego que me gustaría tener el título de licenciada en Marketing, pero es algo que dejo para otra vida. Cuando recuerdo esa etapa también entiendo que hacer el trabajo que a uno lo apasiona es más importante que tener un título de grado. Dejé una carrera cuando me faltaban siete materias para recibirme y no me arrepiento, aunque digo que soy licenciada en Marketing de corazón”, completó.