Mauro Colagreco intenta dar dos pasos en un evento, pero la soledad le dura poco. Los invitados lo saludan, lo abrazan, le sacan fotos y le gritan al unísono que es el mejor del mundo. Y están en lo cierto. Su restaurante Mirazur, ubicado en la localidad francesa de Mentón, quedó en el primer puesto de la influyente lista gastronómica The World's 50 Best Restaurants. Este mismo año, además, se convirtió en el primer cocinero argentino -y el primer extranjero- en obtener una histórica tercera estrella Michelin. De visita en Buenos Aires, habló con TN.com.ar sobre su próximo proyecto tras la seguidilla de galardones.
// Mirazur, del argentino Mauro Colagreco, es el mejor restaurante del mundo
"Creo que el próximo desafío y anhelo que tenemos es que nuestros huertos sean más importantes que el restaurante", adelantó el chef en referencia a la gran huerta que posee el local, perdido en la ladera de una montaña en la Costa Azul.
Para Colagreco, la comida orgánica es uno de los pilares de sus platos, ya que le permite jugar con todo tipo de texturas y sabores. "Todos los productos que utilizamos son orgánicos. Cumplen un papel esencial. Hasta muchos de ellos son producidos en nuestros propios huertos. Esto le da una frescura increíble", argumentó el reconocido chef.
Con respecto a las características que resaltaron a Mirazur del resto de sus competidores, el cocinero de La Plata sostuvo que su restaurante es "un lugar único en el mundo". "Tiene una cocina de expresión de un territorio muy diverso. Nos permite jugar con el mar, la montaña, Italia y Francia", subrayó sobre la ubicación estratégica. En ese sentido, aprovechó para destacar el trabajo de su equipo.
A pesar de haberse mudado a Francia a los 23 años, cuando dejó la capital bonaerense para estudiar con los mejores maestros europeos, Colagreco sigue conectado a nuestro país con su hamburguesería Carne.
"Creo que es un muy buen momento para la gastronomía argentina. Es el esfuerzo y el trabajo de años. Hoy por hoy se ven síntomas de avances", expresó el chef. Además, reconoció que muchos de sus colegas locales eligieron un camino de responsabilidad y están pendientes "del entorno".
Aunque todavía quedan cinco meses para que finalice el año, Colagreco admitió que necesita un descanso. En especial, después una maratónica etapa de premiaciones. Entre risas, consideró que desaparecer un rato del ojo público no sería un mal plan. "Me gustaría comprarme un velero e irme de vacaciones", bromeó sobre su próximo proyecto a corto plazo, durante la premiación del concurso Prix de Baron B -Édition Cuisine.
