Julián estaba apurado por nacer. Lo esperaban para el 13 o 14 de agosto, pero él decidió llegar una semana antes. Tan apurado estaba que su mamá y su papá llegaron a hacer una cuadra en el auto y tuvieron que parar a pedir ayuda. Acababan de salir de su casa de Villa Lugano porque Marisol ya no aguantaba las contracciones.
"Mi marido agarró todo lo que pudo, yo estaba con los dolores y me subí al auto. Lo escuché gritar ´Pare, ayúdeme, ayúdeme´. Alguien abrió la puerta... los veo vestidos de beige y les digo: ´¡ya viene, ya viene´y me dicen ´tranquilícese, señora´, Marisol, la mamá de Julián, ahora se sonríe cuando se acuerda.
Rocío Molina y Alfredo Portillo son prefectos. Ese día estaban de guardia caminando por la calle, cuando los gritos de los papás de Julián los alertaron. Marisol les advirtió que ya no aguantaba y ellos actuaron rápido. La miraron y le dijeron "disculpe, le voy a tener que bajar los pantalones" y la mamá recuerda que pegó un grito y Julián salió al mundo.
"Ella estaba acostada en la parte de atrás del vehículo, con mucho dolor. Decía que no aguantaba más, que venía. No pudimos hacer otra cosa que hacer el trabajo de parto en el lugar", recuerda Rocío Molina, cabo segundo de Prefectura Argentina.
Julián pesó 2,850 kilos y nació en la calle La Raya al 4100. Cuando todo estuvo controlado, los trasladaron al Hospital Santojanni donde siguieron los controles de rutina. Este fin de semana ya se van a poder ir a su casa.
"Esto fue algo inesperado. Todos los días tenemos algo malo, en la calle nos encontramos con cosas raras, encontrarte con esto fue algo muy lindo", dijo Alfredo Portillo, Marinero, a TN.com.ar
Los efectivos trabajan en la comisaría 52 y la historia llegó a TN y la Gente.