El Padre Guillermo "Willy" Torre, vive en la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 desde hace más de 20 años. Hace pocos días le confirmaron que tiene coronavirus y por eso se encuentra aislado en un hotel del centro de la Ciudad de Buenos Aires.
En recuperación, él mismo habló sobre su estado de salud y contó cómo atraviesan la pandemia las familias del barrio.
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El lunes, el Padre Pepe reveló en Solo una vuelta más, el ciclo que conduce Diego Sehinkman por TN (lunes a viernes a las 21) que el párroco se había contagiado el virus. "Lo importante de esto es que los curas villeros, al vivir ahí, comprendemos la situación, vivimos como vive la gente, y nos sentimos un vecino más", había expresado.
El martes, fue el propio "Willy" Torre quien habló sobre su estado de salud y la situación en la que viven los vecinos, en medio de la pandemia. "La situación es muy difícil en el barrio, hay familias enteras aisladas. Hubo 14 difuntos de distintas edades, con enfermedades de base", aseguró en diálogo con Radio con Vos. "Ahora algo mejoró, pero todavía hay manzanas con problemas", señaló.
El religioso, que ahora se encuentra aislado en un hotel y estará allí por al menos 15 días, es el párroco de la capilla Cristo Obrero, reconocida debido a que ahí realizó su labor el sacerdote Carlos Mugica, quien murió asesinado el 11 de mayo de 1974 a manos de la Triple A.
Hace pocas semanas, quien forma parte del Equipo de Sacerdotes de Villas y Barrios Populares, fue una de las caras visibles de los reclamos por una mayor presencia del Estado y de las denuncias por falta de agua en la zona. Factor que aseguró, complicó gravemente la situación. "Es algo que podía pasar, uno de los riesgos del trabajo que hacemos", expresó sobre su situación y aclaró que no tiene fiebre.
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Tras confirmarse el caso de Torre, los curas villeros, a cargo de labores sociales en uno de los puntos más golpeados por el COVID-19 en la Ciudad, se expresaron a través de un comunicado para visibilizar las "problemáticas estructurales" que la pandemia sacó a la luz.
En esa línea, destacaron que el trabajo de laicos, sacerdotes y obispos en los barrios más vulnerables "es intenso y permanente" a pesar de estar constantemente expuestos al contagio.
