Inglés, fútbol, natación y baile: cuánto cuestan las actividades que los chicos hacen después de la escuela
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Inglés, fútbol, natación y baile: cuánto cuestan las actividades que los chicos hacen después de la escuela

Los padres destinan entre el 20% y el 40% de su ingreso a las cuotas, las matrículas, los viáticos y los materiales. Según el INDEC, criar a un chico en edad escolar tiene un costo de $557.173 mensuales.

En un país donde el precio de la vida cotidiana se calcula en función del aumento de los alimentos, los servicios y la cuota del colegio, hay un gasto que casi nunca aparece en los presupuestos familiares pero marca la rutina de miles de hogares: las actividades extracurriculares.

Según el último informe del INDEC sobre la crianza, mantener a un nene de entre 6 y 12 años cuesta $557.173 —entre bienes esenciales y horas de cuidado—. Sin embargo, una parte clave del día a día de los chicos queda afuera del cálculo: idiomas, deportes, danza, música, patín, comedia musical, torneos, equipamiento, viajes y muestras.

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TN realizó una encuesta en la Ciudad de Buenos Aires y los testimonios muestran que esta “canasta invisible” se lleva entre el 20% y el 40% del salario familiar, y obliga a los padres a activar una ingeniería financiera que combina planillas mentales, cuotas que suben cada 30 días y un presupuesto emocional difícil de admitir.

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Qué actividades hacen los chicos y cómo impactan los precios en el presupuesto familiar. (Video: Nicolás González / TN Videolab)

Camilo Tiscornia, economista y director de C&T Asesores Económicos, explica que no todos los gastos educativos funcionan igual. “Hay que distinguir educación de recreación y cultura. Educación es más fijo; recreación y cultura es mucho más volátil y depende de la situación económica de cada familia”, señala. Esa volatilidad es justamente lo que marca la frontera entre sostener una actividad o dejarla.

Pero para las familias la decisión no es tan simple. Analía, vive en Caballito y es mamá de Julia, de 13 años. Consultada por este medio, admite que nunca había puesto los números sobre la mesa hasta que habló con otras madres.

Solo en inglés y baile gasto unos $100.000 por mes. Y entre materiales, vestuario de fin de año, traslados y colectas escolares se van otros $100.000 más”, señala. “Ahí te das cuenta de que lo que se gasta en actividades es casi otra cuota escolar. Una lo hace porque no quiere que los chicos se queden afuera, pero es un gasto que pesa”.

El cálculo se repite en muchos hogares. Lorena, mamá de Lautaro, de 11 años, describe lo que pasa cuando el deporte sale del club y se convierte en logística: “Las clases de natación cuestan $35.000 y la cuota de básquet es de $40.000, pero lo fuerte son los fines de semana.

Torneos, nafta, peajes, almuerzo: todo esto sale mucha plata", dice la mujer y agrega: “Si pierde las antiparras o se rompen los botines, ese mes ya sabés que vas a recurrir a la tarjeta de crédito”.

Muchos chicos asisten a los entrenamientos de fútbol en la semana y compiten los fines de semana. (Foto: Ilustrativa AI)
Muchos chicos asisten a los entrenamientos de fútbol en la semana y compiten los fines de semana. (Foto: Ilustrativa AI)

Para muchas familias el problema ya no es solo el monto, sino la frecuencia de los aumentos. Javier, papá de Tomás y Mora, lo vive mes a mes. “La cuota de patín de la nena aumenta todos los meses el día 20. Lo tengo marcado en rojo. Tomi hace teatro y el valor se actualiza cada dos meses. Y ahora se suma la matrícula del año que viene: $60.000 por cada actividad”, cuenta.

Entre aumentos, matrículas y equipamiento, Javier calcula que este mes gastará casi $200.000. “¿Cómo les decís que no? Si es lo que les hace bien, confiesa. “Nosotros, con mi pareja, trabajamos los dos, pero cada mes se vuelve más difícil sostener todo”.

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Este fenómeno se replica en clubes de barrio, academias de danza, escuelas deportivas y talleres culturales. El profesor Daniel de Soza, coordinador de la Escuela de Fútbol del Rincón, lo resume así: “Este año bajó mucho la inscripción. Varias familias nos dicen que se les complica pagar la cuota. Desde el club tratamos de ayudar con becas, facilidades y descuentos para que ningún chico quede afuera”.

En paralelo, los precios de la “canasta invisible” relevados por TN muestran los saltos constantes.

El precio de las actividades extracurriculares. (Infografía: Sebastián Neduchal / TN)
El precio de las actividades extracurriculares. (Infografía: Sebastián Neduchal / TN)

Educación y desigualdad

Para Esteban Torre, director de Educación de CIPPEC, lo que está en juego no es un hobby: es acceso. “En la Argentina, donde más se necesita, muchas veces es donde menos actividades hay. Por eso es clave extender la jornada escolar, con propuestas deportivas, artísticas y de idiomas que sean parte de la escuela y puente con la comunidad”, explica.

Suspender una actividad no es una decisión neutral. “Estas propuestas desarrollan creatividad, trabajo en equipo y comunicación. Son esenciales para la formación integral”, sostiene Torre. Cuando una familia tiene que discontinuarlas por motivos económicos, “se profundiza la desigualdad”.

El ballet trae beneficios para la salud física y mental, pero no todos las familias pueden afrontar el gasto. (Foto: Ilustrativa AI)
El ballet trae beneficios para la salud física y mental, pero no todos las familias pueden afrontar el gasto. (Foto: Ilustrativa AI)

Esa desigualdad aparece incluso dentro de una misma academia. Lo ve a diario Mariela, profesora de patín hace 12 años en Parque Patricios. “Este año se fueron varias nenas porque no podían pagar la cuota o comprar el calzado de baile, cuenta y agrega con tristeza: “Los vestuarios para la muestra arrancan en $50.000. Hay chicas que no van a participar porque no llegan. A mí se me parte el alma”.

Qué muestra este gasto sobre la sociedad: aspiraciones, vínculos y capital social

Para el sociólogo Carlos de Angelis, las actividades extracurriculares revelan más que los recibos de sueldo. “Las familias sienten que la escuela ya no es suficiente y buscan complementar la formación. También hay menos tiempo: ambos padres trabajan y las actividades ordenan la tarde”, señala.

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Pero además aparece un factor que no suele decirse en voz alta: la aspiración social. “Una actividad conecta al chico —y a la familia— con otros círculos. Una nena que juega al hockey en zona norte no solo hace deporte: construye vínculos, identidad y capital social”, explica.

En crisis prolongadas, las familias ajustan, pero de manera selectiva. “Se baja el plan de la prepaga, se recorta entretenimiento, pero en muchos casos las actividades que generan capital social se sostienen hasta el final”, sostiene De Angelis.

La natación es uno de los deportes más elegidos por padres e hijos. (Foto: ilustrativa AI)
La natación es uno de los deportes más elegidos por padres e hijos. (Foto: ilustrativa AI)

El impacto emocional: lo que pasa cuando los chicos deben dejar una actividad

La psicóloga Florencia Alfie subraya un punto clave: el golpe emocional.

“Cuando los padres no pueden ofrecer lo mismo que antes, sienten que fallan. Se mezcla culpa, enojo y ansiedad por el futuro de sus hijos”, señala.

Suspender una actividad no es un trámite: “Para muchos chicos es un duelo. Pierden un rol social, un espacio de validación y una parte de su identidad”.

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El vacío que queda puede derivar en ansiedad, frustración o aislamiento. “El deporte, el arte y los idiomas funcionan como lenguajes de identidad y pertenencia. Cuando se interrumpen, es como quitarles una forma de expresión”, afirma Alfie.

Las familias, aun sabiendo que deben ajustar, sienten que algo profundo se resigna. Lo dice Lorena con una frase que resume lo que muchos piensan:

“A fin de mes hacés la cuenta y se te va una cifra importante que pesa tanto como los servicios o el supermercado”.

Una nena en su clase de inglés. Este tipo de propuestas puede llevarse hasta el 40% del ingreso familiar, según una encuesta de TN. (Foto: ilustrativa AI)
Una nena en su clase de inglés. Este tipo de propuestas puede llevarse hasta el 40% del ingreso familiar, según una encuesta de TN. (Foto: ilustrativa AI)

Las actividades extracurriculares ordenan la vida social, emocional y educativa de los chicos, definen vínculos, oportunidades y espacios de pertenencia.

Cuando se sostienen, lo hacen con esfuerzo, cuotas que suben, matrículas, traslados y equipamiento creciente. Cuando se recortan, el impacto no es solo económico: también es simbólico, identitario y emocional.

La “canasta invisible” es, quizás, la que mejor explica la arquitectura silenciosa en la que se sostiene la infancia argentina: una estructura de actividades que para miles de familias constituye uno de los gastos más importantes y difíciles de resignar.

Créditos

Coordinación periodística: Paola Florio
Diseño de portada: Sebastián Neduchal
Gráficos e infografías: Sebastián Neduchal y Damián Mugnolo
Video: TN/Nicolás González
Edición de video: TN/Videolab