Un simple descuido en la cocina terminó en un verdadero calvario para Isabelly Rocha, una reconocida nutricionista de Rio Claro, San Pablo. Todo comenzó cuando cocinó una remolacha, la dejó tapada sobre las hornallas durante la noche y, al día siguiente, la comió junto a su marido, Raul.
Lo que parecía una comida inofensiva se transformó en una pesadilla: ambos sufrieron una intoxicación intestinal tan fuerte que terminaron en el hospital, con varios días de malestar, diarrea y debilidad. El episodio fue tan impactante que Isabelly decidió compartirlo en sus redes sociales para alertar a otros sobre los riesgos de la contaminación alimentaria. Su video ya superó el 1,4 millón de visualizaciones.
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“Fue un error básico”: el relato que se volvió viral
“Vivir esto como nutricionista fue un gran aprendizaje. Aprendí con un error básico y sé que mucha gente comete lo mismo”, reconoció Isabelly en su video. Aunque temía ser juzgada por su profesión, recibió cientos de mensajes de agradecimiento y de personas que pasaron por situaciones similares.

La profesional, que se especializa en nutrición endócrina y comportamental, admitió que no es experta en control de calidad de alimentos, pero sintió la necesidad de asumir su error y transformarlo en un mensaje de prevención.
“Cociné la remolacha y, como siempre, la dejé enfriando en la olla con agua. Era de noche, estaba cansada, tapé la olla y la dejé ahí. Al día siguiente, la pelé y la comimos al mediodía. Pero a la mañana siguiente, ya estábamos muy mal. Fue una pavada que me dio la peor intoxicación de mi vida”, recordó.
Por qué algunas verduras cocidas pueden ser peligrosas
El caso de Isabelly no es aislado. Según explicó al medio g1 el doctor Adilson César Abreu Bernardi, especialista en biociencias y microbiología, los alimentos que crecen bajo tierra, como la remolacha y la batata, suelen tener muchos microorganismos, entre ellos bacterias y hongos.

“El problema es que estos vegetales tienen mucho azúcar, que es lo que las bacterias y los hongos necesitan para multiplicarse”, detalló Bernardi. El proceso de cocción elimina la mayoría de las bacterias activas, pero algunas pueden formar esporos, una especie de “caparazón” que resiste el calor.
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Si el alimento no se higieniza bien antes de cocinarlo, esos esporos pueden sobrevivir y, al dejar el vegetal cocido fuera de la heladera, encuentran la temperatura ideal para “despertar” y multiplicarse. “Probablemente la olla estaba caliente y tapada, creando el ambiente perfecto para que las bacterias se reproduzcan”, analizó el especialista.

Los síntomas y el peligro de la intoxicación alimentaria
Isabelly y su marido comieron la remolacah al mediodía. Ella incluso fue al gimnasio, pero tuvo que volver a casa por el malestar. Los síntomas aparecieron entre 6 y 12 horas después: náuseas, diarrea y debilidad extrema. “Estuvimos cinco días sin poder levantarnos de la cama. Lloramos de desesperación porque somos muy activos y nos sentimos muy mal. Perdí 4 kilos y él 6. No quiero ni acordarme”, contó.
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El doctor Bernardi advirtió que, aunque se recaliente el alimento, algunas toxinas bacterianas resisten el calor y pueden seguir causando daño. Entre los patógenos más peligrosos están la Salmonella y el Staphylococcus aureus, además del riesgo de botulismo en alimentos mal conservados.



